La tradicional manifestación patrimonial, El Toro de Colores, que desde hace más de 90 años engalana el domingo de octavita de Carnaval en la acogedora población de Santa Cruz, municipio Lamas del estado Aragua, nuevamente derrochó vistosidad y colorido, con la representación de la faena taurina.
Texto: Prensa MPPC
Organizado por el Concejo Municipal bolivariano de Lamas, a través de su dirección de cultura, la celebración contó con la entusiasta participación de niños y jóvenes de las instituciones educativas de la localidad que promueven la preservación de esta manifestación como patrimonio cultural, así como las comunidades y familias portadoras de la tradición.
Después del recorrido por las calles, en el simulacro en el cual participaron más de 12 personas, entre toreros, cargadores, un doctor y un enfermero, se representó la faena en la parte de la cuadrilla, con quiebres y movimientos propios de la tauromaquia. El torero, herido por el toro, es atendido por el doctor que se acerca de forma jocosa a brindar cuidados.
El Toro de Colores, expresión cultural que tiene sus remotos antecedentes en la época colonial, es una imitación del astado, que se elabora con madera, cabilla, papeles de colores cortados en flequillos, agarraderos para quien lleva el toro, además de la imitación de los testículos del animal. Un par de cachos y la cola real, la cual es buscada en los mataderos de la zona.
Declarado Patrimonio Cultural del estado Aragua, el Toro de Colores es un ícono representativo del municipio Lamas, que pobladores y visitantes esperan para disfrutar los domingos de Octavita de Carnaval, en que las calles semejan una policromía.
Al principio era un solo toro, pero cada año se van multiplicando los animales con la incorporación de jóvenes y de escolares, gracias a cultores como José de Jesús Velásquez, integrante del Sistema Nacional de Culturas Populares (SNCP), quien desde hace 52 años ha impulsado esta manifestación cultural, organizando y dictando talleres en escuelas para preservar la tradición en la que al principio sólo participaban unas cuatro o cinco familias.
Con esta tradición, que contribuye a exaltar los valores culturales y la identidad del poblado, los lugares, autoridades y visitantes, despidieron con alegría, en Santa Cruz, los carnavales del 2017.
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