Este lunes, una vez más, Alí Primera resurgió en los recuerdos para que sus canciones colmaran el aire de Caracas al surgir desde el Cuartel de la Montaña, antiguo Ministerio de la Defensa y Escuela Militar de Venezuela, en homenaje al tercer aniversario de la ausencia del Comandante Hugo Chávez.
Texto: Ciudad CCS
Para ello se combinaron los talentos de Daniel Gil, como director; de Rodolfo Saglimbeni, también como conductor musical; de Pedro Mauricio González, como arreglista; de los músicos de la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas y del propio Alí Primera, quien fue el autor de las canciones que sirvieron de marco una vez más al concierto Alí Sinfónico.
El patio central del antiguo cuartel fue el escenario de esta obra, cuya puesta en escena ha sobrepasado la veintena de veces, según lo afirmó el presidente de la Fundación Orquesta Sinfónica Municipal, el pianista Sadao Muraki.
El principio le tocó a una promesa emergente en el arte de la dirección musical, como es Daniel Gil. Él se encargó de dirigir a los músicos con la pieza instrumental Las casas de cartón. Gil demostró gran maestría al estar al frente de una agrupación de expertos instrumentistas, cuya versatilidad ha dado renombre a la Sinfónica Municipal.
Luego continuó al frente para dirigir Los que mueren por la vida, en la voz de Alí Alejandro Primera. Este pariente de Alí entregó su voz y su sentimiento a una de las piezas que dieron mayor renombre al cantautor falconiano.
Aquí cabe destacar la creatividad de Pedro Mauricio González, al distribuir con precisión los sonidos de los diferentes instrumentos en esta canción que en su origen tuvo pocos para su acompañamiento.
El canto a la abuela Mamá Pancha trajo los recuerdos de los inicios de Alí Primera en la popularidad que le otorgó este oficio de cantor popular.
Aquella melodía que Alí cantó tantas veces acompañándose solo de un cuatro, ahora contó con gran profusión de violines. oboes, contrabajos, trompetas, flautas, trombones y percusión.
Darlis Cabriles prestó su voz para rememorar a la anciana Comadrona y rezandera que iluminó la infancia de Alí Primera en aquella zona semidesértica de Paraguaná, en el estado Falcón.
Deisy Gutiérrez, con más de 30 años de canto, intervino en este recital con Canción cumanesa, una evocación al oriente venezolano, rico en folklore, historia y tradiciones culturales.
Con un público itinerante que se refugiaba bajo el manto de nubosidad que cubrió el patio central casi toda la tarde con mensajes de lluvia, entró al escenario Gerardo Valentín, para dejar que el repique de los tambores culo e’ puya y la mina sirvieran de ambiente a Caña clara y tambor, pieza emblemática de la producción de Alí Primera.
Quienes han acumulado años en su historia se sintieron fascinados con el ingreso de Alí Alejandro Primera, al recordar en los primeros acordes aquella canción que dio nombre a una película de gran éxito del cine nacional: Canción mansa para un pueblo bravo.
Muchos ayudaron al coro cantando “al chivo manso siempre lo arrean… y eso no pasa si es montaraz”, y también: “Vuelve a tu canto del turpial; llena de gritos el cardonal. Que hay semerucos allá en el cerro y un canto hermoso para cantar, Que hay semerucos allá en el cerro y ya la gente empezó a sembrar”.
Darlis Cabriles regresó a la escena para dejar escuchar Coquivacoa, la evocación de un lago que una vez fue limpio y cristalino y que se transformó en un pozo oscuro por la explotación irracional del petróleo en su subsuelo.
Con el fondo musical de la OSMC y la voz aterciopelada de Cabriles, podía volar la imaginación hacia aquel reservorio de agua bañado por palafitos que hace muchos años dieron el nombre a Venezuela.
Se podían ver los rostros tristes de los pescadores con redes empapadas en aceite y con peces flotando con un ojo abierto al sol y con sus escamas sirviendo de posada a las moscas.
En este momento del concierto apareció Rodolfo Saglimbeni para sustituir en la batuta al joven Gil. También pisó de nuevo el escenario Deisy Gutiérrez para interpretar una de las letras más bellas que pudiera componer Alí Primera: Amor en Tres Tiempos, que se dejó escuchar con mayor profundidad y quizás con más sentimiento en voz de mujer.
Nuevamente los arreglos de Pedro Mauricio González se dejaron notar al presentarse un acompañamiento de violines que inyectaron mayor fuerza a la letra romántica y al timbre de voz de Daisy Gutiérrez.
Gerardo Valentín también incursionó en el escenario por segunda vez, pero antes de cantar mencionó que esta canción había variado en estos tiempos, porque ya el Ruperto de la misma ha logrado salir de muchos de los escollos en los que vivía durante el tiempo de Alí.
Continuó Saglimbeni al mando de la orquesta mientras Valentín cantaba la historia del hombre que llegó a la ciudad en búsqueda de los recursos que se le negaban en su espacio rural; el hombre que hacía ranchos con latas de refresco para vivir y donde podía mirar un anuncio sobre la facilidad de comprar un carro deportivo de la época.
El final quedó reservado a una canción que todavía hoy recuerda aquella tragedia donde muchos de los miembros del grupo Madera sucumbieron ante las aguas del Orinoco por falta de previsión de unas autoridades que dejaron al azar un viaje cultural hecho por ésta y otras agrupaciones a la zona del sur venezolana.
En Tin marín cantaron todos. Allí estuvo Alí Alejandro Primera, Deisy Gutiérrez, Darlis Cabriales, Gerardo Valentín y un público que se llenó de satisfacción al poder vocear, junto a sus artistas, esta pieza del eterno Alí Primera.