El escritor y crítico literario nacido en Uruguay, Ángel Rama, ocupa un importante lugar en la literatura latinoamericana, más que como escritor (una novela y varias obras de teatro) como el más grande crítico literario de su generación, lo cual no es poca cosa, pues cronológicamente vivió un tiempo donde distintos escritores latinoamericanos fueron leídos, editados y reeditados: la llamada generación del «Boom»: Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, entre otros tantos grandes escritores, que fueron y son profusamente leídos. De ahí la importancia de la obra literaria de Ángel Rama, quien también investigó a escritores que parecían quedar al margen, como Juan Rulfo, Juan Carlos Onetti, José Lezama Lima, José María Arguedas, entre otros.
Autor: Darío Tello Medina
Unidad de Investigación del Despacho del Ministro
Rama sigue en su labor crítica a los fundadores de la Crítica literaria nuestroamericana: a los Henriquez Ureña, los Picón Salas, los Alfonso Reyes, etcétera, consolidando un profundo estudio de nuestra historia y literatura como un todo. Pocos críticos de esta región del mundo tienen el conocimiento que poseyó este insigne detective de nuestra cultura, un intelectual cuya obra logra un realce de nuestra literatura mediante el estudio de interesantes líneas de investigación, como su concepto de «transculturación» que tomó del intelectual cubano Fernando de Ortíz para aplicarlo a nuestra narrativa, como también los análisis sobre el papel de los intelectuales en la conformación de nuestras sociedades o, como la llamó Rama: «la ciudad letrada».
La Ciudad Letrada (1982), es un libro fundamental para entender la creación de las burocracias en nuestros países. Rama explica la creación de varios anillos de poder alrededor de las ciudades de Nuestra América. Uno de esos anillos es la Ciudad Letrada: el grupo de escribanos, abogados, funcionarios, letrados, que se conformó en la época colonial, que formó a la clase dirigente y estableció su articulación con el poder mientras la clase política cambiaba: la gesta independentista, la conformación de las distintas repúblicas en Latinoamérica, la modernización de las ciudades. Esta “clase” legitimadora del poder constituido, mostró una gran capacidad de adaptación a los cambios políticos.
El imperio de la palabra escrita y su relación con el poder, impuso desde la colonia, a esta clase dirigente: una ciudad letrada, una ciudad escrituraria, reservada a mantener los privilegios de una estricta minoría. Rama nos da un importante dato histórico: desde 1538 Nuestra América contaba con una Universidad en Santo Domingo, pero antes de finalizar el siglo habían sido erigidas universidades en: México, Quito, Lima, Bogotá y Cuzco, una especial atención a la educación de los letrados que no tuvo equivalente con las escuelas de primeras letras. La conformación de las ciudades de América de habla hispana se realizó estableciendo los mecanismos que preservaran el ejercicio del poder por parte de la elite. La monarquía española en principio, desde la colonia, articuló el orden que se establecería gracias a los escribas, a los integrantes de la ciudad letrada, de la ciudad escrituraria.
Ángel Rama tiene una significación muy importante para Venezuela, en 1972 vino a dictar cursos en la Universidad Central de Venezuela y poco después lo sorprendió el golpe de Estado militar en su país, Uruguay, el 27 de junio de 1973. Decide quedarse en Venezuela, después adquiere la nacionalidad venezolana y entonces comienza su periplo en nuestro país. Dicta cátedra en la UCV, publica artículos en periódicos venezolanos y como tallerista recorre distintas universidades del país; pero su mayor contribución, a Venezuela y Nuestra América, fue la creación de la Biblioteca Ayacucho. Este proyecto, muestra la claridad y sentido integracionista de Ángel Rama, quien junto a Leopoldo Zea, inició este ambicioso proyecto editorial, que nació con motivo de la conmemoración del sesquicentenario de la Batalla de Ayacucho que consagró la independencia de América.
Los quinientos volúmenes planificados abarcan las obras más importantes para la cultura de Nuestra América desde sus orígenes precolombinos, en los diversos campos del conocimiento: Literatura, Antropología, Filosofía, Pensamiento Político, Historia. Toda la visión de su hacer crítico, la propone editorialmente al hacer una Biblioteca sobre la Cultura latinoamericana y caribeña. Su primer número es la doctrina de El Libertador Simón Bolívar, quien vio y proyectó a las colonias españolas en América, como una Nación con una Cultura común.
Los primeros volúmenes de la biblioteca atestiguan lo más importante del pensamiento americano. Pensadores como Bolívar, Neruda, Rubén Darío, Gilberto Freyre y José Martí, autores de los primeros volúmenes editados por la biblioteca, en términos generales, tuvieron la capacidad de ver a los pueblos de Nuestra América como una sola cultura, como una sola nación. La Biblioteca Ayacucho, atesora lo pensado y razonado por compatriotas americanos en sus luchas intelectuales, como Simón Rodríguez, sobre quien Ángel Rama escribió y a quien le dedicó un capítulo en su libro La Ciudad Letrada, por ser Rodríguez, uno de los primeros en ir en contra de los mecanismos de dominación cultural.
Ángel Rama vivió en Venezuela su periodo de mayor producción creativa, durante este tiempo tuvo la oportunidad de conocer a fondo la obra de importantes intelectuales como Simón Rodríguez, entre ellos José Antonio Ramos Sucre y Rufino Blanco Fombona.
El 27 de noviembre de 1983, en un accidente aéreo, muere Ángel Rama, acompañado de su esposa, la escritora y crítica argentina Marta Traba, y de los escritores Manuel Scorza y Jorge Ibarguengoitia. Perecieron en el vuelo que partió de Madrid a Bogotá, cuando se dirigían al primer encuentro de Cultura Latinoamericana, atendiendo a la invitación realizada por el Presidente Belisario Betancourt; fecha nefasta, por la muerte de esos grandes intelectuales de Nuestra América.