Para Oscar Battaglini Suniaga, el cuatro venezolano es anterior a la guitarra española

El historiador y musicólogo Oscar Battaglini Suniaga presentó dos libros dedicados a la sonoridad nacional. Uno de los volúmenes se titula El joropo: Evolución histórica desde el Barroco hispano hasta nuestros días y el otro texto lleva por nombre El cuatro: continuidad y evolución con respecto a la guitarra renacentista. Las obras –que fueron editadas por el Centro Nacional de Historia (CNH) y el Archivo General de la Nación– se distribuirán en la red de Librerías del Sur.

Texto: Correo del Orinoco (Várvara Rangel Hill) / Fotos: AVN y Correo del Orinoco

La presentación de los textos se realizó en el Museo Cuadra de Bolívar, en la celebración de los siete años del CNH. Durante la actividad, el autor ejecutó diversos instrumentos para ilustrar con sonidos las propuestas de sus escritos.

-¿Por qué dos libros por separado sobre el joropo y el cuatro si van prácticamente unidos?

-Fue un parto morocho, y es muy raro que le publiquen a uno dos libros, es rarísimo. Hice mi tesis de maestría hace cuatro años sobre la música tradicional venezolana, específicamente, en los rasgos de la música antigua española presente en algunos géneros venezolanos. El librito del joropo tiene un capítulo de ese trabajo de la maestría, un trabajo que de hecho ganó el Premio Municipal de Música en 2012. En el CNH estaban interesados en publicar algo sobre el joropo y me hicieron la propuesta de adaptar el contenido del trabajo de grado. El libro sobre el cuatro nació de mi interés, porque toco el laud renacentista y el cuatro. Publiqué un artículo, un requisito para ingresar a la Sociedad Venezolana de Musicología y casualmente me dijeron que también lo podían publicar. Fue genial que coincidieran las dos cosas.

-¿Es un libro sobre la historia del cuatro?

-Efectivamente, sobre todo de sus orígenes. Muchos piensan que el cuatro es un derivado de la guitarra española de seis cuerdas. Pero es al revés, el cuatro es anterior a la guitarra que conocemos hoy en día, porque hace 500 años la guitarra tenía cuatro cuerdas. La guitarra que hoy conocemos como clásica tuvo un periodo de evolución desde hace 500 años y es el resultado lo que vemos hoy. El cuatro es en realidad el abuelo de esa guitarra (renacentista), que aquí se mantuvo con las cuatro cuerdas, no evolucionó a las seis.

-¿Fue entonces un instrumento del campo?

-En la época del renacimiento era utilizado por las clases populares, de hecho, se le llamaba de música golpeada. El humilde conquistador español trajo su instrumento, aquí la gente se apropió (de la guitarra renacentista) en ese gran mestizaje, y mantuvieron ese producto cultural intacto durante 500 años.

-¿En qué cambió el instrumento que trajeron los españoles al que hicimos en Venezuela?

-La afinación se mantuvo idéntica, salvo que nosotros incorporamos eso de cam-bur-pin-tón. La prima (primera cuerda), que debería ser la más aguda, aquí es una de las más graves, eso es una innovación. Otra innovación es la añadidura de los trastes, antes el cuatro o la guitarra renacentista tenía 10 trastes y ahora tiene 14 y hasta 17. Han sido en realidad pocos cambios. El cuatro como instrumento es muy similar en sus dimensiones y en su afinación a lo que fue la guitarra renacentista, eso es lo que queremos rescatar, cómo se la ingeniaron acá para mantener un instrumento en su forma primitiva, original.

-¿Estos son libros para expertos, musicólogos?

-Obviamente un musicólogo podrá disfrutarlos pero están escritos en un lenguaje suficientemente llano como para que cualquiera pueda entenderlos. Como somos historiadores, tratamos de no profundizar en lo estrictamente musical para darnos a entender. Hecho el cuento de las raíces del joropo y del cuatro. Hay cosas que uno piensa que son más recientes y en realidad están contenidas en un pasado bastante remoto, en el caso del cuatro, desde la misma llegada de los conquistadores y en cuanto al joropo, este hunde sus raíces en el siglo XVIII. Hay reseñas escritas y documentales de que había un género y un baile con ese nombre aquí en Venezuela en pleno siglo XVIII.