El presidente venezolano, Nicolás Maduro, impuso orden Simón Rodríguez al escritor uruguayo Eduardo Galeano al término del acto antifascista por el 40º aniversario del derrocamiento de Salvador Allende, en Chile. “A lomo de mula fue recorriendo pueblo por pueblo para la revolución educativa que propugnó”, comentó del inmortal maestro el autor de Las venas abiertas de América Latina. “¡Qué no se nos muera nunca Simón Rodríguez!”, rogó el escritor uruguayo Eduardo Galeano este miércoles 11 de septiembre, luego de recibir la orden que lleva el nombre del Maestro del Libertador, de manos del presidente Nicolás Maduro.
Texto: ANTV, AVN, Correo del Orinoco
El reconocimiento tuvo lugar una vez culminado el acto de cierre de la Marcha Antifascista por la Paz y la Vida, realizado frente al Palacio de Miraflores, Caracas, donde dirigió un discurso el Mandatario venezolano, en cadena nacional de radio y televisión. Maduro añadió que la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), en su Consejo de Ministros de Cultura, también decidió entregarle al intelectual un premio especial proveniente de su Fondo de Cultura.
Al recibir la condecoración, Galeano expresó: “Es un inmenso honor para mí recibir esta condecoración de Simón Rodríguez, que fue llamado como ‘El Loco’ Rodríguez, la primera mitad del siglo XIX. Porque este ‘loco’ fue capaz de hacer la primera revolución educativa de América Latina que está todavía a medio hacer, pero él fue el profeta y el que la puso en práctica durante los años que vivió”.
“El loco Rodríguez” ripostaba llamando “copiones” a los educadores de entonces, y los aconsejaba para que dejaran a los niños ser preguntones. También los instaba a que permitiesen estudiar juntos a varones y hembras, para que los primeros aprendieran a respetarlas y las siguientes a no tenerles miedo a los últimos.
Detalló el valioso aporte del maestro de Bolívar, en contribución del sistema educativo. “Ese ideal educativo que es también el actual aquí y en América Latina. (Rodríguez), estuvo recorriendo pueblo por pueblo, ciudad por ciudad. Siempre con su proyecto de escuelas nuevas”, dijo.
Subrayó como el maestro de Simón Bolívar, “en sus escuelitas modestas”, enseñaba lo que en la época llamaban oficios viles: carpintería, herrería y albañilería, madera, hierro y tierra, en ese orden, su materia prima.
“Yo quise hacer de la Tierra un paraíso para todos y la hice un infierno para mí”, retrotrajo esta confesión de Samuel Robinson, seudónimo del pedagogo que lleva el nombre de la misión alfabetizadora creada por el Comandante Eterno Hugo Chávez.
Luego leyó un pasaje que escribió de Manuela Sáenz, quien, ya vieja, vivía de cocinar conservas, y ocupaba como un trono su mecedora, a decir de Rodríguez. “El andariego” Simón y Manuela se sentaban juntos a fumar, los dos seres que más quiso el Libertador: su maestro y su amante. “No olvidemos al loco”, pidió con insistencia Galeano.
Honor y gloria a Eduardo