Hernando Calvo Ospina le encanta mirar. Fue invitado al décimo quinto Encuentro de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, durante los días 6 y 7 de marzo de 2017. Allí estaba sentado, escuchando, tomando notas, atento. Este escritor colombiano con residencia en Francia también estuvo en 2004, en el primer encuentro de la Red. Para ese momento y como cosa rara, le sucedió algo inusual. El presidente Chávez lo llamó a las cinco de la mañana para echarle un regaño. Le preguntó si Rodrigo Granda estaba en Venezuela.
Texto: Semanario TodasAdentro (Mayrin Moreno Macías)
Calvo Ospina fue quien dio la noticia de que el guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se paseaba por las calles de la ciudad de Caracas y casi lo secuestran junto a él. “¡Ay mi madre! Esas son las amistades y yo fui quien armó el escándalo, por eso el presidente Hugo Chávez se enojó conmigo y con Noam Chomsky, porque él decía que no era cierto. Alguna gente se le acercó y le dijeron que sí, que parara la pelea. Para él era difícil reconocer que la policía y los agentes de seguridad estaban infiltrados hasta arriba”, dice.
-Desde ese primer encuentro en 2004 hasta esta fecha y como miembro activo de la Red, ¿qué cree de estas reuniones?
-Siento que cada vez que vengo estamos comenzando. Cada vez los desafíos son más grandes y en cada ocasión no sabemos cómo responder. Le echamos la culpa a los medios de información.
Para mí no son ellos sino el sistema y antes de él, somos nosotros los culpables. Creo que hasta el mismo presidente Chávez cuando estaba vivo y todavía hoy, con el presidente Nicolás Maduro, caemos en una guerra de desgaste. Estamos en una guerra y no nos damos cuenta porque el sistema tiene que defenderse y lo sabe hacer muy bien. Éste muchas veces maneja nuestra agenda y decide quién es nuestro enemigo.
-Nos lo impone…
-De la manera más suave del mundo.
Si mañana el sistema decide que el Presidente de Brasil, que es amigo de ellos, o el presidente Macri son malísimos, aparte de que nos lo creemos, al siguiente día pensamos que son doblemente malísimos y les vamos a seguir la corriente a todo lo que digan. De las calumnias que se dijeron contra el presidente Chávez, por ejemplo, muchos de nuestros compañeros tuvieron dudas, las creyeron porque el sistema es esa máquina que no para de moler. Pone a dudar en todo.
No solamente fija nuestra agenda sino que condiciona nuestra cabeza a pesar de todo lo que digamos. Lo digo por mí mismo. Yo también caigo. Soy capaz de dar todo un discurso ahora y voy a una universidad a hacer otro sobre la manipulación de los medios de información y después salgo de allí y leo que una amiga, que la he creído santa toda la vida, los grandes medios dicen que es una prostituta, y yo digo ¿será?, no puedo creerlo, lo dijo el Times, luego lo repitió El Nacional de Venezuela, luego El Tiempo de Bogotá, y uno dice algo tiene que tener eso a pesar que tú hayas conocido a esa mujer en toda su integridad.
-¿Complot?
-No. Es manipulación de quienes saben manejar la información.
Calvo Ospina siempre lleva bigote. Viste sencillo, guayabera, pantalón. Conversamos en el lobby de un hotel de Sabana Grande, en Caracas. Su verbo es rápido como el movimiento del lugar. Entran, salen, entran, salen. Los trabajadores del hotel lo saludan. Quiero llevarlo a mi pueblo. Se sentiría a gusto. En la ciudad pasó por RNV, el Teatro Nacional, el Cuartel de la Montaña, la Cinemateca Nacional. No se quedó tieso o metido en su habitación ni por un momento.
Me cuenta que en 2009, viajaba de Paris a México y el avión tenía que atravesar EEUU y faltando una hora, más o menos, para que entrara al espacio estadounidense el piloto informó que no se podía pasar porque el gobierno informaba que en el interior había una persona que era un peligro para su seguridad nacional, un terrorista. Todo el mundo comenzó a mirar quién era el posible terrorista, hasta él. Recuerda que iba en el asiento pegado a la pared del avión, y miraba, y miraba, buscando a la persona.
Después que pasó todo, sintió vergüenza. Entró en la matrix. Andaba buscando a un tipo con túnica blanca y barba larga, un musulmán. Resultó que era él. “Nadie se había preocupado de saber cuánto malo o terrible era el Presidente de Siria, que no creo que sea un santo, pero tampoco es tan malo, para malo está Uribe y otra cantidad de desgraciados en América y en Europa.
Es después de toda la campaña que hay contra él, que nos estamos dando cuenta de que el tipo es terrible y, que merece que le metan semejante bombardeo y que destruyan uno de los países más bellos del mundo.
Cuando yo le digo a una gran cantidad de intelectuales que a mí, Putin me cae bien y cuando lo digo en Francia se me viene encima todo el mundo: que el hombre está buscando la tercera guerra mundial… y es al contrario, entró a balancear la cosa con EEUU. Estos son ejemplos de cómo manejan a nuestra gente y manipulan a quienes creemos que manejan la verdad”, dice.
Durante el encuentro de la Red junto a su compatriota Piedad Córdoba conversaron sobre atacar algo en concreto. “Yo me muero de la risa y los aplaudo debajo de la mesa al ver la capacidad que tiene el sistema de manipularnos. Creemos que tenemos un casco protector y un chaleco antisistema. Es mentira. Nos masturbamos a cada rato con la estampita de la Virgen Santísima. Lo iba a plantear en la reunión, pero lo que quiero es salir vivo de aquí”.
-¿Esta jornada permitirá nuevas estrategias comunicacionales?
-Sí, pueden servir. Me doy cuenta del trabajo que hacen algunas personas, del análisis que a veces uno no tenía en cuenta y que cada quien, desde su perspectiva, verá qué hace cuando regrese a su país. A mí me ha servido para tomar una bocanada de aire acá, a pesar de que ustedes tienen tantos problemas. No pasé mucho tiempo en la sala, lo pasé entre ustedes.
Preguntando a cuánto estaba el kilo de queso, el salario mínimo, para qué alcanza el salario mínimo, qué piensan, qué les toca la piel, porque nosotros no nos damos cuenta de eso. Nunca nos preocupamos. Nunca nos preguntamos qué piensa la gente que camina por una calle sin saber qué va a llevar a la casa pa’ echarle a la olla y de los barrios marginales a los que no se puede entrar porque hay unas pandillas tremendas, lo único que decimos es que allí vive el lumpen proletariado.
Todavía hay gente que dice así. Y yo que conviví con el lumpen proletariado porque viví en uno de los barrios más pobres en Cali, Colombia, sé lo que es. Son putas, son negros, son obreros, pobres pero eso no da ni cáncer ni produce sífilis. No han entrado a esos barrios a compartir con los borrachos. Yo prefiero entrar a un bar y hablar con las prostitutas, aun no me he acostado con ninguna, no por moralista, con ellas uno aprende mucho.
Aquí, en el hotel, me la paso hablando con toda la gente que trabaja acá, por eso le puedo decir cuánto cuesta el kilo de queso.
-¿A cuánto le dijeron que está el kilo de queso?
-No, no, yo me escandalizo con eso. Si lo comparo con el salario mínimo de la persona que me lo contó… En fin, la gran crítica que hay, no estoy diciendo que hay que trabajar en las minas, pero sí creo que necesitamos saber qué está pasando por la piel de la mayoría de la gente. Aún no sabemos responder. Para mí es un enigma.
Por ejemplo, acá en Venezuela, la Revolución Bolivariana sacó de la pobreza a muchos, les dio casa, educación, salud, y cuando pasaron a una especie de clase media votaron en contra. Explícamelo… yo le he preguntado a la gente por qué votaban por Chávez y contestan que porque hablaba mucho, a otros ya les cansaba su habladera, que hay que dejar que otra gente entre a ver si hacen algo mejor… claro, porque ya tienes el estómago lleno, o porque ya tienes solucionado tus principales problemas, es lo que creo.
Mira lo que pasó en Argentina, las medidas neoliberales mandaron más abajo del abismo a la clase media. Con Menem, la nevera de la clase media parecía que se fuera a pintar porque estaba vacía por dentro. Con los Kirchner volvieron a meter un chorizo y carne. Pero votaron contra ellos.
Por ahora escribe un artículo que llama “La clase media y el papel higiénico”. Dice que hay una relación tremenda. Cuando la clase media sabe que se le va a perder el papel higiénico o que lo perdió del comercio, se pasa pa’l otro lado. Eso pasó en Nicaragua, en Chile.
Macri amenazó si alguien cercano a los Kirchner gana las elecciones, se perdería hasta el papel higiénico. “Aquí pasó lo mismo. Yo no tengo ningún problema porque desde chiquito aprendí a limpiarme con papel periódico”.
-O a lavarse…
-Fui feliz. Nunca me faltó nada.
La vida le ha dado muchas dichas a este caleño. Los amigos son sus tesoros. También caminar todavía por este mundo, saber reír, haber conocido el proceso bolivariano con todos sus problemas. “Les ha tocado muy duro. El enemigo es muy grande. Y aquí se comenzó de cero. Hay que reivindicarle a Chávez, fue un titán, porque antes de él Venezuela era otra. Una sociedad totalmente diferente. Y conocer estos procesos, el de Correa, el de Evo Morales, caminar por sus calles. La única tristeza es vivir en Francia, de la que tampoco pienso irme a menos que me echen.
Vivo en París con mi familia. Es una sociedad moribunda, doblemente muerta, media zombie. La mayoría vive con pastillas, en la depresión. Pero tengo la confianza de que algún día cambie.
Es lindo saber que soy más latinoamericano que colombiano. Es lindo saber que en el único lugar del mundo donde hay una propuesta de vida diferente es en América Latina. Da rabia y alegría y es parte de las satisfacciones de mi vida. Los intelectuales franceses se creen Napoleón Bonaparte y no se han dado cuenta de que se han borrado de la historia de la humanidad porque ya casi no existen, los ha recuperado la derecha y no tienen nada para proponer. Intelectualmente ya no tienen ni un bombillo que los alumbre. Vivo desde hace 30 años en Francia. Cuando vengo acá me siento orgulloso. Eso es parte de los problemas que me he ganado y por eso no me van a dar la nacionalidad, ya el Consejo de Estado me lo dijo, quedó en manos del Presidente y a ese menos se lo voy a pedir”.
-¿Ya probó el ron venezolano? ¿Lo diferencia del colombiano?
-Desde hace años…yo casi no tomo bebidas colombianas. Estoy alejado de ellas a excepción de la política. Póngame a compararlo con el cubano. El ron blanco cubano me encanta.
-¿Usa la escritura como un arma?
-Cuando me pasó lo del avión y me arrestaron en México, fueron muy amables y corteses. Me preguntaron que si yo sabía manejar armas. Les dije que lo había hecho estando joven y que me había tumbado cuando la disparé. Mi única arma es escribir. Me contestaron que esa arma era más peligrosa que las de verdad. Yo no he terminado el bachillerato, pasé dos años por la universidad con documentos falsificados. En mi época cuando vivía en el Ecuador, la policía me agarró justamente cuando estaba a punto de graduarme de falsificador, me cortaron la carrera.
-¿Estaba en el lugar equivocado?
-A mí me cogieron donde yo sabía que me estaban esperando. Eso se llama abuso de confianza.
-¿Por qué tardó tantos años en escribir sobre su secuestro? Fueron 28…
-No sabía si hacerlo en primera persona o hasta donde podía escribir. Mucha gente de esa época ahora está en el gobierno de Correa y tenía que preguntarle a los compañeros de ese momento qué podía contar. También tenía otras prioridades. Lloré mucho escribiéndolo. El momento más duro fue cuando escribí la parte donde nos damos cuenta de quién nos traicionó.
-¿Qué le augura a Simón Trinidad?
-Que lo saquen de allá rápido y que no sé por qué firmaron una paz sin que él estuviera libre. Desde hace 12 meses han matado 140 compañeros del trabajo comunal y sobre todo desde el año pasado cuando se anunció la firma y se firmó han aumentado los muertos. Siento que se firmó una paz entre dos aparatos vencidos. He conocido el proceso, conozco a la mayoría de la comandancia, he tomado ron con ellos…