El presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, presentó este martes el balance de Gestión 2017-2020 del cuerpo plenipotenciario en su última sesión. Destacó que la ANC recuperó la paz y la institucionalidad en el país, en medio del caos generado por la extrema derecha en 2017.
Texto: VTV y CiudadCCS
Desde el Palacio Federal Legislativo, en Caracas, Cabello afirmó: “La institucionalidad estaba en peligro, estaban jugando en contra de los intereses de la Patria. Fíjense en lo sabio que es nuestro pueblo y con los votos el 6 de diciembre la institucionalidad de la Asamblea Nacional se recuperó”.
El también diputado electo a la AN aseveró que las elecciones del pasado 6 de diciembre fueron posibles gracias al trabajo de la ANC: “A esas elecciones no llegamos por obras caídas del cielo, no, tuvimos que trabajarlas y eso fue gracias a la labor de la Asamblea Nacional Constituyente”.
En ese orden de ideas, expresó que un Parlamento está para procurar el bien común, con políticos de verdad.
Cabello manifestó que en Venezuela se necesita una oposición de verdad, que no dependa de Estados Unidos, Colombia, ni de la Unión Europea, sino de los votos y voluntad del pueblo.
Instó a los revolucionarios y revolucionarias a continuar en la batalla y seguir aprendiendo a sobrellevar los ataques del imperio y sus lacayos.
A continuación el balance de gestión presentado en el Palacio Legislativo:
Una Constituyente por la paz y la soberanía nacional
La razón histórica
Cuando el Padre Libertador Simón Bolívar llegó al Congreso Constituyente de Angostura a dar su mensaje, el 15 de febrero de 1819, pensó claramente en el futuro que debía transitar la recién nacida patria que aún libraba una feroz guerra de independencia para expulsar al imperio español de tierras suramericanas.
Con mucha claridad, aquella que deviene de la experiencia militar y política, El Libertador convoca al poder plenipotenciario reunido en Congreso soberanamente para consolidar el edificio Republicano, para construir un sistema político que reúna la capacidad de sostener íntegra la unidad y a su vez dote de seguridad social, estabilidad política y felicidad al pueblo, como objetivo primordial de la acción revolucionaria, en especial a partir de la estrepitosa caída de las dos primeras Repúblicas.
Fuente histórica fecunda resultó este proceso, no solo por la idea visionaria de Simón Bolívar como Jefe Supremo que condujo la definitiva victoria militar dos años después en el campo de Carabobo; sino además nos permitió ver las amenazas al sostenimiento del proyecto, caracterizado en aquel tiempo en las intrigas políticas y conspiraciones provenientes del extranjero, que veían con recelo la unión de nuestros pueblos, sumado al espíritu faccioso y divisionista que fue clave para echar por tierra el diseño expuesto en Angostura.
Sobre las virtudes más elevadas de este proceso histórico, el Comandante Hugo Chávez presentó al país la propuesta Constituyente para transformar el estado de cosas en crisis y con dificultades en todos los órdenes, a través de un proceso que necesariamente sería el engranaje entre el modelo político en extinción y el comienzo del nacimiento de uno nuevo, fruto de la democracia participativa y protagónica del pueblo venezolano, sistemáticamente excluido del poder, del ejercicio de sus derechos, del acceso a lo público, de tener la posibilidad de organizarse y andar el camino de construcción de su propio destino en el ejercicio de sus más amplias libertades.
La República toda estaba bajo amenaza, en constante dialéctica procurando una salida a esa crisis. Con claridad meridiana el Comandante Chávez puso sobre la mesa nacional fundamentos claros acerca del objetivo de aquel momento constituyente, cuando afirmó: “La única vía en este momento que pudiera garantizar la paz futura de la Nación sería convocar una Asamblea Nacional Constituyente. Eso permitiría reunirnos en soberanía, convocar al soberano que es el pueblo nacional, el pueblo venezolano, para refundar la República, para darle un nuevo rumbo a la Nación, para decirle al mundo: aquí estamos reunidos en asamblea popular los venezolanos, para discutir quiénes somos y hacia dónde vamos, y convertir esa discusión en un gran proyecto nacional que tenga rumbo, que tenga destino cierto”. (Fin de la cita)
La Quinta República que nació al calor de este proceso democrático popular cimentó un nuevo momento histórico para la República Bolivariana de Venezuela donde el pueblo pasaba a ser el centro de la acción y el pensamiento político como sujeto transformador.
Al mismo tiempo, se elevaron las amenazas, las conspiraciones y las agresiones de recelosos poderes extranjeros, con lacayos regionales y nacionales al servicio de sus intereses, para demoler el edificio republicano que los venezolanos y venezolanas nos dimos en democracia, independencia y soberanía en 1999.
Cada derrota labrada por el pueblo venezolano y sus instituciones democráticas a estas conspiraciones, sumó nuevos ataques, con un nivel de organización y sistematicidad que no solo amenazaban a un gobernante o un poder público en específico, sino que pondrían en peligro al estado Nación.
Siendo así, la experiencia histórica del derrotado golpe de Estado del 11 de abril de 2002 y del sabotaje petrolero de diciembre de ese año, así como de nuevas agresiones violentas con picos de extremismo en el periodo que va desde el año 2004 al año 2013, dieron paso a la ejecución de un plan de violencia insurreccional abiertamente financiado desde el gobierno de los EEUU teniendo como momentos bisagra del mismo los años 2014 y el año 2017, con una espiral de violencia fascista que no tenía otro objetivo sino destruir la Nación por vía de una guerra fratricida.
Un nuevo proceso constituyente por la paz nacional
A tal nivel de peligro, de amenaza, de inestabilidad se encontraba la República Bolivariana de Venezuela para el año 2017, momento en el cual la gangrena conspirativa penetró instituciones constitucionales del Estado venezolano especialmente en dos instancias esenciales para el sostenimiento de la estabilidad nacional, dos poderes del Estado. Por un lado la Asamblea Nacional, cuya mayoría obtenida democráticamente en 2015 por una oposición política a la Revolución Bolivariana, devino en el ejercicio violento, golpista, irresponsable, abusivo, arbitrario y desviado de los intereses nacionales, así como de los propósitos dispuestos en la Constitución Nacional, para estimular la violencia, así como las subsecuentes agresiones multiformes hacia nuestra patria. El propio día de su instalación, el 5 de enero de 2016, quien asumió la presidencia de dicho poder legislativo le anuncio al país y al mundo que en seis meses sacarían de la presidencia de la República, a quien había sido electo en comicios democráticos, libres y soberanos por la mayoría del pueblo, el Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros.
En el mismo sentido, el otro poder, representado en el Ministerio Público fungió como colaborador del sistemático manto de impunidad con el cual pretendieron cubrir a los autores intelectuales y materiales de la violencia en las calles de Venezuela, en pro de sus nefastos objetivos y colocando en grave riesgo la paz, como elemento esencial de toda Nación.
Fue en esta etapa histórica nacional, donde el andamiaje republicano se encontraba en posible derrumbe, fruto de las conspiraciones, el golpismo, las agresiones constantes y las limitantes propias de unos poderes constituidos, impedidos de acción política y jurídica capaz de enderezar la situación, naciendo producto de este estado de cosas el espíritu de activación de un nuevo proceso constituyente, para salvar la patria, la paz y al pueblo venezolano, de una guerra que pretendían imponer sectores de la derecha, con el respaldo foráneo.
Era el momento de hacer nuevamente el gesto supremo para la defensa nacional, para que el pueblo nuevamente en rol protagonista, como lo fue cuando en 1999 construyó pieza por pieza el andamiaje de derechos, deberes, instituciones y formas establecidas en la Constitución Nacional, reasumiera la vanguardia en tan decisivo momento.
Con esa idea estratégica y la inspiración del Padre Libertador Simón Bolívar, en su mensaje al Congreso Constituyente de Angostura de 1819, que fue a su vez fórmula magistral para impulsar la nueva Constitución de la mano del liderazgo del Comandante Hugo Chávez; el Presidente de la República Nicolás Maduro Moros convocó, apegado a sus atribuciones constitucionales, al Poder Originario, al Poder Supremo, el Poder Plenipotenciario del pueblo venezolano para que, reunido en Asamblea Nacional Constituyente ejerciese su soberanía absoluta para garantizar la paz y estabilidad nacional.
Lo hizo desde la emblemática Avenida Bolívar de Caracas, el 1ero de mayo de aquel 2017 al lado del pueblo movilizado, de los trabajadores y trabajadoras en clara evidencia de las características propias de este proceso constituyente sui generis, ante la agresión constante que sufría nuestro país.
De hecho, el Decreto de Convocatoria Presidencial N° 2.830 publicado en la Gaceta Oficial N° 6.295 Extraordinario de esa misma fecha, expone de forma clara el primer y gran objetivo de la Asamblea Nacional Constituyente, dado el contexto histórico de su nacimiento: “La paz como necesidad, derecho y anhelo de la nación, el proceso constituyente es una gran convocatoria a un diálogo nacional para contener la escalada de violencia política, mediante el reconocimiento político mutuo y de una reorganización del Estado, que recupere el principio constitucional de cooperación entre los poderes públicos, como garantía del pleno funcionamiento del Estado democrático, social, de derecho y de justicia, superando el actual clima de impunidad”. (Fin de la cita)
La Asamblea Nacional Constituyente emergió en 2017 bajo fuego. La República Bolivariana de Venezuela sufría una nueva arremetida de violencia fascista y antidemocrática que amenazaba con colocar nuestra nación en una eventual guerra interna, con las terribles consecuencias que para cualquier pueblo esto conlleva.
De ningún modo puede ser exageración esta afirmación, si observamos los sistemáticos ataques a cada uno de los procesos de conversión de esta activación en elección, dispuesta para el 30 de julio de 2017. Quienes en nombre de una falsa democracia acudían rápidamente a demoler las instituciones nacionales para entregar el país a una potencia extranjera, no perdieron tiempo en agredir al Consejo Nacional Electoral por vía del poder mediático, del ataque a sedes, a personal del Poder Electoral y del Plan República establecido por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, para impedir por todos los medios posibles la expresión genuina y democrática de millones de venezolanos.
El 30 de julio de 2017 fue la demostración absoluta de cuan acertado fue la activación de este proceso constituyente. Más de ocho millones de venezolanos y venezolanas heroicamente, cruzando ríos y quebradas, sorteando las alcabalas del fascismo, las amenazas de muerte, los ataques y todo tipo de calamidades dieron vida con su ejercicio ciudadano y democrático a la Asamblea Nacional Constituyente.
En nuestras memorias quedará grabado para la posteridad nacional el montañoso pueblo tachirense de Palo Gordo, cuyos habitantes cruzando el caudaloso rio Torbes dieron el ejemplo patriótico de una Nación dispuesta a luchar por establecer la paz, la estabilidad, protegiendo con su ejercicio democrático la República, derrotando con su voto al fascismo criminal, ese mismo que mostro su horroroso rostro quemando gente viva por el color de su piel, por ser o parecer un militante Chavista, que mostro sus garras apuñaleando venezolanos que no compartían su golpismo fascista. Eso lo vimos todos y todas.
El resultado de aquella jornada cívica impulsada por el presidente Nicolás Maduro daba un claro mensaje de ratificación de los propósitos de convocatoria a los y las constituyentes sobre el primordial objetivo de este nuevo proceso. Lograr la paz y restaurar la estabilidad nacional en la República Bolivariana de Venezuela.
La ineludible tarea de promover la paz y la gobernabilidad
La instalación en el simbólico Salón Elíptico de este Palacio Federal Legislativo, el 4 de agosto de 2017, en cuyo seno reposan las piezas históricas más importantes de la génesis de nuestra República, fue el primer paso para dar cumplimiento a la tarea encomendada por el Jefe del Estado y ratificada por el pueblo venezolano en elecciones democráticas, universales, directas y secretas.
En el marco de su formal instalación, la Asamblea Nacional Constituyente logró con su proceso de convocatoria y debate, así como el apoyo masivo en las urnas electorales de millones de venezolanos y venezolanas, hacer cesar la espiral de violencia fascista que causaba sufrimiento a la Patria, momento político no exento de nuevas amenazas a las cuales el Poder Plenipotenciario de la Nación abordó con eficacia política en atención al mandato popular otorgado.
Me correspondió el altísimo honor aquel 4 de agosto de 2017, hacer la presentación de la propuesta de Junta Directiva de la Asamblea Nacional Constituyente, y exprese en dicho momento con claridad, los propósitos fundamentales de la delicada labor y compromiso con el cual llevarían a cabo el mandato dado por el pueblo el 30 de julio de 2017: “…ese pueblo salió a la calle, votó, buscando una cosa fundamental: la paz; fue la propuesta presentada por el compañero, hermano, presidente Nicolás Maduro, una Asamblea Nacional Constituyente para alcanzar la paz. ¿Quiénes no la quieren?, efectivamente, los enemigos de la paz, los que abrazan la guerra, quienes abrazan la violencia, quienes abrazan al terrorismo, desde este salón, donde está Miranda, donde está, nada más y nada menos, Rondón; Rondón se ha convertido en todo el pueblo de Venezuela, la fuerza de Juan José Rondón cuando así le dijo nuestro Libertador, salve usted la Patria, y así le dijo el compañero Nicolás Maduro al pueblo, salven ustedes la Patria, y el pueblo salió el 30 de julio a la conquista de la salvación de la Patria.” (Fin de la cita)
Sin lugar a dudas, el devenir histórico y las sucesivas amenazas y agresiones en contra de la República Bolivariana de Venezuela encaminarían y darían fundamento al centro político del trabajo constituyente, en un ejercicio responsable en cada decisión y actuación para enhebrar esa paz anhelada por los venezolanos y venezolanas.
En la referida Sesión de Instalación la recién juramentada Presidenta, Constituyente Delcy Rodríguez, ratificó en su mensaje la esencia de este momento constituyente del año 2017:
“Esta Asamblea Nacional Constituyente no llegó acá de la nada compañeros, esta Asamblea Nacional Constituyente ha sorteado todo tipo de obstáculos y atrocidades de quienes se resisten a la democracia de quienes pretenden restaurar las cadenas imperiales ya rotas por nuestro proceso de independencia, de quienes no reconocen al ser humano como un igual, sino como alguien a quien someter en relaciones de dominación desigual y violentas. Esta Asamblea Nacional Constituyente pudo romper las fases más oscuras de la dictadura que desde la derecha trataba de impedir el ejercicio masivamente de los venezolanos y las venezolanas para ejercer nuestro derecho al voto, para ejercer el derecho al libre tránsito, el derecho a la salud, al trabajo, a la vida, no llegamos aquí de la nada compañeros, el pueblo llegó acá en combate, de pie, con moral y ética combativa. El 30 de julio el pueblo venezolano envió muchos mensajes, lo primero que dijo fue queremos paz y se hizo la paz, con la Constituyente llegó la paz, se hizo la paz, el pueblo venezolano demostró que nada lo detiene cuando está decidido a defender la paz y la soberanía nacional, el pueblo de Venezuela también dijo que el conflicto violento no se va a imponer en el país para poder posibilitar una intervención extranjera, mandamos muchos mensajes, no solo a Venezuela, sino también al mundo”. (Fin de la cita)
Como podemos observar, este proceso constituyente que nació en medio de un plan de guerra multiforme contra la República Bolivariana de Venezuela, que en aquel 2017 implicaba generar violencia en las calles del país para promover un estado de guerra proclive a un intervención extranjera, no podía ni por un instante perder el foco sobre su objetivo estratégico: la paz, la estabilidad nacional, el sostenimiento íntegro de nuestra independencia nacional, la soberanía patria y especialmente la responsabilidad en el ejercicio de sus funciones para garantizar la gobernabilidad, el diálogo y la construcción de mecanismos eficientes tendientes al fortalecimiento de dicho proceso.
Tal estrategia quedará plasmada por su propio convocante, el Presidente de la República Nicolás Maduro Moros quien, con ocasión de su Alocución ante la Asamblea Nacional Constituyente en Sesión Especial del 10 de agosto de 2017, expresó: “Esta Asamblea Nacional Constituyente el día en que nació fue un parto violento, nació como necesidad histórica de paz, nació con un mandato claro, irreductible, hacer la paz a través de la verdad, a través de la justicia, para abrir los caminos de la prosperidad; el mensaje del pueblo fue muy claro, cuando digo pueblo, digo Venezuela heroica. Fue un mensaje casi de grito, de clamor; fue un mensaje de exigencia pero también de esperanza, la esperanza de un país entero que está en su Asamblea Nacional Constituyente, en su Poder Constituyente Originario, hemos vivido meses sumidos en un ataque inclemente nunca antes visto, 120 días de acoso extremista, violento, de quienes por medio de la violencia pretendieron imponer y derrocar el sistema constitucional de Venezuela y ceder a nuestro país a las potencias extranjeras que con asedios y amenazas han pretendido doblegar el espíritu nacional de dignidad y soberanía. La Constituyente como poder regenerador, reunificador de la Patria, como poder dialogante del pueblo, nació en medio de una conmoción violenta de la Patria, no teníamos otro camino”. (Fin de la cita)
Siendo así, la labor que presenta durante sus tres años, cuatro meses y 11 días de desarrollo esta Asamblea Nacional Constituyente ha concretado las condiciones para sostener la dignidad, soberanía e independencia de la República Bolivariana de Venezuela, generando a través de cada decisión en el ámbito institucional, político, electoral, social y económico un contexto donde los venezolanos y venezolanas podemos mirar con esperanza el futuro nacional, despejando amenazas y enfrentando con solvencia moral y acción política cada agresión.
Un ejemplo palmario de esto, fue la creación de una Comisión para la Verdad, la Justicia, la Paz y la Tranquilidad Pública que desde el primer momento encamino sus esfuerzos por la ruta del diálogo político y la concreción de acuerdos cuyos gestos contribuyeran con el máximo objetivo del proceso constituyente de 2017. Sin embargo este vivo ejemplo de entrega a la tarea establecida no estuvo alejado de ataques por parte de los enemigos de la paz en Venezuela.
Fueron más de 1200 días que cimentaron la batalla política del Poder Constituyente Originario por hacer real la paz y estabilidad nacional como valores supremos de nuestra patria, en medio de un intento de magnicidio en contra del Jefe de Estado; de la inconstitucional creación de figuras ejecutivas paralelas al amparo de un ejercicio arbitrario e inconstitucional del Poder Legislativo Nacional llegando al hartazgo de impulsar un estatuto de transición violatorio del orden jurídico venezolano; de fallidos intentos de golpes de Estado; del incremento de las acciones inmorales e ilegales de bloqueo económico-financiero, con el robo de recursos patrimonio de los venezolanos; de la injerencia en nuestros asuntos interno por parte de factores externos quienes pretendieron torcer la voluntad nacional de construir caminos pacíficos de resolución de conflictos, para saciar sus bastardos y belicistas intereses; de la incursión de mercenarios terroristas en territorio venezolano, con el respaldo del gobierno de los EE.UU, y del narcogobierno de la República de Colombia, tendientes cada uno de estos elementos en su conjunto a generar un baño de sangre en nuestro país.
Cada una de estas agresiones solo consiguieron fortalecer la voluntad del pueblo venezolano y consolidar aún más la labor denodada del Poder Plenipotenciario de la Nación, para lograr la paz nacional con una visión de altura política y alta responsabilidad en la conducción de este proceso.
Justo en ese espíritu, debemos reiterar el mensaje del Presidente de la República Nicolás Maduro Moros al acudir nuevamente ante este Poder Plenipotenciario de la Nación, en el marco de una Sesión Especial el 24 de mayo de 2018, con ocasión del proceso electoral presidencial, realizado el domingo 20 de mayo de 2018, del cual resultó reelecto en el ejercicio de su cargo para el período constitucional 2019 – 2025.
En dicha Sesión, el mandatario Nicolás Maduro esbozó una de sus líneas principales de acción de gobierno para la cual solicitaba el respaldo del Poder Constituyente reunido en Asamblea: “En lo primero que estoy avanzando, tome nota quien tenga que tomar nota, en primera línea, el diálogo y la pacificación de Venezuela, vamos a un proceso de diálogo y de pacificación en Venezuela. Le he presentado a la Comisión para la Verdad, la Justicia, la Paz y la Tranquilidad Pública de la Asamblea Nacional Constituyente, el perdón y la reunificación, es la propuesta para superar las heridas que dejaron las guarimbas, las conspiraciones hasta el día de hoy. Hay un conjunto de personas detenidas por causas de haber cometido delito, por causas de violencias políticas, y quiero que esas personas salgan en libertad y se les dé una oportunidad para un proceso de reconciliación nacional para aquellos que no hayan cometido graves crímenes o asesinatos. Espero que todos los sectores involucrados en la violencia política del 2014, 2015, 2016 y 2017 saquen lecciones del proceso histórico y se vayan a las calles aquellos que cometieron delitos violentos contra la cosa pública y contra la paz del país, que se vayan a las calles a hacer política. Quiero una política de pacificación, de reencuentro, de reunificación y reconciliación de Venezuela, creo en la paz del país, necesitamos la reconciliación. Ustedes me van a acompañar en eso. Así que, anuncio una amplia política de reencuentro y pacificación que permita que los factores que estuvieron en la violencia, se incorporen a la lucha política, legal y constitucional, sin armas y sin violencia al país; así lo anuncio. Primera línea, diálogo, diálogo, paz, paz, paz y reconciliación, reconciliación, sin armas y sin violencia, pido apoyo de ustedes, de ideas, propuestas; una política de esta no está exenta de errores, pero ya los errores no serán nuestros, quedarán en el campo de ellos, que si alguno reincide, si reincide, hay justica y la justicia volverá a actuar, porque me dicen que si alguno reincide por eso no lo vamos a hacer, no, vamos a buscar la pacificación, el reencuentro, la reconciliación”. (Fin de la cita)
Visto lo anterior, el legado político que esta Asamblea Nacional Constituyente presenta al país no es otra cosa que el fruto del trabajo colectivo e incansable de cientos de mujeres y hombres quienes enarbolaron la bandera de la paz, el diálogo, la estabilidad nacional y la protección de nuestra República como elementos centrales en cada decisión, dentro de un contexto de peligros que aún no cesan pero que, con la contribución de esta instancia, hemos logrado encaminar hacia una ruta pacífica donde los venezolanos y venezolanos seamos dueños de nuestro propio destino, sin imposiciones imperiales ni chantajes belicistas.
Como evidencia de esto, presentamos al país nuestra gestión como documento histórico para que sea valorado por las presentes y futuras generaciones, como el aporte de millones de venezolanos y venezolanas quienes durante este proceso constituyente de 2017 aportaron su grano de amor en cada fase, para concretar la estabilidad nacional despejando así los vientos de guerra que asomaban perturbar a la Patria venezolana.
Sin embargo, en ocasión de este testimonio histórico, quienes asumimos la enorme responsabilidad ante la República Bolivariana de Venezuela de ejercer esta tarea encomendada seguimos en la firme convicción de defensa de nuestra integridad nacional, en cualquier circunstancia, y de la promoción y protección de los sagrados intereses del pueblo como fue el elemento fundamental de la conducta política del Poder Constituyente Originario, haciendo valer la construcción de esa sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural dispuesta en la Constitución Nacional que nos dimos democráticamente en 1999, bajo la inspiración iluminadora del pensamiento del Padre de la Libertad Suramericana Simón Bolívar, quien cruzado de mil dificultades reafirmó su consagración y entrega al proyecto histórico, al proclamar: “yo llenaré con glorias la carrera que he emprendido por la salud de mi patria y la felicidad de mis conciudadanos, o moriré en la demanda, manifestando al orbe entero que no se desprecia y vilipendia impunemente a los americanos”. (Fin de la cita)
Esa inspiración sagrada y fecunda en lealtad y amor de patria guío, guía y guiará por siempre los pasos de las mujeres y hombres quienes con orgullo formamos parte, en este momento histórico nacional, de esta Asamblea Nacional Constituyente por la Paz y la soberanía de la República Bolivariana de Venezuela.
Las leyes, Decretos, Pronunciamientos, Acuerdos, en fin, todos los Actos Constituyentes elaborados y aprobados por este hermoso colectivo humano, colectivo con cara de pueblo libre, soberano, en resistencia lo dejaremos en manos de todos y todas para su difusión y lección, ratificando en dichos Actos Constituyentes para el presente y para las futuras generaciones lo que ha sido nuestro norte de acción, la paz, la soberanía, independencia y el bienestar de nuestro pueblo y para ello el trabajo en unidad de todas y todos para vencer: Permítanme por favor culminar Por Ahora y para siempre con la palabra eterna como mensaje a tener siempre presente en nuestro accionar y que repito a diario: Pedimos a Dios que nos de unidad, que del resto nos encargamos nosotros.
La Asamblea Nacional Constituyente cierra hoy su ciclo de acción por la patria cumpliendo la tarea encomendada, estamos entregando un país en paz, con una Asamblea Nacional recién electa con participación diversa de sectores políticos que asumieron el reto democrático de mantener la constitucionalidad y respeto a la decisión del pueblo soberano, una Asamblea Nacional que en pocos días, el 5 de enero de 2021 como reza la sagrada Constitución Nacional, se instalara y asumirá el rol legislativo, de control y defensa de la patria que le corresponde.
La tarea para este ejército de patriotas, de estas valientes mujeres, de estos valientes hombres que supieron cumplir con lealtad, responsabilidad y sacrificio el compromiso asignado no ha culminado. La calle sigue esperándonos, la patria espera mucho de todos nosotros. Culmina por Ahora la etapa de la Asamblea Nacional Constituyente, pero debemos seguir al lado del pueblo. Sigamos el ejemplo de nuestros Libertadores Bolívar y Chávez, para resistir, luchar en unión Cívico-Militar con lealtad y valor para conquistar la victoria definitiva y defender la libertad, soberanía e independencia de la Patria contra el enemigo imperial de estos tiempos y lograr la suprema felicidad de nuestro pueblo, llevando como guía el Árbol de las Tres Raíces y la Constitución Nacional.
Cumplamos entonces el mandato del Comandante de Todos los Tiempos, del Comandante Hugo Chávez: Unidad, lucha, batalla y victoria.
Hoy Tenemos Patria. Y ante cualquier circunstancia, ¡nosotros venceremos!
Diosdado Cabello Rondón
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