Fallece en Maracaibo el poeta Blas Perozo Naveda

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Foto: Archivo/Panorama

El poeta Blas Perozo Naveda falleció este lunes 13 de julio en la ciudad de Maracaibo a los 77 años, a consecuencia de problemas hepáticos que venía padeciendo. Fue periodista, narrador, ensayista, docente y merecedor en 1989 del Premio Nacional del Poesía.

Texto: AVN

Nacido en 1943, Perozo era oriundo del estado Falcón, pero desde muy joven asumió a Maracaibo como su hogar y como el territorio cuya idiosincrasia inspiró gran parte de su vasta obra. En la capital zuliana fue miembro del movimiento poético conocido como Maracuchismo Leninismo, que enarbolaba a la palabra como arma de lucha desde el compromiso ético y estético.

Caín (1969); Babilonia (1971); Date por muerto que sois un hombre perdido (1973); Maracaibo City (1983); Mala fama (1988); Mala lengua (1989); El río y el rayo (1993); La piel áspera (2002); El gallo sagrado (2006); y Canción del guerrero muerto (2012), son algunos de sus poemarios.

En 2018, Monte Ávila Editores Latinoamericana publicó una antología de su obra titulada Millo en la cual también incluyó piezas inéditas cuyo tema central de reflexión fue la niñez.

Perozo egresó de la Universidad del Zulia como Licenciado en Letras y en la Universidad de La Sorbona, en París, se tituló como Doctor en Estudios Ibéricos e Iberoamericanos. Ostentó una larga carrera como docente universitario y como articulista en la prensa nacional.

Le quedó pendiente ser el homenajeado del 14° Festival Mundial de Poesía, tal como se anunció al concluir la edición 13 de la cita literaria venezolana, a la cual asistió y en el marco de la cual ofreció un recital en el Teatro Bolívar.

Su poesía, de estilo vanguardista y verbo irreverente, es en su conjunto un homenaje al ser humano sencillo, al obrero, a la ama de casa, a las añoranzas de la vida sencilla, a la cotidianidad del pueblo de a pie, una crítica descarnada al avasallante sistema de opresión capitalista y en general una bofetada para todas las formas de encarcelamiento del espíritu. También (y en consecuencia) es un testimonio de fervorosa e inagotable fe por el ser humano.

“Y me fui / Y comencé a respirar”, dice en primera persona el micropoema de la página 66 de Canción del guerrero muerto, volumen publicado por El Perro y la Rana en 2012.

Y en la 348 de Millo: “Con razón o sin ella/ renazco/ soy una cebolla/ por un arma de fuego, herido/ Por el amor de Laura Castellano, salvado”.

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