Cuando la canalla te aplaude, por Raúl Cazal

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Existen frases que saltan a la memoria para explicar en pocas palabras las cosas. Recientemente tomé prestada la de August Bebel, “qué has dicho, viejo imbécil, que la canalla te aplaude”, para resaltar la posición del gobierno argentino ante su voto en contra de Venezuela en el Consejo de Derechos Humanos en las Naciones Unidas que recibió la felicitación de Juntos por el Cambio, coalición que apoya a Mauricio Macri.

Publicado originalmente en Visconversa

El canciller Felipe Solá ha explicado en su cuenta de Twitter que lo votado es coherente con la política exterior desde que Alberto Fernández asumió la presidencia, pero omite que votó en bloque con el Grupo de Lima. “A confesión de parte, relevo de pruebas”, dicen los juristas, y su presidente da cátedra en esa materia.

Fernández y Solá serán recordados como la antítesis de Luis María Drago, Juan Domingo Perón y Nestor Kirchner. Dicen querer ayudar a los venezolanos y se han colocado del lado de EEUU que ha puesto todas las cartas sobre la mesa para derrocar al presidente venezolano Nicolás Maduro.

Movimientos sociales e intelectuales mostraron su desacuerdo. Hebe Bonafini de las Madres de Plaza de Mayo pidió perdón públicamente. La embajadora Alicia Castro renunció a su investidura. Buena parte de Argentina está conmovida y decepcionada.

Hace un lustro, en la VII Cumbre de las Américas, cuando era presidenta Cristina Fernández, reaccionó ante la enmienda de Barack Obama, en donde declaraba a Venezuela una amenaza inusual y extraordinaria. “Perón decía que se vuelve de cualquier lugar, menos del ridículo. Y es ridículo considerarnos una amenaza”, fue parte de su intervención. No se reunió con grupos de contactos para tomar la palabra porque el asunto no es sólo de Venezuela sino de Latinoamérica.

El desencuentro con el actual gobierno argentino me recuerda a contrapelo la frase de Schiller, sobre una obra de teatro de Juana de Arco: “Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano”. En la novela de ciencia ficción Los propios dioses, de Isaac Asimov, uno de los personajes la rescata y prosigue con desencanto: “Yo no soy un dios y no voy a luchar más”.

El voto pro Grupo de Lima podría considerarse una derrota, pero la muestra de solidaridad del pueblo argentino con Venezuela la convirtió en victoria. La lucha, cuando es verdadera, no es en vano.

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