Como es tradición cada primero de junio, con el primer repique de tambores culo e’ puya, mina y la danza mística de un pueblo devoto, inician las festividades en honor al santo que todo lo tiene y todo lo da “San Juan Bautista”, en la región de Barlovento.
Texto: Correo del Orinoco
La actividad para rendir tributo a la imagen de Bautista inicia a las doce del mediodía, donde el sentir afrodescendiente se hace presente en la plaza Bolívar de Curiepe, frente a la iglesia, con el repique de campanas que indica el comienzo de retumbar los tambores para honrar entre danzas y cantos al santo niño y anunciando la llegada de sus fiestas.
A la manifestación cultural más concurrida del estado Miranda, asiste la alcaldesa del municipio Brión, Liliana González, los diputados del Bloque de la Patria, Elías Jaua Milano, Nora Delgado y el presidente (E) de CorpoMiranda, Américo Mata.
La invitación es para fieles y devotos de esta tradición que data de más de 200 años para que asistan los días 23, 24 y 25 de junio a esta festividad en honor a San Juan Bautista.
Datos de fe
El 24 de junio es el día más largo del año, posterior al solsticio de verano, ese día en los estados centrales Aragua, Miranda, Vargas y parte de Carabobo, entre otros muchos de nuestra Venezuela, se celebra una fiesta que reúne infinidad de devotos, se trata de la Fiesta de San Juan Bautista, antigua tradición en la que se realizan diferentes actos religiosos y culturales durante la medianoche, el amanecer y la noche de la celebración.
Se trata de la celebración del nacimiento del santo, (único santo junto con el Niño Jesús al que se le celebra el nacimiento) y reúne quizás la mayor cantidad de creyentes y devotos. Esta fiesta coincide con la entrada de las lluvias.
La noche anterior, el 23, se dejan ver los adornados altares que ocupa el santo y al ritmo de tambores se realiza el Velorio de San Juan, la noche es larga y transcurre acompañada de licor y tambor. El 24 en la mañana, bien temprano se prepara el santo para salir de la casa donde esta guardado, sobre la cabeza o brazos del que sea su guardián es llevado a la iglesia acompañados de devotos y seguidores a recibir los honores de una solemne misa que una vez concluida marca de nuevo el comienzo del repique de los tambores.