Este viernes 13 de noviembre se celebró por primera vez el nuevo Día Nacional de Teatro, con un evento en La Casona Cultural Aquiles Nazoa donde se entregaron los siguientes reconocimientos: Premio Apacuana de Dramaturgia Nacional 2020, Concurso de Ensayo sobre Teatro 2020, Orden al Mérito al Trabajo, Orden Francisco de Miranda en su Primera Clase y Segunda Clase, Orden Andrés Bello en su Primera Clase y los Premios Rafael Briceño. La literatura y la investigación teatral se resaltaron con los premios del Premio Apacuana de Dramaturgia Nacional 2020 y el Concurso de Ensayo sobre Teatro 2020. Así mismo la dedicación al teatro con la Orden Mérito al Trabajo, y la orden Andrés Bello en su Primera Clase.
Texto: Prensa MPPC
Fotos: Compañía Nacional de Teatro
El plato fuerte fue con la condecoración a grandes figuras de las artes escénicas del país de la mano de las autoridades de la Compañía Nacional de Tetro (CNT) y del Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Los galardonados fueron: Román Chalbaud, Aura Rivas, Alberto Ravara, Armando Carías, José Conde (Yorlando Conde), José Gabriel Núñez, Luisa Mota, Dilia Rojas, Asdrúbal Meléndez, Nicolás Curiel y Francis Rueda, en su Primera Clase.
En su Segunda Clase la recibió, Sylvia Mendoza, Carmen Jiménez, Eduardo Bolívar, Rosa Colón (Antonieta Colón), María Brito, José Pérez, Aníbal García, Freddy Torres, Rodolfo Rodríguez, Antonio Machuca, Carlos Tovar y José Luis León.
Por otro lado, se honró a nueve representantes de las artes escénicas con la Orden al Mérito al Trabajo en su Primera Clase y Segunda Clase, al igual que se reconoció la trayectoria de cinco iconos del teatro venezolano con el Premio Rafael Briceño con dos menciones especiales.
Finalmente, el evento culminó con las palabras del ministro Ernesto Villegas, quien hizo una reflexión sobre la importancia de reconocer a grandes maestros de la historia del teatro venezolano que aún siguen en las sombras. Ccreo que tendremos que extender la celebración del Día Nacional del Teatro para poder dar reconocimientos a todos a quienes hoy no se les han entregado”, afirmó.
A partir de este año, el 13 de noviembre se celebra el Día Nacional del Teatro, pues ese día en 1828 el Libertador Simón Bolívar emitió un decreto para la reconstrucción del Teatro Coliseo, con la idea de que Caracas tuviese un espacio acorde a los tiempos y que contara con un lugar adecuado y moderno para la cultura dirigida a los venezolanos que apenas estrenaban una nación libre e independiente, tras largos años de coloniaje, opresión y hasta de transculturización.
El Teatro fue instalado en la zona hoy conocida como La Hoyada, en el centro de la capital venezolana.
A continuación un mensaje del investigador Carlos Edsel González por esta fiesta teatral:
Mensaje por el Día Nacional del Teatro 2020:
En este tiempo en que el mundo ha declarado el estado de cuarentena como medida preventiva contra la pandemia del virus COVID-19, el acto de celebración del primer Día Nacional del Teatro en Venezuela, hoy 13 de noviembre, es por demás muy sentido, ya que nos permite reflexionar sobre la necesidad del encuentro para el desarrollo de la humanidad, que viene a ser la esencia del teatro: el arte que convoca el encuentro de lo humano.
Es porque el teatro es inherente al ser humano que resulta ingenuo pensar, por ejemplo, que nuestros aborígenes generaron todas las expresiones artísticas, menos el teatro. Esta línea de pensamiento ha dado pie a propuestas como las de Juan José Churión en su libro El teatro en Caracas (1924) que en su tiempo atribuyó el escaso desarrollo de las tablas en nuestro territorio al mestizaje agenésico, es decir, infecundo: Cito.
(…) en principio, y así como hemos achacado nuestra falta de teatralidad a defectos de étnica y de psicología, podríamos achacarla con mayor razón al defecto orgánico o antropológico del mestizaje de la raza… En lo que a teatro se refiere, nuestro mestizaje no ha sido eugenésico… sino agenésico.
En realidad, el teatro ha debido de ser, por sobre otras, la expresión artística más perseguida y condenada en el período de descubrimiento y conquista del territorio, pues, su vocación de encuentro humano –que también atañe a nuestra herencia africana- conllevaba una reafirmación cultural que debía ser borrada por constituir, para los preceptos doctrineros de la época, unas artes demoniacas o manifestaciones heréticas que fueron prohibidas por la Santa Iglesia Católica. Pero, en nuestros antepasados no tiene un origen diferente el teatro, está presente en las ceremonias y ritos agrarios de invocación mágico-religiosa. El campo abierto como escenario, el actor en la figura del Chamán, la iluminación de la luz del día y luego su juego con las antorchas por la noche, el público de la comunidad, y el tema agrario que detona la invocación e inminente transmutación al Dios pagano, son elementos esenciales.
Miguel Acosta Saignes, en su ensayo El teatro primitivo en Venezuela, plantea la existencia de un teatro antiguo (indígena y africano) que, en el caso aborigen, se da sobre todo en la zona de Los Andes, habitada por los Timoto-Cuicas, la de más alto desarrollo cultural y agrícola del país, como prolongación que era del área andina de cultura de la América del Sur; y advierte Saignes que otros vestigios se encuentran en las ceremonias folklóricas conservadas por el pueblo, como por ejemplo la fiesta de San Juan en el centro del país; haciendo un llamado a los creadores teatrales al descubrimiento, análisis y transformación de esos materiales escénicos de más de cuatro siglos de historia. Grandes hombres del teatro mundial como Artaud, Brecht, Grotowski, Peter Brook, Eugenio Barba, por mencionar algunos, experimentaron con el teatro ancestral cuando sintieron la necesidad de renovar la escena.
En las investigaciones que por más de 30 años he venido realizando en archivos coloniales y republicanos sobre el origen del teatro en Venezuela, me he encontrado con la fiesta de Itanera, con la mirada despectiva del cronista español, en este caso, el gobernador don Juan de Pimentel; pero que desde esta mirada estimo como una analogía de la fiesta dionisiaca, siendo el primer testimonio del arte dramático en el Valle de Caracas.
Con todo esto, la fecha del 13 de noviembre como Día Nacional del Teatro en honor al decreto que el Libertador Presidente, Simón Bolívar, emitiera desde Bogotá (Gran Colombia) en 1828 en privilegio a la solicitud, por intermediación del entonces Jefe Civil y Militar de la Provincia de Venezuela, José Antonio Páez, a dos empresarios criollos, José María Ponce y Ambrosio Cardozo, para levantar un coliseo (Teatro de Coliseo) en Caracas, en la esquina de Las Sanabrias, que luego el argot popular llamaría esquina de Coliseo por el teatro, viene a ser una fecha de encuentro; pues no niega la tradición teatral española -dado que en ése recinto se verifica el primer sainete criollo El café en Venezuela, de Isaac Álvarez Deleón-, sino que permite el relato de la tradición teatral de las otras dos culturas: la indígena y la negra, que condensa el genio y la libre de emprendimiento del mestizaje. Así también, la vida de ese teatro permite el análisis sobre el desarrollo de la profesionalización del teatro venezolano, trayendo a la discusión tópicos que aún son sensibles para el sector, como: las condiciones de producción, las condiciones de los actores, del público, de la crítica, del edificio teatral, de la organización gremial, etc.
Hago un llamado para que el decreto, dada su importancia histórica para la gente de teatro, se inscriba en una placa de las paredes del Teatro Bolívar, en el centro de Caracas, y así las nuevas generaciones lo tengan presente. Así mismo, invito a la creación de Centros de Documentación Teatral y al estímulo y formación de investigadores, ya que en nuestros archivos históricos reposan cientos de documentos inéditos sobre la evolución del teatro venezolano, como material para la comprensión del pasado en el presente, con miras al futuro.
Carlos Edsel González
Investigador
Caracas, 13 de noviembre de 2020