Ahora resisten los mapoyos (+Fotos)

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B7KTFGPIgAEdw6jCorría el rumor de que el pueblo había desaparecido, que ya no quedaba en la Tierra ningún mapoyo. Pero ellos mismos se encargaron de anunciar que estaban vivos. Bien vivos. Esa lucha por ser reconocidos, por poder gritar que habían resistido cinco siglos de colonización, se hizo escuchar tan alto, tan lejos, que llegó hasta el viejo continente. El 26 de noviembre pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró a la cultura y lengua del pueblo mapoyo como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en calidad de salvaguarda urgente.


Texto: Laura Farina / Fotos: Milángela Galea.

“Esta es la última comunidad que salió al aire. Primero salieron aquellos, los que anteriormente nosotros les decíamos ‘los racionales’. Primero fueron los racionales y estos mapoyos fueron los últimos que salieron al aire. Porque nadie sabía que existíamos”, dice Ángela García, artesana y maestra de tradición.

Desde la comunidad El Palomo, en el estado Bolívar, cerca del río Villacoa, los mapoyos reafirman su historia con orgullo, pero sin arrogancia. La importancia de mantenerse en pie, de haber rescatado su cultura y mostrársela al mundo.

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“De un continente, hace quinientos años, vinieron los europeos, los españoles, a invadir, a imponer. Ahora, fue allá, en el continente europeo, donde reconocieron a una cultura que todavía existe, que tiene el compromiso, la voluntad de mantenerla, de reforzarla”, afirma Jairo Bastidas, vocero mapoyo en el Consejo Presidencial del Gobierno Popular de los Pueblos Indígenas y nieto del cacique de la comunidad.

Pero este logro no ha sido el objetivo último de este pueblo, sino el punto de apoyo para seguir su camino. Al mismo tiempo, construyen tres mercados-escuelas, poseen un museo propio y enseñan a sus niños su lengua original.

“Se trata de una cultura viva, que en algún momento los estudiosos declararon muerta. Y eso en vez de amilanar a los integrantes del pueblo mapoyo, más bien les dio fuerza para reafirmarse y luchar porque se reconociera su existencia”, asegura el ministro para la Cultura, Reinaldo Iturriza, durante la visita que realizó este fin de semana.

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En ese camino a seguir, lo próximo es la construcción de la comuna. En base a los ocho pueblos originarios que conviven en el territorio. “Es un pueblo suficientemente audaz e inteligente como para asumir que su construcción en comuna le daría más fortaleza no sólo a su cultura, sino para vincularse a otras comunidades y construir una sociedad más justa”, sostiene Iturriza.

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En este proceso de recuperación de su cultura, ha sido fundamental el trabajo de los maestros de tradición, ejemplos de “libros vivientes”, a decir de la comunidad. Cuatro ancianas trasmiten la sabiduría de su lengua. Otros cuarenta mayores son los que aportan a otros conocimientos, como la construcción en bahareque, el cultivo de alimentos o la pesca. “Mi mamá, mis tías, mis tíos, todos esos hablaban la idioma. Esos no te hablaban ‘mire, yo tengo hambre’. No, señor. Todo era pura idioma dentro de ellos”, cuenta Ángela.

En tanto que Carolina Bastidas, facilitadora de la Escuela Nacional de Culturas Populares y mapoyo, reafirma: “Podemos decir que tenemos una debilidad pero también una fortaleza. Hace 5, 10 años, los niños no manejaban las palabras. Ahora, yo creo que la mayoría ya hablan oraciones mapoyo”.

Para fortalecer esta práctica, el pueblo mapoyo solicitó el pago de un incentivo para los y las ancianas que se encargan de formar a los más pequeños.

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También requirieron apoyo para confeccionar un diccionario de la lengua, que les sirva para enseñar. Porque según Jairo, todavía hay que contrarrestar la concepción de que ser indígena es una vergüenza. El racismo no ha sido erradicado profundamente. Para estar orgulloso de lo que son, es sumamente necesario el trabajo con los jóvenes, quienes tampoco la tienen fácil.

Una de las estudiantes de bachillerato indicó que es peligroso viajar hasta sus lugares de estudio, ya que no tienen transporte y deben esperar –a veces hasta horas- en la ruta a que pase algún camión o bus que las acerque, exponiéndose a casos de violaciones.

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“No es que seamos unos indios que nos queremos civilizar pero sí necesitamos ventanas en el liceo, aire acondicionado y electricidad”, demanda Lola Correa, de dieciséis años y un convencimiento para hablar que sorprende.

Una lucha a punta de espada

Cuenta la historia que Simón Bolívar le entregó su espada al cacique mapoyo Paulino Sandoval, quien combatió junto al Libertador contra los españoles. José Antonio Páez hizo lo propio con su lanza. Además de reconocerle a ese pueblo el derecho a vivir sobre su territorio: ese que comprende desde el río Suapare hasta el Parguaza.

El cacique Simón Bastidas enseña las dos armas, junto al Bastón de Mando, que le entregara la –por entonces- viceministra de Educación del Ministerio del Poder Popular para la Defensa, Almirante Carmen Meléndez Rivas.

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Bastidas cuenta que, cuando le dieron el Bastón, le dijeron: “A usted en El Palomo lo tratan de cacique, aquí es un General. Para llegar uno a agarrar esto, usted tiene que mojarse”. Por esto -dice el cacique, sosteniendo la espada- el pueblo recuperó su tierra”.

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Todos estos elementos forman parte del museo, que está construido por y en la comunidad. El primer museo indígena de Venezuela, dicen los mapoyo. También han levantado un mercado-escuela: una construcción hecha de bahareque –como la mayoría de las casas- que tiene varios metros de alto; con columnas de horcón, techo de palo de agua y hoja de caña. Allí, expondrán sus cultivos: maíz, plátano, patilla, limón; y enseñarán a cosechar a los nuevos integrantes.

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Sin embargo, la extinción de este pueblo fue decretada no se sabe por quién. Dicen que en 1700 los jesuitas contabilizaron cinco capitanías mapoyo, con trescientos habitantes cada una. Más tarde, un suicidio masivo en el cerro de Las Piñas acabó con doscientos de ellos. Las enfermedades arrasaron con los que quedaban. Sólo doce familias habrían sobrevivido a tanta catástrofe. “Hoy somos 80 familias –dice Alexis Joropa, de la comunidad. ¡Volvimos a renacer!”.

La explotación que continúa

Pero el derecho a vivir en su territorio, reconocido por el Estado venezolano en 2013, tampoco ha sido el fin de su lucha. La presencia de Bauxilum, empresa nacional encargada de extraer bauxita de estas tierras, representa un peligro para esta población, ya que contamina el río del cual los mapoyo beben y con el cual riegan sus cultivos.

“Creían que nosotros les íbamos a sacar la bauxita, no querían saber nada con nosotros. Ahora (luego del reconocimiento de la Unesco), llegan los propios jefes a hablar conmigo”, contó el cacique en tono jocoso.

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“Aquí tenemos una empresa, para el Estado venezolano estratégica, que obviamente tiene que seguir funcionando pero que indudablemente tiene que actuar apegada a los principios básicos de preservación de la vida del pueblo mapoyo y de todos los habitantes de este territorio”, asegura el ministro Reinaldo Iturriza.

Los racionales, como anteriormente los llamaban, reconocieron el derecho de este pueblo a vivir y decidir sobre sus tierras. No son todos, obviamente. Pero los mapoyo ya salieron al aire, en busca de su libertad. Por ella siguen la batalla, se siguen organizando y reforzando su cultura.

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Antonio G. Rodero
Antonio G. Rodero
9 años atrás

“Primero los racionales, ahora los mapoyos”. Me saca ronchas ese titular.

¿Acaso los mapoyos no son “racionales”? LOS MAPOYOS SON SERES HUMANOS RACIONALES.

El concepto “racional” era el que privaba en la COMISIÓN INDIGENISTA del Ministerio de Justicia de la IV República en la década de 1960, tiempo en el que anduve por la Gran Sabana, para clasificar a los indígenas como diferentes de las demás personas. Así, si ellos no son “racionales”, entonces ¿Qué son?

Creí que ya habíamos superado tan vil prejuicio clasista y racista, creado para justificar cualquier injusticia contra nuestros hermanos aborígenes. –como los YUKPA–

“Los racionales, como anteriormente los llamaban,…” ¿Por qué nos seguimos llamando de ese modo?

NO DEBEMOS SEGUIR UTILIZANDO el término RACIONAL para diferenciarnos de las poblaciones autóctonas; y menos aún en un titular que es donde se vende la idea principal del contenido que sigue.