Venezuela es reconocida por su gran cantidad de artistas, quienes en muchas ramas han dejado su huella fuera de nuestras fronteras. Sin embargo, en el mundo del graffiti son muy pocos quienes pueden llevar su arte a los muros de otros países.
Texto: Ciudad CCS (Victor Lara Quintero)
Uno de estos exponentes es Wolfang Salazar, joven de 25 años concido en el arte urbano con el pseudónimo “Badsura”, apelativo que según explicó, es una respuesta a la catalogación de “basura” que hacen en algunas partes de la ciudad a quienes escriben en las paredes.
“En Chacao es catalogado así. Y es como una incoherencia que argumenten eso cuando el graffiti y la pintura pueden generar sonrisas y pueden reivindicar todos esos valores que tenemos como venezolanos y latinoamericanos”, dijo en entrevista con Ciudad CCS.
El artista inspira sus propuestas en la reivindicación de los valores venezolanos desde la gráfica, el color, la composición y creando estilos únicos; los cuales lo llevaron a que su trabajo sea conocido a escala internacional.
Y es que a pesar de que el graffiti no es propio de Venezuela, resaltó “tiene que tener su propia identidad, tiene que tener sus propios términos, sus propios valores”.
Por esta razón, Salazar fue invitado a uno de los eventos más importantes de este arte urbano: el Meeting Of Styles Alemania, que se realizó del 10 al 12 de junio en la ciudad de Wiesbaden, en el país germano.
“Me hacen esta invitación a este evento, que desde el punto de vista de Suramérica, es un tributo a artistas que manejan una gráfica distinta. Luego dije, no solamente puedo pintar acá. También debería aprovechar para poder ir alzando esta bandera en otros lugares y que tome mucha más fuerza el sentido principal de lo que hago”, agregó.
Entonces se puso en contacto con la Embajada de Venezuela en Berlín, capital de Alemania; y aprovechando una postulación que realizó la sede diplomática enmarcada en el Bicentenario de la muerte de Francisco de Miranda, presentó una propuesta que tuvo receptividad, a pesar de no ser tan tradicional.
“No tenemos que esperar que sea el bicentenario para hablar de Miranda y la forma en que yo expreso, es más urbano, es más de la calle y es otra manera de que el legado de Miranda llegue a la sociedad”, relató Salazar.
Allí realizó su mural titulado Universa 2, junto al colectivo Interbrigadas. Contó que mientras realizaba su trabajo ofrecía información a quienes preguntaban por el prócer venezolano.
También resaltó que a pesar de que tuvo algunos problemas con las autoridades del país europeo para hacer este trabajo, lo pudo culminar sin inconvenientes.
Posteriormente pasó a la ciudad de Wiesbaden, donde realizó una intervención titulada Experimental. “En donde la mezcla con varios artistas del graffiti y de la escritura hizo que expandiera más los conocimientos”, agregó.
Y uno de los conocimientos aprendidos fue que existe una variación distinta en cuanto al color y al trazo.
“Son experiencias lejanas, diferentes, pero enriquecedoras a la vez”, enfatizó.
De allí se trasladó a Italia donde pintó junto a graffiteros de mucha trayectoria como Peeta, Dado, Made, Kerotto, entre otros; quienes se especializan en algunos estilos más complejos como el 3D, el Wild y el Realismo.
“Son personas que yo he admirado desde que comencé a pintar. Poder tener hoy en día la oportunidad de recibir una invitación de parte de ellos para poder pintar es un orgullo muy grande para mí”, expresó.
La intervención realizada en la ciudad de Lecce fue una exposición de arte “porque cada quien exponía un estilo único y propio. Acá era una expresión meramente de diferencias artísticas, donde se conversaba, se dialogaba, se establecían relaciones que fortalecieran más la movida”.
La obra titulada Luna es una reivindicación a los pueblos indígenas bajo la imagen del pueblo Yanomami.
“Era un atardecer y en uno de los extremos se encontraba el sol y del otro lado la luna. Este personaje tenía una idolatría hacia la luna (…) porque la luna influye en nuestro comportamiento”, explicó.
La última parada fue en París, Francia. Allí, con la ayuda de la Embajada de Venezuela, se le rindió tributo a Carlos Cruz Diez, artista del cinetismo. “Quien logró marcar un punto de separación de las artes en general”, resaltó.
Gira dejó frutos
El joven muralista aseveró que esta gira le dejó grandes enseñanzas porque pudo fortalecer con su trabajo la cultura de Venezuela, así como dar otra visión de nuestro país en el exterior y “vean que no solamente somos fuertes en la política, en los deportes, en nuestra comida, sino también en las artes. Y poder lograr esto me convierte en una persona más sensible a lo que se ve y se vive en Venezuela”.
En este sentido aseguró que esta gira también le dio mucha sensibilidad sobre lo que ocurre en el país, por lo que reflexionó sobre muchos jóvenes que se van del país buscando su beneficio individual. “Qué bonito es poder ir y venir una y mil veces, y poder llevar el sentimiento que vives día a día ahí”, agregó.
Enfatizó que se debe conocer la historia y no solo el día a día, “porque si nosotros mismos no luchamos por ella, tal vez la globalización la suprima y seamos gente sin ningún tipo de rasgos”.
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