Desde el pasado miércoles, una matriz de opinión se ha impuesto desde políticos, medios de comunicación, redes sociales y organizaciones no gubernamentales, acusando a voceros gubernamentales de “mentirosos” porque se afirmó que diferentes centros de salud construidos por el gobierno bolivariano en los barrios y sectores populares (conocidos como CDI o Centros de Diagnóstico Integral) habían sufrido daños el pasado lunes al ser atacados por grupos de oposición, pero supuestamente no se han hallado fotos ni evidencias de estos daños.
Texto: Luigino Bracci (Alba Ciudad) – Porciones por el sitio web del Sibci
Es una matriz de opinión desdeñable, que intenta minimizar o hacer pasar debajo de la mesa lamentables realidad: en los hechos violentos del pasado lunes, ocurridos luego de que Henrique Capriles Radonski llamara a cacelorear y protestar exigiendo un reconteo de votos, murieron 8 personas en diferentes lugares del país.
Muchas personas alegan que los ataques contra los CDI fueron meros cacerolazos. Queremos decir que esto es falso, pero aún si fuera cierto, ¿cacerolear un CDI es algo de poca importancia? Si cientos de chavistas rodearan una clínica privada y la cacerolearan (algo que jamás estimularíamos ni aceptaríamos), ¿los medios de derecha se lo tomarían como algo de poca importancia?
Cacerolear un CDI… ¿algo trivial?
Entendamos esto como se debe: Un CDI es un centro de salud dedicado a salvar vidas, por lo que un cacerolazo contra el mismo no debe ser tomado como un hecho trivial o insignificante. Es algo grave. Es algo que debe ser rechazado por todo el mundo. No es lo mismo cacerolear desde un balcón, en una plaza o cacerolear un banco (como se ha hecho en Argentina, Grecia o Chipre), que cacerolear un centro de salud en el que hay médicos y pacientes en recuperación. Y mucho menos si ese centro de salud se dedica a atender a los más pobres.
Es entonces donde ocurre lo incomprensible: antichavistas y gente de clase media y media-alta van a cacerolear un centro de salud, en este caso el CDI de Piedra Azul, La Limonera, el pasado lunes. La gente de La Limonera obviamente acude a defenderlo. Es una de las pocas cosas que consideran suyas, es donde muchas se han curado o donde les han salvado la vida. En su interior hay médicos cubanos y probablemente hay pacientes y personas siendo tratadas o en recuperación, pues los CDI tienen quirófanos.
Esa es la razón por la que gente de La Limonera y otros sectores populares salieron a defender su CDI: porque, para ellos, significa muchísimo más de lo que podría significar para alguien del este una clínica privada. Y su defensa costó dos vidas: las de José Luis Ponce y Rosiris Reyes Rangel, ambos de 45 años.
Aquí dos fotos del sepelio:
Esta es una entrevista a sus familiares:
Además: durante el sepelio, fueron capaces de dispararle desde los edificios a la marcha fúnebre durante el traslado del cuerpo sin vida de José Luis Ponce, de 45 años, fallecido el lunes. Isaac Lozano, mostrado abajo, resultó herido en la clavícula.
Esta es una entrevista a familiares de Lozano, realizada por Venezolana de Televisión el mismo día martes:
Creemos que las razones para el cacerolazo iban mucho más allá del reconteo de votos solicitado por Capriles. Si esa fuera la causa, la gente cacerolearía en sus casas o en alguna sede del CNE. Pero cacerolear las instalaciones dedicadas a darle servicio a los más humildes, sólo demuestra un profundo odio a quien es diferente de ti. La discriminación va más allá del color de piel: tiene que ver con el origen y el estrato social.
Racismo y discriminación por estrato social
La situación en La Limonera se parece un poco a la que vivieron los afroamericanos en el sur de los Estados Unidos en los años cincuenta y sesenta del siglo XX, cuando, liderados por Martin Luther King y otros luchadores sociales, así como organizaciones de defensa de derechos civiles como la NAACP, batallaron para abolir el principio de “separados pero iguales” que regía en ese momento: los negros no podían usar los mismos asientos en los autobuses que los blancos, no podían usar los mismos baños, los mismos sitios de comida, ni las mismas escuelas y universidades. En la mayoría de los restaurantes, el baño para blancos tenía todas las comunidades mientras que el baño para negros era poco más que un pozo séptico. Las escuelas para blancos eran de gran calidad, tenían mayor presupuesto y mejores instalaciones.
Sin embargo, el odio ni siquiera tiene razones para existir: La gente de clase media-alta van a sus costosas clínicas privadas; los de La Limonera van a su Barrio Adentro, a su CDI y a hospitales públicos. Los primeros usan escuelas privadas, los segundos van a liceos y escuelas bolivarianas. Es una situación “separados pero iguales” de facto, con la diferencia de que el Estado venezolano no está afectando a la gente de clase media-alta. Nadie está obligando a niños de clase alta de Baruta a sentarse a estudiar junto a niños de una barriada.
¿Y si fuera al revés? ¿Si el pueblo caceroleara clínicas privadas?
Esto lo puntualizo porque, mientras que un CDI nunca rechazaría a nadie de clase media-alta, las clínicas en cambio sí rechazan a las personas de clase baja. Los pobres sí que tendrían razones para atacar las instalaciones de quienes jamás los aceptarían, pero no lo hacen ni lo harán. Ningún chavista ha pensado alguna vez hacer un cacerolazo a una clínica privada, no porque sus dueños no lo merezcan, sino porque en una clínica privada hay pacientes, hay gente recuperándose y hay médicos echándole pichón por salvar vidas. Ir a cacerolear un sitio de salud, sea público o privado, no tiene otro nombre sino fascismo.
Hay otra diferencia a nivel de infraestructura: si un grupo de chavistas acudiésemos a cacerolear y atacar clínicas, seríamos grabados por todos los sistemas de seguridad que ellas poseen (cámaras y dispositivos que graban las 24 horas del día). De inmediato apareceríamos en Globovisión y en medios internacionales, causándose un efecto psicológico inmediato en la población. Los agresores seríamos repudiados por la comunidad nacional e internacional, y en pocas horas estaríamos en prisión.
En cambio, los CDI y los módulos de Barrio Adentro, en su mayoría, no tienen esos dispositivos. No pueden grabar a quienes los atacan. No hay forma de mostrar los ataques. Por ello, a pesar de lo grave y fascista de esta acción, no hay nadie preso, e incluso tenemos que soportar gente que dice que nunca ocurrieron.
Sin embargo, a medida que las víctimas son contactadas por diferentes medios de comunicación, comienzan a aparecer las pruebas de que los ataques sí fueron reales, fueron graves y no deberían repetirse nunca más.
El CDI de Palo Verde (Caracas)
De allí que algunos vecinos de la zona, alarmados, comenzaron a escribir que estaban quemando el CDI y pidieron ayuda urgente a través de las redes sociales de Internet.
El origen del fuego, según contaron Betsy Camacho y Maryira Angulo, vecinas del sector 5 del barrio José Felix Rivas y activistas comunitarias en el consejo comunal Alí Primera, fue con bombas incendiarias desde la parte trasera del CDI. “Las vecinas pudieron ver como las bombas surcaban en espacio en medio de la oscuridad, ya que esa noche se registró un apagón que se prolongó hasta el día siguiente”,explicaron a periodistas de la página web del Sibci.
“Por fortuna las bombas reventaron sobre un muro de contención que protege la estructura del centro de salud, pués de lo contrario se pudo haber causado una explosión”, contaron las vecinas al Sibci. “En la parte trasera de la edificación se almacenan las bombonas de oxígeno que son inflamables. Desde el mismo lunes los vecinos de distintos sectores del barrio José Félix Rivas se movilizaron para enfrentar los ataques. Todos se encuentran en alerta, especialmente a la hora de los cacerolazos”.
Ese fue el segundo día de ataques. El día anterior, el CDI fue atacado con tres bombas incendiarias. Camacho y Angulo explican que los artefactos inflamables fueron lanzadas desde la parte alta del edificio Residencias Don Giovanni, adyacente al complejo comunitario ubicado al final de la calle 10, y provocaron un incendio en una carpintería que forma parte de las actividades productivas del núcleo endógeno. Asimismo causó la destrucción de una plantación de hortalizas, que también forma parte de las tareas productivas que se desarrollan en el lugar.
El CDI de La Vaquera (Guarenas)
Buscando en Twitter, también hemos encontrado imágenes de agresiones a otros centros de salud del Estado. @GutierrezUCV tuiteó esta imagen de un Barrio Adentro en el sector La Rosa, Guatire:
Esta otra imagen proviene de @ALBERLYNMIC y muestra un Barrio Adentro atacado en Valencia.
A pesar de esto, la actitud de grupos oposicionistas y medios de comunicación de derecha ha sido trivializar y burlarse de estos hechos. Por ejemplo, esta imagen de “CDI en llamas” ha sido tuiteada una y otra vez, mientras el candidato Henrique Capriles Radonsky y medios como Globovisión, El Nacional y El Universal insisten en alegar que no hay pruebas de agresiones a CDI.
Fallecidos
- José Luis Ponce Ordóñez (45 años, La Limonera, Baruta, estado Miranda)
- Rosiris Reyes (45 años, La Limonera, Baruta, estado Miranda)
- Luis Eduardo García Polanco (24 años, Maracaibo, estado Zulia)
- Henry Rangel La Rosa (San Cristóbal, estado Táchira)
- Keler Enrique Guevara (estado Táchira)
- Ender José Bastardo Ágreda, 21 años (Cumanacoa, estado Sucre)
- Rey David Sánchez (menor de edad, Maracaibo, estado Zulia)
- Jonathan Hernández Acosta (Maracaibo, estado Zulia)
Repudio total a los ataques. Los CDI sirven a pobres y ricos, a estos ultimos los hemos visto utilizarlos.