Consultado por la situación que abre la orden ejecutiva de EE.UU., el profesor de Estudios Latinoamericanos de la UCV Javier Biardeau propone analizar el tema con seriedad. “Todas estas decisiones no pueden ser consideradas simples errores, sino que forman parte de una estrategia de alcance más amplio, continental”.
Autor: Prensa MPPC (Fernando Vicente Prieto, @FVicentePrieto)
-¿Cuál es tu opinión sobre la orden ejecutiva del presidente Barack Obama?
Se trata de un punto decisivo en una estrategia de escalamiento por parte de los EE.UU., que se ha venido pronunciando sobre la situación interna de Venezuela, en particular luego de las protestas violentas del 2014, apoyadas explícitamente por EE.UU. Protestas que dejaron 43 fallecidos, una cantidad importante de lesionados, destrucción de edificaciones públicas, etcétera.
Los efectos inmediatos de las guarimbas, luego de su derrota, fueron utilizados a nivel mediático internacional como un pretexto para señalar a Venezuela como un país que está violando o lesionando los derechos humanos, sobre todo a partir de la detención de Leopoldo López.
Pero cuando uno analiza rigurosamente la exposición de motivos de la decisión que toma primero el Congreso norteamericano con la ley de sanciones y luego la Casa Blanca con la orden ejecutiva, vamos a encontrar la decisión de EE.UU. de intervenir en los asuntos internos de Venezuela, violando los elementos claves de todo proceso de señalamiento jurídico, como son el derecho a la defensa, el debido proceso, la presentación de pruebas, la existencia de un tribunal. Llama la atención entonces que EE.UU. denuncia la debilidad institucional democrática de nuestro país, pero no le molesta que su Congreso se convierta en juez, en abogado, en fiscal, en parte acusadora y sancionadora de presuntos hechos de vulneración de derechos humanos en Venezuela.
La matriz dominante a nivel de la opinión pública internacional plantea que son decisiones que tienen simplemente el carácter de sanciones a determinados funcionarios, pero si analizamos en profundidad, vamos a encontrar que va mucho más allá. Representan una clara injerencia en los asuntos internos de Venezuela.
Ante esto, es importante sentar una clara posición de rechazo claro, terminante, a esta orden ejecutiva del Gobierno norteamericano. Y hacer un llamado al pueblo venezolano y a diferentes sectores a la construcción de una mayoría patriótica que levante las banderas contenidas en la propia Constitución de Venezuela, como Estado nacional soberano.
Crear un criterio de demarcación claro entre aquellos factores políticos y sociales que están a favor de una injerencia abierta o encubierta de los EE.UU. en los asuntos internos del país; y aquellos factores que consideren que los asuntos internos de Venezuela deben ser resueltos exclusivamente por los venezolanos, sin injerencias de corte imperialista que pretendan condicionar la política interna del país.
Se trata de un tiempo de definiciones, de quiénes están efectivamente con la defensa del orden constitucional. Creo que es necesario generar todas las condiciones favorables para el diálogo político, pero colocando sobre la mesa un conjunto de normas, principios y valores que comprometan a los actores nacionales a respetar absolutamente la soberanía y la independencia de Venezuela.
¿Qué cabe esperar en cuanto a intervención militar, no necesariamente en términos convencionales, y también en relación al plano económico, financiero y comercial?
Dada la situación interna de Venezuela, que es una combinación bastante complicada de sabotaje económico y manejo de políticas para la coyuntura, EE.UU. puede intentar meterle más candela al sabotaje. Presión sobre el tipo de cambio, presión sobre sectores importadores, proveedores de materias primas, presión a la banca para intentar que las calificadoras de riesgo coloquen a Venezuela como un país de mucho más riesgo que el real. Es decir, como plantea explícitamente Obama, tratar de torcerle el brazo al Gobierno para que asuma políticas económicas favorables a los EE.UU.
Desde el punto de vista militar, nosotros tenemos un problema, denunciado desde hace largo tiempo, que es la progresiva infiltración de paramilitares colombianos en Venezuela, que pudiesen operar junto a las unidades organizativas vinculadas a la protesta opositora venezolana, cuyos comportamientos en las guarimbas dan luces sobre un nivel de organización, preparación y logística que le hacen ver a uno que no se trata de protestas espontáneas, ni pacíficas.
Son protestas organizadas, con entrenamiento en la confrontación de calle, con redes de comunicación y de logística, con apoyo económico que le hace a uno sospechar que se ha dado una invasión silenciosa, para situaciones de conflicto mucho más intensas que las que se han dado hasta ahora.
Hay una estrategia de guerra no convencional desde EE.UU. hacia Venezuela, que implica tomar en cuenta cómo han sido las formas de intervención más recientes en el Medio Oriente y en la cuenca sur del Mediterráneo. Esto puede implicar, por ejemplo, bloquear electrónicamente el cielo venezolano, sabotaje de unidades militares, operaciones militares encubiertas, atentados.
¿Qué tareas tiene la Revolución Bolivariana ante esta situación?
Desde mi punto de vista, Venezuela tiene cuatro factores que lo pueden ayudar a intentar el objetivo prioritario en este momento, que es derogar la orden ejecutiva de Barack Obama.
En primer lugar, un escudo geopolítico continental: lograr una integración y una unidad política férrea en defensa de la soberanía nacional. Creo que sería importante también que los pueblos católicos, los movimientos populares y los gobiernos le hicieran un llamado al Papa Francisco, para que hiciera un reclamo explícito de la derogación de la orden ejecutiva.
En segundo lugar, es importante desarrollar la fortaleza moral del pueblo venezolano en la defensa de su dignidad nacional y su soberanía, más allá de las adscripciones ideológicas, políticas y partidistas de cada quien. Hay un objetivo prioritario que es la defensa de tu Constitución y de tu país, ante una amenaza de orden internacional, en este caso de EE.UU.
En tercer lugar, la movilización popular. En la medida en que hay mayor fortaleza y acumulación de fuerzas en los sectores populares venezolanos, es mucho más costoso políticamente intentar una intervención. En cuarto lugar, un elemento clave del proyecto bolivariano es el nuevo papel de las fuerzas armadas, que es la unidad cívico militar.
En este marco tan complejo, ¿dónde queda el camino señalado por el presidente Maduro en torno a superar el Estado liberal burgués y construir el Estado comunal, que es el planteo de Hugo Chávez?
Desde el punto de vista estratégico, no debería existir ningún tipo de duda en torno a la necesidad de profundizar el proceso bolivariano. Ahora, desde el punto de vista táctico, creo que hay que evaluar cuáles son las mejores condiciones para alcanzar objetivos intermedios que nos pueden llegar a hacer alcanzar los objetivos finales.
Hay que hacer un análisis concreto de la situación concreta. A veces pecamos por exceso o por defecto de voluntarismo. Pensar que hay que renunciar al proyecto de Chávez y que hay que convertir al proceso en una socialdemocratización de la Revolución Bolivariana. O por otro lado plantear un salto revolucionario sin tener la acumulación de fuerzas necesarias para abordar las exigentes tareas de construcción de otra sociedad, sin considerar las graves vulnerabilidades y rezagos en el mundo productivo, el carácter rentista y atrofiado de nuestra estructura económica.
Tenemos que producir esa mediación entre el país rentista y el país productivo, generando desarrollo económico con justicia social, donde el poder popular, la economía comunal, es un elemento clave de esa nueva economía productiva.
Este es el momento de unificar y generar un debate político en profundidad y con altura sobre la encrucijada que se está viviendo actualmente en el país y colocar, eso sí, un método de reflexión, debate y contribución que en vez de agriar el clima lo que hace es enriquecerlo y fecundarlo. Hay que apoyar críticamente al Gobierno, y que la crítica sea concebida como un elemento necesario para proponer alternativas a quienes tienen que tomar decisiones.
La crítica no puede ser el pretexto para contribuir a deslegitimar al Gobierno bolivariano, así sea de manera muy tangencial. Uno tiene que ser muy responsable en estos momentos. Hay que discutir no sólo la dimensión política del compromiso con el proceso bolivariano, sino también la dimensión ética, la responsabilidad de lo que uno está haciendo, poniendo cada granito de arena en cada lugar para mejorar la correlación de fuerzas en favor del proyecto bolivariano. Eso sí, sin desconocer que la reflexión crítica, las propuestas, las alternativas, son importantes.