Las colas no son sólo esas largas filas de cuerpos angustiados por conseguir productos de primera necesidad, muchos de ellos ‘tamos claros que forman parte de una feroz guerra contra el pueblo, el acaparamiento, las compras nerviosas, la guerra psicológica, el bachaqueo, la reventa, la especulación, la corrupción más la manipulación por los medios de comunicación y la guerra económica que azota al país. Verga, porque escasez no hay, no joda, si todo aquel se lleva diariamente dos bultos de papel tualé o seis asquerosas harinas Pan, cuatros kilos de leche y cinco de azúcar, lo que hay es lukas y comida que jode.
Autor: Gustavo Borges, Misión Verdad
Las colas no son sólo angustias y aunque son parte de todo lo mencionado arriba además de querer repetir el Caracazo del 89 (peazo ‘e locos, ni que eso fuera así de fácil), o ponernos en contra del Gobierno, también suceden a diario cosas increíbles.
Mire, métase en una cola (tiene pa escoger dónde, cuándo y pa qué durante todo el día), pero métase para que goce un bolón con las vainas que se escuchan, hablan y suceden allí. Desde gente del barrio discutiendo cómo en Chile se utilizaron las mismas estrategias para generar caos contra Allende y el “Venezuela no es Chile no joda” como respuesta, hasta el ya tradicional “¿Y para qué es esta cola?” y aquella respuesta que lo dejaba a uno loco: “No sé, pero métase”, y pa la cola, aun sin saber qué coño están vendiendo.
O aquella memorable viejita chavista que soltó: “Deberían dar agua en estas colas… y poner baños, si estuviera mi Comandante Chávez no permitiría que pasáramos tanto trabajo en las colas”. Dígalo, Sandra Parra. Las colas se convierten en una gallera de conversaciones, cuentos, situaciones, chismes de todo tipo.
Como aquel cuento del compae que se consiguió a la esposa en el otro frente de la otra cola para entrar en el Bicentenario, los dos comprándoles pañales a sus hijos, y no sabía si pagar su cuenta o la de la mujer.
Yo no estoy de acuerdo con las colas, mosca, pero verga, suceden cada vaina en ellas… ¿Ustedes saben lo que es escuchar a una viejita decir: “Mi cola preferida es en el Central Madeirense, pero hoy no había cola y por eso me vine para acá que sí hay”?
La otra vez, en la cotidiana colita del Día a Día en la avenida Sucre (creo que había llegado leche o algo así) un escuálido trataba de hacer escuchar su perorata contra el gobierno: “Ahí está, pues, tomen su presidente Maduro, poniéndonos a pasar hambre”.
Un chavista ya ladillao le responde: “Mira, ¿tú sabes cómo es la güeboná? Que en este país no hay hambre, lo que hay es acaparamiento y falta de mano dura; aquí todo el mundo se mete sus tres papas diarias y hasta de madrugada se para a picar. Pero algo sí te digo pa que te quede claro: y si hubiese, con hambre y sin empleo, con Maduro me resteo”.
Pa rematar, otro chavista le grita más allá: “Cola no tumba gobierno, viejo marico”, y cuando el escuálido le iba a responder recibe un “tú ‘tas fuera de ranking pa debatir con nosotros, chico”.
En otra cola del supermercado que mientan Unicasa, donde siempre sucedía lo mismo, la cola tardaba en correr generando angustias y rabia y cuando iba por la mitad se acababa todo y bajaban la santamaría en las narices de los que habían quedado ya de punteros. ¿Qué sucedió? La gente se empezó a arrechar y terminó organizándose, junto con los consejos comunales y las ubeches de la zona montaron las unidades de Contraloría Social, se consiguieron una fiscal del Ministerio Público (hija de una chavista de la zona, claro; en el barrio está todo, desde un plomero hasta un próximo presidente chavista) y la próxima vez le llegaron al comercio en plena cola.
Allí pusieron las pilas a todo el mundo. Carajo, llegó el barrio. Pusieron a funcionar tres cajas que no estaban activadas, revisaron los depósitos, arriaron a los que estaban al mando del negocio, organizaron a los que estaban en las colas, y otros, que estaban en éstas, se unieron a la toma del Unicasa.
Todos compraron y la cola corrió rápido. “Coñiooo, se habían tardado mucho en activarse, vale”, gritó un carajo por algún lado: “Viva Chávez carajo, mañana venimos pero es con los colectivos”, blasfemó otra viejita al ver la participación de la gente de su mismo barrio controlando la situación.
El supermercado este ahora está bajo la supervisión del barrio activo. Por cierto, en esa cola a mi vecino junto con su familia le marcaron el número 129 en la mano. Fue y se lo jugó y lo pegó. Se lo jugó por 200 bolívares e hizo 160 palos.
Cola no tumba gobierno.
Muy bueno, en lo único que no estoy de acuerdo es que te marquen como a un ganado, pueden hacer números con papel o con carton!
EXCELENTE…!!!