A las 6 de la tarde de este miércoles se dará inicio a lo que será el XII Festival Mundial de Poesía, donde el poeta ecuatoriano Juan Carlos Miranda Ponce será el primero en comenzar a leer sus poemas para deleitar al público presente en las instalaciones de la Sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño. “Traigo mucha alegría, una fe absoluta sobre esta forma de estar y ser con la poesía, de estar con esta anima mundi que es movernos con la poesía, las artes dramáticas, con la danza y el teatro”, expresó Ponce en entrevista realizada en el Noticiero Cultura al día de Alba Ciudad.
Texto: Angie Vélez, Alba Ciudad -Fotos: Luigino Bracci
Este poeta se mudó a los 3 años a Petare, luego de 25 años en Ecuador regresa a Venezuela para traernos su poesía. Presentará un cartograma llamado “Cuerpo en las palabras”, que es una forma de pernoctar en la literatura, que es el cuerpo de las palabras. Ha compartido su laboratorio de escritura creativa desde La Habana hasta Argentina y Nicaragua.
En su paseo por Venezuela estará compartiendo durante los 12 talleres que comprende el Festival de Poesía, comenzando este miércoles de 9 a 12 en la Galeria de Arte Nacional, invitando a todos a que asistan a los talleres de otros poetas, como el argentino Esteban Moore y el francés Black Kalagan como maestro del slam francés, quien estará hablando sobre esta forma de hablar del rap y el hip hop.
Ponce acota que proviene de una formación escénica, de deporte, atrevida. Es por ello que propone el laboratorio Cuerpo en Palabras: “es un corpus, un anima mundi que mueve a los seres humanos”, para “no solamente encerrarnos herméticamente en un cuarto a escribir, sino mirar el mundo, mirar desde la ventana cómo puedo escribir, cómo puedo acceder a un campo creativo, estético, filosófico, a través del movimiento, a través de la inquietud”.
Asegura ser un hombre más apegado a los libros y al papel, invitando a los que quieran tener más información de él, a que lo busquen en Google, donde podrán visualizar hasta libros escritos por el.
Aprovechó la oportunidad para finalizar recitando un de sus poemas prohibidos favoritos, que dejó plasmado en su libro La Máquina de Heidelberg y otras danzas, capítulo “La isla”, donde los personajes son unos perros que hablan. Dice así:
La señorita Salem,
le cuesta mucho comprender el reflejo gélido de Mercurio sin torrente
Cuando ella sale de mi habitación, abraza a Ema, mi otra perra,
que dormita entre plantas y cactus.
Sus ojos perlados turquesas imanta un color acuífero,
siento que ya no puede hablar
El ritmo de su cola gris,
destroza el péndulo peludo que abanica el aire
Lo estremece,
la luz friolera navega sin toten,
lastima el túnel de ceguera que nuestra piel desposa en pedazos de luto
Escribe una daga muy abusada en los paralelogramas de su cadera,
llena, mortaja arena lince,
crisantemo,
raquídea
La señorita Salem me pregunta y se pregunta
¿Por qué bebes del alcohol azul que inflama,
combustiona y borra mis sombras en tus fotografías?