Los Pastores de San Miguel de Boconó se preparan para celebrar llegada del Niño Dios (+Fotos)

En la población de San Miguel de Boconó, estado Trujillo, el 4 de enero en la noche, los Pastores del Niño Dios, bajan hasta el tempo del pueblo para romper el silencio. A la 1:00 de la madrugada suena el primer cohete y se oyen los gritos de alegría que inauguran los días centrales de esta celebración cultural que tiene aproximadamente 400 años de existencia.

Texto: Prensa MPPC

Tierra de campesinos agricultores, San Miguel de Boconó aún mantiene la concepción ancestral (Cuica) que relaciona al hombre con la naturaleza sagrada y la espiritualidad de las montañas y ríos. La magia de estas montañas propicia un ambiente de misticismo y energía que se mezcla con el catolicismo.

En la Fiesta de los Pastores del Niño Dios de San Miguel de Boconó, se hacen rezos, cantos de velorio, misas, romerías, ofrendas, posadas y promesas al niño, y a otros santos. Se pide y se agradece por las necesidades humanas, personales y colectivas; por la salud, por las cosechas, por el bienestar de la comunidad.

Los Pastores están conformados por comparsas, grupos de cada uno de los sectores, cada comparsa tiene músicos, cantores y disfraces, también la figura del capitán y sus ayudantes con responsabilidades concretas dentro de la celebración, igualmente la figura del Capitán Mayor, quién guía a su vez a los capitanes de comparsas.

Son una organización social y campesina que tiene su propio desarrollo y estructura y que mantiene su autonomía frente al otro y frente a las instituciones. Conservan valores como el intercambio y la hospitalidad, que involucran a miles de personas, entre pastores y todos quienes asisten y colaboran con la manifestación popular.

Los días centrales de la celebración 4, 5 y 6 de enero, las comparsas se distribuyen para poder participar en todas las actividades. Es una forma de creación cultural colectiva, que revela nuestra diversidad e identidad, que sin dejar a un lado sus valores religiosos, los vivifica con su colorido, alegría, irreverencia y subversión carnavalesca.

Nos vemos ahí dentro, en el ese maravilloso ambiente colectivo, con la alegría de la llegada del Niño Dios, para agradecer lo que nos da la vida con mucha fe, danza, colorido y música.

 

 

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