A primera vista pareciera ser otra película sobre el encuentro entre culturas, con relatos de hombres blancos inmersos en la selva suramericana que aprenden sobre el verdadero sentido de la vida a través del contacto con los pueblos ancestrales.
Texto: Ciudad CCS
Y, ciertamente, El Abrazo de la Serpiente (Ciro Guerra, 2015) tiene mucho de eso; sin embargo, la profundidad de su argumento la aleja de cualquier lugar común sobre el cine de temática indígena, trascendiendo ese marco y apuntando hacia sentimientos universales a los que viaja el espectador mediante sus aparentemente antagónicos personajes.
La soledad, la identidad, el materialismo, la propiedad del conocimiento y el viaje como metáfora del nacimiento y de la muerte son tópicos que forman parte de este filme, el cual, luego de un exitoso recorrido por festivales internacionales y de lograr una nominación al Oscar el año pasado, finalmente arriba a las salas de cine del país el próximo 14 de octubre.
El protagonista es Karamacate, un poderoso chamán conocido como “el abridor de caminos”, último superviviente de su estirpe, arrasada por los mercaderes del caucho que han invadido el Amazonas dejando una estela de destrucción y muerte.
La obra narra dos historias paralelas al rededor de este personaje: la primera –donde se da su viaje iniciático– cuando debe acompañar a un etnógrafo alemán que ha prometido reunirlo con otros sobrevivientes de su pueblo, y la segunda –una especie de viaje final de reconciliación consigo mismo– cuando emprende el mismo recorrido, 40 años después, junto a un botánico norteamericano tras una planta sagrada.
A partir de esta historia, el espectador deberá cuestionarse las categorías de civilización y barbarie, de conocimiento e ignorancia, de nacimiento y de muerte.
El cartel actoral está encabezado por Nilbio Torres como el joven Karamakate, Antonio Bolívar como el viejo Karamakate, Jan Bijvoet como Theodor Koch-Grünberg, Brionne Davis como Richard Evans Schultes y Yauenkü Migue como Manduca.
Talento venezolano
El productor ejecutivo de la obra por Venezuela Raúl Bravo, resaltó ayer en un encuentro con la prensa que el largometraje contó con una participación venezolana que cubrió el 20% del costo de la obra, y que el aporte del talento se centró principalmente en la parte del sonido.
Estuvo también presente la vicepresidenta del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), Alizar Dahdah, quien subrayó que el aporte hecho a El Abrazo de la Serpiente forma parte de la política permanente del Estado orientada para apoyar las coproducciones minoritarias en películas realizadas entre Venezuela y otros países del continente, en consonancia con lo establecido en la normativa del CNAC y del convenio Ibemedia.
La película, que casi enteramente es en blanco y negro, fue rodada durante siete meses en el Amazonas colombiano en formato de Súper 35mm.
Con su estreno, las salas del país se engalanan con una de las piezas más destacadas del cine latinoamericano de hoy.