Sabe que al dejar de ocupar el cargo de Ministro en el área de las culturas, esta institución debe seguir dedicada a crear y mantener espacios para que se exprese el intelectual colectivo. Así lo dice el ministro de Cultura, Reinaldo Iturriza, cuando el semanario Todasadentro dialoga con él en función de escudriñar por dónde se orienta este Primer Congreso Internacional “Inventar la Democracia del XXI”, que tiene su centro de operaciones en Caracas, durante los días jueves 28, viernes 29 y domingo 30, del presente mes.
Fotos: Mayrin Moreno Macías
Ya la pasada semana, a partir del jueves 23, de manera simultánea, las entidades federales del país estuvieron debatiendo los cinco ejes estratégicos y seis puntos del temario sugerido para el mencionado Congreso, donde se reflexiona y profundiza acerca de Soberanía, ciencia y tecnología; Educación liberadora; Revolución del conocimiento; Cultura, comunicación y prácticas simbólicas; Economía para la vida; Ciudades en disputa: entre el capital y su gente; y Antiimperialismo, multipolaridad y relaciones Sur-Sur.
Las jornadas rinden un homenaje especial al recién fallecido vocero del intelectual colectivo de origen nuestroamericano, Eduardo Galeano; pero también está presente, como un aura de creatividad y pensamiento, nacido hace 100 años en la ciudad de Caracas, César Rengifo. Finalmente, la dialéctica robinsoniana del intercambio de saberes, resulta evidente cuando el desafío está planteado bajo el imperativo de inventar: “Inventamos o erramos”, en palabras del propio Simón Rodríguez.
-¿Qué le podemos inventar a nuestra democracia, luego de haber visto, en 1989, como el propio pueblo democratizó la violencia y, más tarde, democratizó al Estado, a su Constitución, estructura y leyes?
-El presidente Nicolás Maduro nos manda a organizar este Congreso y nos orienta a homenajear con él a un personaje de la estatura de Galeano. Decir Eduardo Galeano, en su vinculación con Venezuela, es decir Simón Rodríguez. Y eso nos une y nos lleva a admirar más a Galeano, con la misma fascinación y admiración con la que este veía a Rodríguez.
-El verbo “inventar” ha sido utilizado, de manera reiterada, con un sentido peyorativo, sin embargo, Samuel Robinson lo redimensiona como verdadera opción ante el posible fracaso. ¿Cuál es su reflexión al respecto?
-Es verdad que Simón Rodríguez es un personaje redescubierto por el chavismo, como sujeto político, histórico. Redescubierto por Chávez. Nos pareció que una manera de homenajear a ambos era proponernos un congreso en el que pensáramos cómo inventar la democracia. La democracia y los Derechos Humanos, que son temas con ideas muy nuestras, pero que se utilizan sistemáticamente contra la Revolución Bolivariana, no solamente para desacreditarla sino para establecer una guerra frontal contra ella. Una guerra que no es solamente simbólica, en el plano de la cultura, sino que es material y se expresa en diversos ámbitos, como el económico.
-Pareciera que vivimos tiempos que reclaman más acción, ¿por qué discutir y reinventar la democracia cuando el intelectual colectivo se está expresando claramente desde el 27-F de 1989?
-La Revolución Bolivariana no puede entenderse sin un esfuerzo por reinventar la democracia. Aquí no solamente ponemos en cuestión la vieja manera de hacer democracia sino que creemos firmemente en la necesidad de un sistema político que esté consultando y discutiendo permanentemente sobre los destinos del país. Pero, sobre todo, porque luego de la consulta y la discusión hay que ejecutar, hay que actuar.
Aunque entendemos que el pensamiento mismo es una manera de actuar. Creemos firmemente en una democracia en la que la mayoría del país acometa las tareas que les corresponden. Nos hemos trazado como horizonte ―y está en el Plan de la Patria― una sociedad anticapitalista. Parados desde ahí, ratificando nuestra posición firmememente socialista y anticapitalista, estamos en condiciones y en disposición de discutir, con quien sea, qué es la democracia del siglo 21. Hacia eso apunta este Congreso Internacional.
Democracia y socialismo
-¿Es redundante decir democracia socialista? ¿Acaso una democracia auténtica no se corresponde con el socialismo?
-Si nos ubicásemos por fuera del terreno del debate de ideas, por supuesto que, para los entendidos, estamos ante una tautología. El punto es que, justamente, la democracia es un significante en disputa.
Mucha gente tiene pocas dudas sobre el hecho de que “el gobierno de los Estados Unidos es democrático”. Es un gobierno democrático, pero de una manera muy singular. Hay mucha gente, aquí, convencida de que España es una democracia, de que en Europa prevalece la democracia, así como que, en Venezuela y América Latina, en general, predominan los populismos. Populismos que tienden a ser democráticos pero que son populismos antes que democracias. Hay gente que está convencida de que en Alemania hay democracia y de que la hay más que en Grecia. Es parte del “picante” que uno le pone a una discusión que tiene que ser sabrosa, que no debe reducirse a entendidos. Justamente una de las cosas interesantes de Venezuela, es que aquí todo el mundo discute, todo el mundo reclama y critica. Lo cual no es algo negativo. Fuimos capaces de crear una democracia en la que todo el mundo discute, en cualquier esquina. Y no tenemos problema en discutir con nadie porque, para nosotros, democracia y socialismo sí es la misma cosa.
Dejarse seducir por la realidad
-Hablemos de invitados a este congreso. ¿El intelectual colectivo que se expresó en los hechos del Caracazo, en 1989, estaría invitado a un Congreso como este?
-Yo diría que el desafío último de estos encuentros que nosotros organizamos, es, justamente, que eso sea posible. Así lo pensamos, buscamos y conseguimos con el Foro Permanente de Pensamiento y Acción. Por supuesto que estamos aquí ante un falso problema: el pueblo que se expresó aquel 27-F no es el mismo que se va a expresar en el foro.
Si creo que tenemos que revisar radicalmente los lugares y los sujetos de reflexión. En Venezuela hay una intelectualidad de muy alto nivel, como sucede en todos los campos de la vida. Tenemos una propención, verdaderamente asombrosa, a menospreciar los que somos y los que nosotros tenemos. Y no me refiero solamente al chavismo. Es como una tara de las sociedades que han estado marcadas por su pasado colonial. Si una civilización no es capaz de “descubrir” su identidad, si no es capaz de definir su personalidad -y no lo digo en función de las otras civilizaciones- porque aquí lo que se ha pretendido es un cosmopolitismo, un universalismo, que niega completamente nuestra singularidad, nuestra particularidad.
Sobre eso han escrito nuestros mejores intelectuales y creo que tenemos mucho de eso allí, mucho de esa intelectualidad a la que no le hemos terminado de dar el lugar que se merece. Y este es uno de los principales retos de un Ministerio como este: darle el nivel que se merecen esas voces. Si algo nos hace falta, en Venezuela es tener otra interlocución.
Y, los otros sujetos, lo reclaman igualmente. Somos expertos en hablar de los movimientos sociales de una manera más o menos abstracta. A veces, cuando les vemos la cara, no nos gusta lo que vemos. Nos parece una cosa muy desordenada, muy anárquica, algo que reclama mucho.
Es el chavismo y si vamos a hablar del chavismo, propiamente, tenemos que habituarnos al tono, a los planteamientos, a la audacia política, a los ritmos, que muchas veces no son los mismos. Definitivamente no son las cosas que nosotros nos leímos. No se parecen mucho a nuestro marxismo-leninismo de librito, es decir, la humanidad es mucho más sabrosa. Uno lo que tiene es que dejarse seducir por la realidad. Hablamos mucho de encuentros de intelectuales, artistas y movimientos y los que están son los intelectuales, no están los movimientos ni los artistas. Eso es un error. Es lo que tenemos que terminar de reconocer e incorporar. Crear el espacio de participación colectiva.
¿Cómo vamos a discutir el tema de la ciudad sin los motorizados? Yo puedo tener la valoración que sea de los motorizados con los que uno se topa cotidianemente. Pero ¿y los motorizados durante las guarimbas del año pasado? ¿Los motorizados que marcharon aquí, recientemente, para respaldar al presidente Maduro? Yo creo que tiene que estar Ricardo Molina, un extraordinario camarada, pero también tienen que estar los compañeros de los urbanismos, también tienen que estar los compañeros del movimiento de pobladores, también tienen que estar los motorizados y Fruto Vivas.
Qué sabroso poder discutir sobre una política tan extraordinaria donde todos estamos comprometidos con el tema, como es el caso de la vivienda, por mencionar un ejemplo. Tenemos que propiciar el diálogo entre la
mayor cantidad posible de sujetos. ¿Cuáles son los sujetos que nosotros estamos invitando acá? Artistas, activistas de los derechos humanos, militantes del movimiento popular, en sus diversas expresiones, técnicos y científicos. Estamos hablando de un congreso que incluya a los intelectuales, pero no es un congreso de intelectuales sino de movimientos sociales.
Un congreso sin discriminar a nadie, es un congreso que enriquece. Asumimos el exhorto del presidente Maduro cuando nos señala “ustedes tienen que seguir construyendo el intelectual colectivo”. Una revolución es sumar, incorporar, no mantener a nadie al margen. Y los problemas que afectan al común deben ser abordados en común, sin discriminar. Todos los tronos hay que acabarlos, hay que implosionarlos. En una revolución a esa gente se le destrona, porque nosotros tenemos artistas, intelectuales, científicos que entienden que la Revolución Bolivariana es una cosa que vamos a hacer entre todos.
-¿El centenario y homenajeado César Rengifo está invitado al Congreso internacional “Inventar la Democracia del Siglo XXI”?
-¡Indudablemente! ¡Rengifo está invitado!
“Esas calle ardidas / por jadeantes vehículos /
y rostros angustiados, / donde bajo las frentes /
hay ojos que no miran / y bocas indecisas /
que para nadie hablan; / no son aquella calles /
en las cuales los pasos / de quienes caminaban / eran humanidad”
César Rengifo
Mi ciudad / 1969
(extracto de su poema)