La obra teatral de César Rengifo está compuesta por 48 piezas que tienen como escenario la historia de Venezuela con sus conflictos sociales y económicos, heredados de años de dominación y de gobiernos derechistas que hicieron de la renta petrolera una poderosa herramienta para su enriquecimiento, mientras el pueblo se hundía en la miseria. El nacimiento de César —acontecimiento que arriba este jueves 14 de mayo a sus 100 años— ocurrió al tiempo que, en otros destinos del mundo, se desarrollaban eventos de gran importancia para el siglo XX.
Texto: AVN (por Arianne Cuárez)
“Fue el año de la erupción de las revoluciones, la revolución rusa, mexicana, se iniciaba entonces la explotación petrolera en el país por empresas extranjeras y en Europa comenzaba la primera guerra mundial. Toda esa energía marcó la vida de Rengifo”, expresó la historiadora María de Jesús Daza, durante su ponencia en la cátedra César Rengifo, dictada en abril de este año en plena celebración del IV Festival de Teatro de Caracas.
Todos estos sucesos se convertirían, años más tarde, en herramientas de estudio para el pequeño César que aprendió a leer desde muy niño, y que se sumergió en las amplias bibliotecas que aguardaban en las casas de los amigos de su mentor, José del Carmen Toledo.
Al respecto, Humberto Orsini, maestro del teatro venezolano, amigo de César por más de 30 años, agrega: “César fue un hombre que se impregnó de Venezuela, y eso lo llevó a pasearse por los momentos más importantes de su historia. En su propia casa guardaba libros muy extraños que le permitieron ampliar sus conocimientos, su visión tan profunda, y realizó un teatro sobre la dominación, sobre la explotación del hombre por el hombre, algo que no era un tema para el teatro en esa época”, expresó el creador, en entrevista con la Agencia Venezolana de Noticias.
César, quien se había titulado como artista plástico luego de estudiar nueve años en la Academia de Bellas Artes, incursionó en el teatro a los 20 años de edad, cuando escribiera su primera obra inspirada en la represión del régimen gomecista. “La primera obra teatral la escribo en 1935. Entonces escribí muchos poemas, algunos de los cuales colocaba en las paredes de la academia de artes”, contaba el mismo César al investigador Jesús Mujica, mientras le contaba cuán interesado estuvo siempre por la labor de escribir.
Desde entonces, Rengifo comenzó una actividad creadora constante, que dio como resultado piezas importantes como Lo que dejó la tempestad, Apacuana y Cuaricuriám, Los hombres de los cantos amargos y también, Esa espiga sembrada en Carabobo. Fue esta intensa creación la que le hizo ser merecedor del Premio Nacional de Teatro de Venezuela en 1980, reconocimiento que llegara el mismo año de su fallecimiento.
Cuando tomaba una de las piezas de César y trabaja en su montaje, cuenta Orsini, “no lo dejaba entrar en los ensayos porque era muy quisquilloso. No permitía que se le quitara una palabra, una coma, en ninguna parte. Estaba tan inquieto que fue y me denunció ante el Partido Comunista de Venezuela porque yo según tenía intenciones de boicotearle su obra”, expresó el dramaturgo entre risas, durante la entrevista.
Grupo Máscaras
En 1950, habiendo logrado un amplio portafolio de obras y con una formación política muy sólida basada en el marxismo, César crea el grupo de teatro Máscaras, del cual formó parte Humberto Orsini, y otros creadores como Daniel Izquierdo y la actriz Silvia Mendoza.
De esta época, Izquierdo recuerda con emoción cómo César —quien aprendió a hacer teatro a través de talleres experimentales de la época— se esforzó por bajar de las tablas al teatro comercial y sumar apuestas que en lugar de entretener, retrataran al ser humano con sus carencias, desde su realidad.
“Un teatro nacional no surge sino apoyado en una dramaturgia nacional en escena. Esa es una lucha que tenemos empeñados aquí los dramaturgos viejos y nuevos en Venezuela, una lucha muy difícil porque hay que lavarle a la gente esa falsa consciencia cosmopolizante, que no compra productos nacionales porque considera que son malos”, expresaba César en 1974.
En ese sentido, Izquierdo, quien conoció a César primero por su trabajo en la plástica —que le hiciera ganar el Premio Nacional de Pintura en 1954 con la obra La flor del hijo— expresó: “César buscaba crear un teatro que se acercara más a su pueblo, a lo urbano, y es cuando se crea el grupo Máscaras. Comenzamos a buscar gente en los barrios, gente que le gustara el teatro y que se sintiera influenciada con nuestras ideas”, expresó el actor en conversación con AVN.
La agrupación inició los ensayos en 1953, y llevó por primera vez a escena la obra Manuelote, pieza que narra la historia de un esclavo llamado Manuel y su esposa Petrona, quienes protegen la vida de quien fuera su amo, Don Martí, amenazado de muerte por José Tomás Boves. A partir de allí y por más de 10 años, al menos 100 actores y actrices pasaron por el grupo que se popularizó como pionero del teatro popular venezolano, aún cuando eran perseguidos y rechazados por los gobiernos de la época. Estos mismos motivos llevan a Máscaras a diluirse en 1960.
En relación con el César director, Izquierdo destaca el carácter creador de César, su maravillosa capacidad para entender y explicar las cosas con sencillez, y predicar los valores inscritos en el socialismo, proyecto político inspirado en el pueblo. “Por eso, entre las cosas que aprendí con César, también me hice socialista”, agrega.
Sobre el teatro de César, el especialista en Teatro Latinoamericano, Leonardo Azparren Giménez, expresa en su artículo “Moderno y modernidad en el teatro de César Rengifo”, publicado por en la revista Theatron, en 2008, que la obra de este dramaturgo fue necesaria para el momento que vivía Venezuela.
“Cuando se aceleraron los cambios sociales y aparecieron los partidos políticos fundadores de nuestra democracia, que dominaron la vida nacional por más de medio siglo, Rengifo propuso un teatro regido por una ideología militante, asumida como visión de mundo. Él fue el dramaturgo adecuado en el momento necesario”, señaló.