El Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, celebra 23 años siendo parte de la cautivadora historia del cine venezolano

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En el año 1994 nace el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, institución que surge por la necesidad de reivindicar las luchas de la comunidad cinematográfica del país. Durante casi 30 años, cineastas venezolanos abogaron por una ley de cine. Lo lograron un 1 de agosto de 1993, cuando entró en vigencia la Ley de la Cinematografía Nacional, fecha a partir de la cual el Estado venezolano debía liquidar FONCINE, y en un año debía abrir sus puertas una nueva institucionalidad. El CNAC desde entonces dirige el rumbo del cine venezolano, un motivo de orgullo dentro y fuera de nuestras fronteras, que hoy cuenta con 120 años de historias que resguardan nuestra identidad cultural.

Texto: Prensa CNAC (Jerick Hidalgo)

Uno de los objetivos principales de la institución, durante estos 23 años, ha sido el fomento a la producción de películas venezolanas. Además, el CNAC ha trabajado por la difusión, promoción, distribución y exhibición de esas producciones con sello venezolano en distintos escenarios del país y del mundo, para lucirlo y mostrar al público nacional e internacional la forma auténtica con la que los realizadores del país cuentan sus historias.

El CNAC, doce años después de su creación, logra la aprobación de la primera reforma de la Ley de la Cinematografía Nacional en el año 2005, proyecto que articuló con la participación de la comunidad cinematográfica venezolana en toda su pluralidad.

Con esta reforma, se dio pie por vez primera a abordar áreas como la formación y capacitación cinematográfica, materializada con la inauguración en 2005 del Laboratorio del Cine y el Audiovisual de Venezuela “Rodolfo Santana”, contribuyendo así en el proceso de aprendizaje de jóvenes cineastas en las diferentes áreas y fases de la producción cinematográfica, a través de programas como el Sistema de Apoyo a la Formación Cinematográfica (SAFCine), el Sistema de Apoyo al Guion Cinematográfico (SAGCine), y el Sistema de Apoyo a la Investigación Cinematográfica (SAINCine).

Para cualquier cinematografía la juventud es un pilar fundamental. Desde el año 2005, con el apoyo de SAFCine, el CNAC ha otorgado 842 becas para la realización de estudios cinematográficos; 456 becas en institucionales nacionales para cursar carreras de cine con los mejores preparadores y docentes del país; y 386 becas en el exterior para cursar estudios en escuelas de cine en Cuba, Argentina, Ecuador, España, Colombia, México, Brasil, Chile, Estados Unidos, Austria, Canadá, Estonia, Francia, Italia, Reino Unido y Portugal, apoyos dirigidos a las nuevas generaciones que tienen la aspiración de aportar un cine de calidad.

El Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, como fiel garante de la creación audiovisual, adicionalmente ha impulsado la formación cinematográfica con el acompañamiento con aportes a algunas de las instituciones públicas y privadas más importantes del país en lo que a cine se refiere, como a la Comunidad de Trabajo e Investigaciones (COTRAINV), la Escuela de Cine y Televisión C.A (ESCINETV), el Centro de Estudios Integrales de Comunicación Audiovisual (CIECA C.A) en Barquisimeto, la Escuela de Cine Documental de Caracas (EDCD), la Escuela Nacional de Cine (ENC), la Escuela Cine Guerrilla, la Escuela de Medios Audiovisuales de la Universidad de los Andes, en el estado Mérida (EMA/ULA), la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE).

Desde el 2005 hasta la fecha, la institución igualmente ha realizado 5.099 actividades de formación con una participación de 55.338 apasionados y comprometidos con el séptimo arte. De esas actividades se destacan 1.091 talleres especializados en animación, producción, documental, fotografía y guion, dictados por profesionales de alto nivel y recibidos por 16.006 personas. Del mismo modo, se han impartido 1.971 talleres de cine comunitario que han sido dirigidos a 36.793 integrantes de las comunidades organizadas en todo el territorio nacional.

A partir del 2009, se organizó un entramado de miles de talleres de cine a lo largo y ancho del país, en los 24 estados, con el programa “Cine en Curso”, el cual consiste en el dictado de talleres de creación audiovisual, aprovechando como facilitadores a los cultores y cultoras cinematográficos que forman parte de cada realidad regional, propiciando la mayor participación popular posible, lo cual dio pie a la creación de las Unidades de Producción Audiovisual Comunitarias (UPAC), embrión para lo que 5 años más tarde sería la conformación de las Redes Estadales Populares del Cine y el Audiovisual, dando un paso hacia adelante en el reconocimiento de la capacidad creadora del poder popular.

No puede faltar en la lista de programas educativos el Taller de Apreciación Cinematográfica, que cada viernes dirige el Maestro Román Chalbaud desde los espacios del CNAC, en la Sala que lleva su nombre, donde deleita a los participantes con grandes obras de la cinematografía mundial y que provienen de su colección personal, como “El manantial de la doncella”(1960) y “Persona” del cineasta Ingmar Bergman (1996), “El discreto encanto de la burguesía” ( 1972) de Luis Buñuel, “Teorema”(1968) de Pier Paolo Pasolini, entre otras significativas producciones. Charlas, cine foros, seminarios, conferencias y simposios son otras de las actividades fomentadas por el órgano rector de la cinematografía nacional, desde el Laboratorio del Cine y el Audiovisual de Venezuela “Rodolfo Santana”.

Como parte de los esfuerzos de la institución por fortalecer el cine en el país, en cuanto a darlo a conocer, el presente año se crean los programas CNAC Cine en Comunidad y las Clases Magistrales Descubriendo Nuestros Protagonistas del Cine Venezolano, uniéndose con ello al festejo de los 120 años del cine venezolano.

El programa CNAC Cine en Comunidad fue diseñado para apoyar y acompañar a creadores cinematográficos en el deseo de acercar el cine a las comunidades y así cultivar en la población venezolana una cultura cinematográfica sólida. El programa ha formado a niños, jóvenes y adultos en producción audiovisual en diferentes regiones del país, de manera que cuenten con las herramientas y desarrollen las destrezas necesarias para narrar sus tradiciones y creencias a través de un lente y de sonidos desde el lenguaje cinematográfico.

Por su parte, el programa Clases Magistrales Descubriendo Nuestros Protagonistas del Cine Venezolano posee dos aportes fundamentales, el primero es que a través de las clases se da visibilidad a las historias de los hacedores del cine venezolano quienes han dedicado más de 30, 40 y hasta 50 años a la actividad cinematográfica; en segundo lugar, estos técnicos cinematográficos sirven de ejemplo para las nuevas generaciones, compartiendo sus conocimientos, experiencias y recomendaciones para el desarrollo del cine nacional.

En 2013, en aras de fomentar la investigación, el CNAC creó su Sello Editorial, con el cual se han editado más de 30 publicaciones. Hasta la fecha se han reproducido 35.800 ejemplares, en los que la juventud nuevamente es protagonista con títulos como “La Mirada Femenina en el Cine Venezolano” de la escritora y periodista Rosa Raydán, “Anatomía del Guión Coral, Esqueleto, Músculos y Corazón” de la cineasta merideña Alcione Guerrero, “Mentiroso Extraordinario, Alternativa aplicada a la dirección de actores y la construcción de personajes para cine” del actor y director de cine y teatro Marcos Altuve.

Diversidad y frescura en el Cine Venezolano

El cine venezolano se ha caracterizado por retratar la temática social. Tras el lente y pluma de muchos cineastas consagrados, como Román Chalbaud, Clemente de la Cerda, Luis Alberto Lamata y Carlos Azpúrua, se ha reflejado la realidad social de nuestro país. Sin embargo, en la actualidad la nueva generación de cineastas está aportando una nueva mirada recorriendo los diferentes géneros cinematográficos.

Edgar Rocca, director de la película “El peor hombre del mundo” (2016), es uno de esos jóvenes cineastas que aporta nuevas formas de contar historias en el cine venezolano. Llegó al cine tras una búsqueda vocacional. Estudió Bibliotecología en la Universidad Central de Venezuela (UCV), pero sentía un vacío, él quería encontrar un oficio que lo apasionara, y al que pudiera dedicarse el resto de su vida, y así un día se compró un libro de guion, allí comenzó su historia. El cineasta decidió prepararse y comenzó sus estudios en la Escuela de Cine y Televisión (ESCINETV), estudios apoyados por el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía.

“El CNAC en esos momentos tenía unos planes de beca del 100% y entonces después de mis notas del primer módulo, apliqué y me seleccionaron. Estudié los otros dos años y medio de la carrera gracias a la beca, el CNAC cubrió los gastos de mis estudios de cine acá en Venezuela, entonces un poco ésta fue la historia (…) Los estudios de cine me sirvieron para no ser empírico, para no ser un paracaidista, no esperar un golpe de suerte, tomé una decisión de vida, por eso es algo que yo valoro mucho”.

Para Rocca, durante los últimos 10 años, la diversidad de géneros del cine nacional ha crecido con películas como “La casa del fin de los tiempos” (2013) de Alejandro Hidalgo y “Papita, maní, tostón” (2013) de Luis Carlos Hueck.

“Estamos como en esa nueva refundación de lo que son los géneros en Venezuela y el tratamiento de una futura industria del cine venezolano, que sea sólida, sostenible, bastante internacional, es el aporte que podemos dar los nuevos cineastas”.

Edgar Rocca expresó que admira como investigador a Amábilis Cordero, cineasta venezolano del cine mudo de los años 20, quien fundó los Estudios Cinematográficos Lara, y también al director Román Chalbaud, a quien considera un familiar y gran amigo.

Como el cine es diverso, también son diversas las formas en que llega el cine a la vida de los cineastas:

El sonidista Marco Salaverría incursionó en el cine por su amor a la música. Salaverría comenzó en el estado Nueva Esparta con talleres de cine, literatura y poesía, organizados por el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía y la Asociación por un Buen Cine.

Él recuerda que cineastas de la talla de Edmundo Aray visitaban la isla para dictar los talleres. “Empecé a trabajar en una cooperativa en la isla con compañeros de diferentes áreas y empezamos a hacer documentales pequeños, de nosotros aquí en la isla, y por ahí me fui enamorando del cine. En un momento vi la posibilidad, gracias a las becas del CNAC, de ir a estudiar a una escuela prestigiosa como lo es la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños en Cuba, y bueno ahí decidí completar los estudios que me dieron un vuelco gigantesco de cómo veo el cine ahora”.

El cineasta asegura que la juventud venezolana está sumándose al movimiento del “resurgimiento del cine latinoamericano”, inventando historias, con la virtud de tener la posibilidad académica dentro y fuera del país, a diferencia de otras generaciones. “Yo creo que las generaciones nuevas toman ese formato también de aprender haciendo pero se nutre muchísimo de la formación académica y teórica, y eso es una gran diferencia y espero que allí esté realmente el aporte de nuestra generación”.

Los cineastas que Salaverría considera como fuente de inspiración son el poeta, cineasta y escritor Edmundo Aray, el director Luis Alberto Lamata y el maestro Román Chalbaud. “Yo creo que todos los que hacemos cine vivimos como en una especie de circo rodante donde aprendemos a querernos en las diferencias, a entendernos, a viajar, a conocer el país, el mundo, los lugares. Yo creo que después que entras en el mundo del cine, ver cualquier otro oficio, o imaginarte dentro de otros oficios se te hace difícil”.

La cineasta Keily Jiménez Estrada tiene otra historia. Desde niña se interesó por las artes, la pintura, la música, la fotografía y el teatro; estudió Comunicación Social, Publicidad, Artes Plásticas, hasta que finalmente cursó la carrera de Artes Visuales en la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE), donde comenzó a descubrir las potencialidades de expresión mediante imágenes y sonidos del cine. Desde entonces no se visualiza haciendo otra cosa.

Jiménez considera que el cine es un arte estrechamente conectado con la época en que se vive. “El cine siempre carga intrínsecamente un elemento documental sea en la imagen, en la temática o en el punto de vista de una obra. Pienso que el hecho de que un joven haga cine es siempre algo curioso, pues tiene la tendencia a tratar asuntos muy actuales, que están conectados directamente con lo cotidiano y que son expuestos a partir de un repertorio fresco. El cine hecho por autores jóvenes, a pesar de pecar en calidad por la inexperiencia, muchas veces dialoga de una manera directa con el espectador y la sociedad”.

Para la joven, estudiar en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, en Cuba, mediante una beca otorgada por el CNAC, fue un “divisor de aguas”. “En la EICTV todo es intenso, los trabajos, las clases, las discusiones, las convivencias con el cine y cineastas de todo el mundo, de manera que el desarrollo también ocurre de manera intensa. Digo que fue un ʻdivisor de aguasʼ también por las personas que conocí, las amistades, las oportunidades y en mayor grado por haber descubierto el montaje. A pesar de mis pocas experiencias previas con el montaje, fue en la EICTV que decidí seguir esta especialidad y descubrí capacidades y virtudes en mí que no esperaba”.

Para finalizar comentó que el cine venezolano, al igual que la cinematografía latinoamericana, es un cine de diálogo con la realidad, “el cine venezolano tiene que cumplir su rol, de buscar nuevas historias que estén asociadas a nuevas visiones del mundo y nuevas estéticas. Si hay una ventaja de hacer cine en nuestros países, donde la producción es poca y restricta, está en poder y deber explotar nuevas formas de hacerlo como una demanda necesaria por la sobrevivencia del cine”.

El Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, institución rectora del cine nacional, celebra los 23 años de su creación y los 120 años del cine venezolano, ratificando su compromiso con la comunidad cinematográfica de impulsar e incentivar la producción del cine venezolano, mediante planes de formación en el área que permitan el surgimiento de nuevos hacedores de cine, bajo una mirada profesional.

 

Publicado por Angie Vélez
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