Con gran satisfacción he observado que, durante estos últimos años, la celebración de la Paradura del Niño se ha expandido a varias zonas del país, no sólo en las iglesias sino en las comunidades. Algunos afirman que la Paradura del Niño, festividad religiosa-tradicional-popular, particularmente de la región de los Andes venezolanos, comienza a partir del 25 de diciembre. Pero no es o no era así. Las paraduras comienzan al día siguiente de la llegada de los Reyes Magos, esto es el siete de enero y se prolongan hasta el día de la Candelaria, el dos de febrero, cuando cierra la Navidad en Venezuela.
Texto por Lucila Contreras para CiudadCCS
La celebración de la Paradura varía de acuerdo con la familia, entidad o sector comunitario que la realice, yendo desde lo más sencillo, con el rezo del rosario en familia, hasta las grandes fiestas con la representación viviente del Nacimiento. Una sola familia la lleva a cabo dentro de su propia casa, tal como ha sucedido por años en mi caso. Mis abuelos y padres fallecieron pero nosotros conservamos la tradición en la misma forma que ellos lo hicieron, no obstante haberse trasladado de Mérida a Caracas hace muchos años.
Rezamos el rosario; en el momento de recitar las letanías el Niño Jesús se coloca en un pañuelo más o menos grande cuyas cuatro puntas son sostenidas por otras tantas personas, quienes fungen de padrinos, preferiblemente niños. A cada uno de los presentes se le da una pequeña vela encendida que lleva durante la procesión por todo el interior de la casa proclamando alabanzas, pidiéndole al Niño Dios por la salud, unión, paz y la reconciliación, así como la bendición del hogar. Al finalizar la procesión los presentes besan los pies de la imagen del Niño y, después, éste se coloca en el pesebre, pero “paraíto”. Para finalizar se reparte bizcochuelo, dulces y ponche crema o vino.
Lo que he descrito corresponde a una paradura rezada, también existe la cantada, en la que el acto se ameniza con cantos entonados, generalmente a dos voces, acompañadas por instrumentos de cuerda como la guitarra, el violín y el cuatro, mientras se recorre la casa y/o las calles aledañas al lugar donde se encuentra el pesebre.
Una variante de esta tradición es conocida como Robo y Búsqueda del Niño. En algunas poblaciones, una persona simula robar la imagen que permanece escondida por varios días; entonces se acuerda su devolución y se prepara un cortejo integrado por niños ataviados como la Virgen, San José, pastorcitos y ángeles, quienes van a buscarlo en procesión hasta el lugar donde se encuentra, en medio de cánticos y alabanzas.
Una vez en su casa, el Niño es adorado por los invitados y se coloca en el pesebre, de pie. Se reza el Rosario, se ilumina con velas y se pasea por la casa para que la familia anfitriona reciba la bendición del Niño Jesús.