Compradores de derecho, por Freddy Ñáñez

Mision-Vivienda-VenezuelaEl ministro para la Cultura Freddy Ñáñez, conmovido por la marcha de este martes de las familias defendiendo el modelo de la Gran Misión Vivienda Venezuela, escribió un artículo sobre el tema en el diario Ciudad Caracas, donde plantea la interrogante ante el poder de la Asamblea Nacional de darle propiedad al pueblo, ¿por qué no elabora leyes que obliguen a la Banca y a las empresas privadas con mayor rentabilidad a tributar sus excedentes al fortalecimiento de la GMVV?

Texto: Ciudad Caracas

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Si la oposición venezolana, ahora erigida en Poder Legislativo, tiene la voluntad de dar propiedad al pueblo ¿por qué no elabora leyes que obliguen a la Banca y a las empresas privadas con mayor rentabilidad a tributar sus excedentes al fortalecimiento de la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV)? Y, ya que se trata de las mismas caras que gobernaron este país durante 40 años, de los responsables de la pobreza que aún hoy intentamos superar, preguntemos ¿por qué nunca antes se lo propusieron? A todas luces la ley que tiene por objeto “otorgar títulos de propiedad” a quienes ya son propietarios de sus casas gracias a una misión socialista, tiene mucho de sorna. Desgraciadamente no se trata de una burla más, sino de una estrategia populista para desmontar los derechos sociales que han sido posibles únicamente por la innovación conceptual tanto del derecho como de la propiedad misma. En el fondo es una guerra abierta a las formas de existencia más justas y más dignas que ha creado la Revolución: la idea del bien social. En este caso la propiedad familiar, donde la mujer, los niños, las niñas y los adolescentes tienen iguales derechos. El viejo liberalismo busca entonces repoblar, bajo el engaño de la libertad y la propiedad individual, el imaginario de sus tradicionales damnificados.

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Hay que decirlo: la GMVV no solo hace casas y apartamentos para cubrir el impensable déficit habitacional heredado de los malos gobiernos adeco-copeyanos, además de este prodigio –un millón de hogares entregados hasta hoy– logró revertir el carácter mercantil de la vivienda y el suelo urbano para convertirlos en derechos fundamentales que ampliaron el horizonte de expectativas sociales del pueblo venezolano, en el sentido de producir progresivas y nuevas maneras de relacionarnos con las cosas, los otros y el mundo.

Se trata de una experiencia comunitaria concreta para superar el violento modelo de acumulación individualista que envilece al hombre. Si leemos el régimen de propiedad de las viviendas de la GMVV, entendemos de inmediato la eficacia política de un proceso que protege a las familias, despojadas históricamente por el Capital, tanto de la marginación actual como de la restauración de su lógica expropiadora.

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Nosotros advertimos en la campaña electoral sobre el carácter retrógrado y neoliberal de los abanderados de la MUD y no hubo exageración al denunciar el riesgo de perder los derechos conquistados. Quitar las misiones de golpe hoy tendría un precio político demasiado alto y es obvio que la estrategia de la derecha apunta hacia su incorporación al modelo liberal, ahogando y corrompiendo el espíritu socialista de éstas, hasta hacerlas fracasar, como sucedió con la Reforma Agraria de Betancourt. Pero si se descarta en la MUD la supresión de las misiones por la fuerza bruta no es por falta de ganas, simplemente no cuentan –a diferencia de Macri– con el ejército. Les queda el engaño. El subterfugio de la entrega de “títulos de propiedad” es aún más peligroso que las balas: busca hacer cómplices a las víctimas de su gradual despojo. La mejor manera de robarte tus derechos es comprándotelos. Tan evidente es la jugada que dudo puedan timar de nuevo a este pueblo, verdadero sobreviviente de su estafa inmobiliaria.

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