A diferencia de otros países de América Latina y del mundo donde desde hace décadas la partería se estudia, en Venezuela este es un oficio ancestral que se ha mantenido vigente a pesar de la medicalización del parto y que reivindica los saberes femeninos que se transmiten de generación en generación.
Texto: AVN
La partera venezolana, hoy en día solo presente en las áreas rurales, se dedica al arte de traer bebés al mundo gracias a conocimientos de ginecología y obstetricia natural, aprendidos de forma empírica, con la ayuda medicinas naturales obtenidas de plantas, frutas y hierbas que varían de acuerdo con cada región.
Como la gran mayoría de los saberes, oficios y tradiciones ancestrales de Venezuela y América Latina, la partería en el país también supo combinar los conocimientos heredados de los pueblos originarios, africanos y europeos que convergieron en estas tierras, incorporando costumbres, prácticas y técnicas de esas tres raíces.
Como amor, paciencia, sin intervenciones y sustancias innecesarias, y casi siempre en la calidez del hogar de la parturienta, la partera ayuda a las mujeres a reconocer las señales en su cuerpo que se presentan en cada etapa del embarazo, en el momento del parto, durante el amamantamiento y durante las semanas o meses del puerperio.
El primer Censo de Patrimonio Cultural 2004-2007 registró en el país a 56 parteras activas. Se trata de las sobrevivientes de un oficio que está en extinción pero que en los últimos años ha sido reivindicado.
En 2016 el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC), reconoció la longeva labor de dos de estas parteras, habitantes de Barlovento, estado Miranda, nombrándolas Portadoras Patrimoniales. Fueron Juana Rafaella Guillén de Itriago y Cirila Vega, esta última ya fallecida pero cuyo legado es tan amplio que da nombre a la maternidad de la localidad de Maporal.
“Que haya una maternidad que atienda solo partos naturales como la Maternidad Cirila Vega y en donde las parteras aporten sus conocimientos ancestrales solo es posible en Revolución, al igual que se certifique a una partera”, manifestó en ese momento Dinorah Cruz, gerente general del IPC, antes de hacer entrega del certificado a una emocionada y sonriente Juana Guillén, de 78 años de edad.
60 años trayendo bebés al mundo
Juana Guillén narró durante el acto de reconocimiento que sus primeros pasos como comadrona los dio acompañando a una doctora de apellido Briston que atendía en El Guapo, estado Miranda. “Yo era cocinera de ella y la acompañaba a las casas donde atendía los partos. Ella me enseñó a hacer tactos”, recuerda.
Recordó que se declaró como partera en 1957. “Tengo mucho amor por lo que hago, por eso aún vengo a la maternidad a ayudar con las parturientas, para que traigan a sus niños”, adicionó. El relato fue reproducido en la página web del IPC.
Aunque no sabe con exactitud la cantidad de niños y niñas que ha ayudado a traer al mundo, Guillén calcula que son unos 500, “y gracias a Dios nunca se me murió ningún niño ni ninguna madre. Yo siempre le pedía a Dios antes de que comenzara el trabajo de parto para que todo saliera bien, y atiendo con muchos cuidados a las parturientas”.
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