Los intrusos te vieron como una hacienda. Bañada por caudalosos ríos, azules mares y manglares, dulces lagos, excelsas montañas, cerros nevados y rubios arenales donde la luna esplendorosa se paseaba.
Texto: Giovanni Cedeño
Atrevidas llanuras en que se pastoreaban los rebaños, infinitas sabanas cromadas de armoniosos esteros y amenizadas por alegres palmeras que, al ritmo de la brisa dejan oír el trinar de pintorescas aves tropicales.
!Pero no!, no era una hacienda, era mi bella Venezuela, con su pueblo de recias fibras, hombres laboriosos y hermosas mujeres de canela, de arcilla caribeña, de inmarcesible ternura, dulce gracia y probada bravura.
Madres de dignos vástagos propensos al sol, la luna, el viento y el amor, concisa y diáfana señal de libertad. Formados para el trabajo, el deber y la paz, pero también para hacer respetar su fuero y dignidad.
Pero la ambición de los intrusos perturbó su visión. Su insaciable codicia precipitó su rapaz afición por el metal y el oprobio, por la humillación y el saqueó. En tierra buena para la paz, sembraron el odio y la crueldad.
La ilusa creencia inequívoca del intruso en su poder omnipotente; su horrendo crimen, terror y violencia, animada por rancias convicciones sólo les permitió crear su propio cementerio y despertar la ira en un pueblo manso.
Por tres siglos los intrusos mantuvieron su yugo. El pueblo fiel siguió el ejemplo de sus progenitores, en cada amanecer una nueva lucha, otros esfuerzos, otro empeño, otro comenzar con más lumbre que tiniebla.
Frente a los reveces, la lucha nunca desmayó arreció como una tempestad; la borrasca se hizo fuerte, se tiñó de colores y de contenido; brotaron los Guaicaipuro, los Bolívar, los Zamoras y los Chávez, asidos a la causa.
La corona puso todo su honor para aplastar a un salvaje pueblo de América que tuvo la osadía de reclamar Independencia y Patria Soberana; y con soberbia dijo a sus huestes: -¿Cómo es eso que una manada de rebeldes agrestes se atrevan a pisotear la legendaria reputación del noble ejército español? -Su excelencia- No son rebeldes agrestes, son fieras a caballo, lanzas en mano y hasta empuñada por mujeres al grito de Patria o Muerte.
El monarca furibundo ordenó poner las cosas en su justo lugar. Convocó un Armisticio y sentenció su voluntad. Pero ya la suerte estaba echada y el horizonte despejado.
Resplandeció el sol para la batalla final. El Clarín de la Patria Proclamó la Libertad, toda la ardiente pradera partió unida rumbo a Carabobo para vencer siempre y no regresar más cualquiera sea el intruso.
Caracas, junio de 2021
Emoción al despertar con sentimientos patrióticos que dormitados están en el pensamiento de cada venezolano orgulloso por haber acudo, crecido y exhibido por el mundo el pasaporte venezolano!