Este 01 de octubre, el complejo Museo de Bellas Artes (MBA) se engalanó para la reapertura de una de las salas de cine más emblemáticas de la ciudad de Caracas y de Venezuela. La Fundación Nacional de Museos, la Cinemateca Nacional y el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, actuando articuladamente, se pudo reabrir una de las salas con mayor historia de Venezuela. La sala del MBA fue inaugurada el 4 de mayo de 1966, por la cineasta Margot Benacerraf, con la proyección de la película Barba Roja, de Akira Kurosawa. El año que viene cumplirá –así como la Cinemateca- 50 años, toda una historia de vivencias y recuerdos para los caraqueños y el cine venezolano.
Prensa MPPC
El ministro del Poder Popular para la Cultura ofreció un balance sobre las actividades que llevaron a esta reapertura, asegurando que fueron las labores de mantenimiento, necesarias para el buen funcionamiento de la sala, las que mantuvieron por seis meses cerradas las puertas del icónico espacio.
“Es una sala que exige, que requiere el correspondiente mantenimiento, tuvimos que cerrarla por alrededor de seis meses, justamente para darle ese mantenimiento y felizmente hoy la estamos reabriendo”, aseguró.
Además aprovechó para recordar la reciente re-inauguración de la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas, que se realizó el pasado martes 29 de septiembre. La idea de la reactivación de la sala es hacer una antesala a la Feria Internacional de la Música de Venezuela (FIMVEN) con una serie de proyecciones que se extenderá hasta el 8 de octubre y cuyo eje temático es la música y la riqueza del encuentro de esta y el lenguaje cinematográfico.
“Estamos a punto de iniciar una de las empresas más gratificantes que hemos impulsado en este intenso año 2015, como es la Feria Internacional de la Música. Por ello, este ciclo de proyecciones que va a estar activo hasta el 8 de octubre, y que comenzará con la proyección de este día”, enfatizó el Ministro.
Por su parte, el presidente de la Fundación Museos Nacionales, Edgard Ernesto González, opinó que esta es una iniciativa pensada en beneficio de la comunidad, para darle mayores posibilidades culturales al pueblo venezolano. “Es un espacio patrimonial, un espacio que convive con el Museo, las artes plásticas y el séptimo arte de la mano, en beneficio de la gente. Estas alianzas que estamos creando es un trabajo que va a enriquecer y beneficiar a la comunidad”, expresó.
Tras él, tomó la palabra la directora de la Fundación Cinemateca Nacional, Maureen Riveros, quien agradeció públicamente el esfuerzo del equipo de trabajo que hizo posible la reapertura, a través de arduas jornadas de labor. “La idea es que en 2016 o 2017 podamos tener salas de la Cinemateca en todos los estados del país. Tenemos hoy esta reapertura e invitamos a que se apoderen de este espacio, que sea el que todos queremos”, añadió convencida.
El turno fue para el director del Instituto de las Artes Escénicas y Musicales, José Jesús Gómez, quien expresó su alegría por la cercanía de la FIMVEN. “Estamos a solo seis días de iniciar ese gran espacio que ha dicho el Ministro, la FIMVEN, que esperamos que sea una gran tarima de difusión, así como un espacio de encuentro, donde la gente del cine se vea las caras con los músicos y viceversa, para que haya encuentro y alianzas”, sentenció.
Finalmente, participó el director Eric Splinter, quien fue el autor de la obra “Cuatro Cuerdas, Una Patria”, primera proyección de este ciclo. El cineasta aprovechó la ocasión para agradecer la oportunidad de proyectar una obra suya en la reinauguración de un lugar tan emblemático.
Cuatro Cuerdas, Una Patria: viaje hacia la venezolanidad
En la obra de Splinter se observa como el cuatro forma parte de la identidad cultural venezolana, a través del viaje de investigación e indagación que el cuatrista Luis Pino realiza por diferentes zonas del país, encontrando siempre este particular instrumento en cada uno de los variopintos paisajes que visitó.
El cambur pintón del cuatro forma parte de la memoria histórica, musical y social del venezolano: los llaneros, los pescadores, los jornaleros y vegueros, todos tienen un cuatro esperándolos en casa, siempre como soporte de grandes expresiones del ser venezolano.
A través del recorrido de Pino, Cuatro Cuerdas, Una Patria muestra cómo el instrumento cuerdófono más representativo de la música venezolana no es tal por mero alarde de cuatristas y amantes de su plasticidad compositiva, sino por un arraigo innegable en cada uno de los pequeños cuadros que componen el vasto y rico mosaico estético-cultural del país.