Un ícono emblemático de la cultura navideña en todo el mundo es El Cascanueces. Se trata del artefacto que comúnmente se utiliza para quebrar las tradicionales nueces navideñas, y cuya forma evoca un soldado de grandes y vistosos dientes.
Texto: Ciudad Caracas
El Cascanueces ha inspirado infinidad de historias que han conmovido a diversas generaciones a través del cine, el teatro, la danza y la televisión. Especialmente el ballet de Piotr Ilich Chaikovski ha convertido a la herramienta doméstica en un referente cultural asociado a las fiestas de fin de año. Sin embargo, este simpático personaje venido de Europa no identifica al pueblo venezolano.
La navidad llegó a Latinoamérica tras el proceso de trasculturización. Aun así en estas tierras los lugareños asumieron como suya esta fiesta, y eso se puede apreciar en la gastronomía -hallacas, pan de jamón, dulce de lechosa y torta negra-, en la música -aguinaldos, parrandas y comparsas- y en otras diversas manifestaciones culturales.
En este sentido, para seguir aportando a la apropiación de la navidad con una identidad venezolana, con referentes criollos y elementos autóctonos, el señor Luis Vázquez ideó una adaptación criolla del cascanueces a través de la figura de un Caimán del Orinoco.
El funcionamiento del artefacto consiste en abrir la mandíbula del animal y al cerrarla la nuez se expandirá por dentro hasta que la cáscara quede completamente triturada.
“Los soldados con dientes pronunciados valen un dineral en el mercado, pero con un poquito de material podemos fabricar una herramienta criolla, decorativa y hasta graciosa”, explicó el creador del juguete-herramienta, en visita a Ciudad CCS.
“El artesano que adopte la idea va a tener una fuente de ingreso para él y su familia”, aseguró.
De los números a la creación
Luis Vázquez le contó a Ciudad Ccs que creó este invento cuando asumió el pasatiempo de construir cajas flamentas y otros objetos similares con madera. Hizo su primer cascanueces con material sobrante de sus proyectos, teniendo a la fauna nacional como su principal elemento de inspiración.
“Espero que esta propuesta despierte la curiosidad en las personas”, destacó el artesano, quien formalmente está graduado como Contador Público, profesión de la cual se encuentra jubilado.
Vázquez espera que este gracioso y pintoresco reptil se quede en la tradición familiar venezolana e inspire al pueblo a indagar más sobre su fauna autóctona. “El cascanueces es algo que uno utiliza en diciembre. Cuando yo lo pongo en la sala de mi casa a la gente le llama la atención y se ríe utilizándolo”, aseveró.
“Nunca pensé que iba a crear algo tan singular. Si este simple animalito de madera atrapó mi corazón creo que puede seguir cautivando a más personas. También espero que esta pieza pueda trascender en el tiempo, no tengo ningún interés lucrativo con él solo quiero hacerle un regalo al pueblo”.
El entrevistado comentó que el Caimán del Orinoco tiene su propio cuento.
“Una vez le presenté este invento a una periodista, quien me comentó ‘El Caimán del Orinoco está bueno para teatro o cuentos infantiles’, y esas palabras se quedaron en mí. Tanto, que al llegar a casa escribí un cuento de 16 páginas llamado Las Garcitas, que explica el nacimiento de la criatura. La Biblioteca Nacional me asignó un depósito legal, eso significa que pronto la muestra se publicará”.
El Sr. Vásquez está a la orden para compartir desinteresadamente su conocimiento sobre la construcción de este artefacto. Es por ello que puso a la orden su correo electrónico para las personas interesadas: luisalfonsovazquez1949@gmail.com.
¿Cómo elaborar a este simpático reptil?
Para crear el cascanueces con la figura del Caimán del Orinoco se necesita una lámina de compuesto de madera (18 cm de largo por 7 cm de ancho) y una liga de tripa de bicicleta (5 cm de ancho por 7 cm de largo).
La lámina requiere de un corte transversal y de ahí surgirá el lomo del caimán, el cual debe quedar en picos, luego se elabora la mandíbula superior, cuyo exterior e interior debe estar acompañado con la tripa de bicicleta. Su interior contiene unos círculos de madera (de 5 Cm) que están pegadas con silicón y permiten la trituración de la nuez.
Posteriormente se construye la mandíbula inferior, que va pegada al cuerpo, y se le coloca por fuera la tripa de bicicleta, por último se coloca un fieltro, de cualquier color, debajo del animal. Tras concluir el ensamblaje se pinta de verde y rojo utilizando pintura de agua. Quien los construya puede usar su imaginación y pintarlo del color de su preferencia.
“También se puede utilizar el machihembrado, pero yo recomiendo el compuesto porque es flexible y soporta más el golpe. Es fundamental mantenerla alejada del agua”, recalcó el artesano.