Artículo de Alí Rojas Olaya, Gerente General del Fondo Cultural del Alba, defendiendo los contenidos que pueden encontrarse en intérpretes de rap y hip hop de nuestro país, dando ejemplos concretos en las letras de algunos de ellos, cargadas de contenido social y de influencia positiva y revolucionaria.
Autor: Alí Ramón Rojas Olaya
Gerente General del Fondo Cultural del Alba
Hace unos días el ministro Reinaldo Iturriza dijo que muchos de los intérpretes del rap y del hip hop son intelectuales emergentes. Los culturosos se molestaron, los opinadores de oficio sacaron de sus gualdrapas sus sanguijuelas y hubo hasta quien colgó en la red de redes un gris video.
El hip hop es una manifestación artística juvenil nacida en la década de los sesenta en la periferia negra y latina neoyorkina, con mayor exactitud en el Bronx y Harlem. Su expresión se enmarca en la cultura de la resistencia a través de la cual convergen cuatro formas estéticas de rebeldía contra la desigualdad social: texto (Rap), música (Turntablism o DJing), baile (Breaking) y visual (Graffiti).
La voz rap surge del acrónimo en inglés rhythm and poetry (ritmo y poesía) y las comunidades latinas lo asocian a revolución artística popular. En esta ópera contemporánea que lanza un alarido a una sociedad hegemónica que vive hipócritamente de la miseria del otro, confluyen la oralidad traducida en recitativos con rimas urbana que, con una música percutiva, un baile que desafía a la sociedad esclavista estadounidense y una cultura visual estremecedora, intenta despertar conciencias a quienes impávidos aceptan sus penurias rezagados en el margen de la historia.
En Venezuela este género ha tenido mucha aceptación en la juventud. Muchas de las letras afirman lo dicho por Iturriza. En Desclasao, del grupo 2PaLaCausa, se habla de “Un sistema económico emanado del nuevo orden mundial “que aparece inyectado en nuestras mentes y hasta el extremo” de hacernos “olvidar quiénes somos y hasta renegar de nuestra propia gente”. Por su parte Doble E en Grito estudiantil dice “Soy un estudiante contra la ley neoliberal, soy un estudiante que pega y grita contra la maldad y la barbarie”. En No queremos su justicia, el colectivo El Cayapo arremete “Somos los mismos esclavos, pero con computadora”.
Explica el periodista venezolano Luigino Bracci Roa que “existen decenas de raperos venezolanos y latinoamericanos que desde hace muchos años están aprovechando la riqueza musical del continente para integrar el hip hop con decenas de ritmos tradicionales y populares”. Un ejemplo es Arepa, guarapo y flow que canta Compay Son: “Oye cómo se canta en mi tierra, somos latinos dando sabor y canela, arepa, guarapo y flow de Venezuela”.
Nuestra gente que aprendió el pentagrama en la calle merece respeto. Tan válida y buena es la Sinfonía N° 12 de Shostakovich dedicada a Lenin como un joropo en la voz de José Romero Bello o Latinoamérica de Calle 13, porque en definitiva somos “el mar Caribe que vigila las casitas, haciendo rituales de agua bendita. El viento que peina mi cabello”. Somos “todos los santos que cuelgan de mi cuello. El jugo de mi lucha no es artificial porque el abono de nuestra tierra es natural”. La cultura es incompatible con la inquisición. ¡Viva la intelectualidad emergente de los poderes creadores del pueblo!