Son 524 páginas de acusación, con fragmentos sacados de una novela de terror que se leen conteniendo la respiración. Sin abandonar nunca el lenguaje técnico pero con una prosa directa y descriptiva, el Senado estadounidense (controlado por los demócratas hasta el mes que viene) ofreció un catálogo de los excesos cometidos por la CIA durante la campaña de interrogatorios ordenada por la Administración Bush tras los atentados del 11 de septiembre. El informe llega a conclusiones escandalosas sobre el funcionamiento interno de la agencia y contiene detalles inéditos sobre las torturas que practicaron tanto los interrogadores en nómina de la CIA como los “subcontratados” en países aliados en el extranjero. Es el resultado de cinco años de investigación y de la revisión de más de 6 millones de documentos. Y pone la guinda al examen de conciencia y autocrítica (aunque sea parcial y en ocasiones partidista) sobre lo sucedido en los años de la “lucha contra el terror”.
Texto: Ángel Villarino, El ConfidencialEn realidad, lo que se desclasificó ayer (texto íntegro aquí) es sólo un aperitivo del original y con muchos nombres, datos y lugares tachados por razones de seguridad. El informe completo sólo está disponible para un puñado de altos funcionarios autorizados y se eleva por encima de las 6.000 páginas. Y aunque se ha especulado mucho sobre qué información que permanece oculta, parece que en el “resumen ejecutivo” hay material suficiente para asomarse a la guerra sucia puesta en marcha con la pretensión de acabar con Al Qaida.
El informe no sólo documenta la extrema crueldad de los métodos de la CIA, sino también su incompetencia, su falta de trasparencia y la deslealtad de sus dirigentes. Es decir, los interrogatorios fueron “brutales” pero además resultaron erráticos, chapuceros e inservibles, ya que no se consiguió información relevante a pesar del salvaje martirio de los prisioneros.
Y parece que tanto la magnitud del programa de torturas como la escasez de resultados obtenidos, se habrían ocultado sistemáticamente ante el Congreso y ante el presidente, George W. Bush, quien en cualquier caso aparece retratado como alguien a quien no le interesaba demasiado saber lo que estaba pasando. Incluso habría solicitado no ser informado sobre dónde se encontraban las cárceles secretas por si se le escapaba algún detalle en alguna conversación.
En una de las escenas más inquietantes, fechada en 2003, se documenta cómo altos funcionarios de la CIA se ponen nerviosos y exigen una confirmación por escrito a su interlocutor en la Casa Blanca (en ese momento Condoleezza Rice, asesora de Seguridad Nacional) después de que Bush hiciese una apasionada condena de la tortura en el marco de una ceremonia de Naciones Unidas. Tenían razones para extrañarse. Mientras su presidente hablaba de “acabar con los abusos en el mundo”, ellos estaban ordenando cosas como estas:
- Algunos prisioneros fueron sometidos a “hidratación y alimentación rectal”. Por ejemplo Majid Khan, cuyo almuerzo fue triturado e introducido en su ano. La “papilla” contenía hummus (puré de garbanzos), pasta, nueces y pasas. También se les sometía a “exámenes anales” que se llevaban a cabo “con excesiva fuerza”. Algunos presentaron lesiones: Mustafa Al-Hawsawi padeció hemorroides crónica, fisuras anales y otros problemas.
- Las amenazas, incluidas las de muerte, eran frecuentes durante los interrogatorios, y las intimidaciones se extendían a veces a sus familiares. Al menos tres detenidos fueron presionados bajo amenaza de matar a sus hijos y cortar el cuello o violar a sus madres. Y en al menos dos ocasiones se llegó a simular una ejecución.
- Los presuntos yihadistas eran sometidos con frecuencia a baños helados y duchas frías. Uno de ellos permaneció “horas tiritando”, desnudo en una celda, después de un baño de agua helada de más de 20 minutos que le cortó la respiración. Un tal Abu Hudhaifa pasó 66 horas sin dormir, sometido también a duchas frías, hasta que la CIA descubrió que “no era la persona que creían”. No fue un caso aislado. Al menos 26 de los 119 detenidos que recoge el informe fueron retenidos por error.
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Las mayores atrocidades no las cometieron agentes de la CIA, sino el personal “subcontratado” en las fuerzas de seguridad de otros países, como Tailandia o Egipto. El reporte describe, por ejemplo, una escena en Marruecos, en 2002, en la que a uno de los detenidos le “rompieron los huesos a golpes”. “Rajaron sus genitales y derramaron líquidos calientes en el pene mientras se lo cortaban y lo amenazaban con electrocutarlo, violarlo y matarlo”, dice el informe.
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Muchos de los prisioneros estaban inmovilizados durante semanas y se les ponían pañales para que se hiciesen sus necesidades encima. El informe describe que Bush “expresó incomodidad” ante la imagen de un detenido “encandenado al techo, envuelto en un pañal, y obligado a hacerse sus necesidades dentro”.
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Aún más comunes en las páginas del informe son las descripciones de maltratos físicos, vejaciones, privación del sueño (uno de los detenidos pasó 180 horas -una semana entera- sin poder dormir un solo minuto), así como tormentos sensoriales mediante la exposición constante a ruidos atronadores o especialmente molestos. También se les privaba a propósito de higiene, ropa, comida, agua, iluminación, etcétera.
- Los agentes utilizaban cajas de diferentes dimensiones, donde introducían durante largos intervalos de tiempo a los detenidos. “Abu Zubaydah pasó un total de 266 horas en la caja grande (del tamaño de un ataúd) y 29 horas en la caja pequeña. Los interrogadores de la CIA le dijeron que la única manera de abandonar el centro de detención era en la caja con forma de ataúd”. Otros prisioneros fueron obligados a quedarse largos periodos de tiempo en pie a pesar de tener complicaciones médicas graves, como rodillas y pies rotos. Los interrogadores forzaban posturas especialmente dolorosas o incómodas y dejaban a los detenidos así durante semanas.
- El estado psicológico y físico de los detenidos resultaba extremadamente frágil. Se describe como algunos estuvieron cerca de morir ahogados, otros echaban espuma por la boca, sufrían espasmos, vomitaban sin parar o tenían ataques de histeria que les impedían hablar durante horas. El prisionero Gul Rahman fue hallado muerto en su celda y la autopsia reveló que falleció por hipotermia después de permanecer horas desnudo sobre un suelo de cemento. Y el propio Abu Zubaydah perdió un ojo durante los interrogatorios.
- Aunque ya se sabía que había sido utilizada, la técnica del ahogamiento simulado resultó mucho más común de lo que se creía. El sospechosoKhalid Sheikh Mohammed fue sometido a ello un total de 183 veces. Algunos desarrollaron tal pánico que sufrían ataques y vomitaban antes de empezar una nueva sesión. “Se ponía tan nervioso que le era imposible comunicar nada. Al empezar el ahogamiento simulado ingería líquido inmediatamente y tenían espasmos involuntarios en las piernas, el pecho y los brazos”.
- A pesar de las altas bonificaciones económicas, algunos de los interrogadores se mostraron “profundamente afectados” durante las sesiones y pedían a sus superiores acabar con las torturas o ser trasladados. Algunos “salían llorando y se atragantaban”. “Hoy hemos tenido la primera sesión y todos los miembros del equipo presentes han quedado afectados (…) Parece una opinión compartida que no deberíamos ir más lejos (…) todo el mundo parece muy fuerte pero, si esto va a continuar, (…) no podemos garantizar que vayan a aguantarlo”.
ESTA BARBARIDAD NO SE VEIA DESDE TIEMPOS DE LA II GUERRA MUNDIAL EN LOS CAMPOS DE CONCENTRACION NAZI..HASTA DONDE SON CAPACES DE LLEGAR ESTOS GOBERNANTES GRINGOS..DEBERIAN SER JUZGADOS POR LA CORTE DE LA HAYA Y ENVIADOS A PRISION DE POR VIDA!
Menos mal que tienen a un Premio Nobel de la Paz como presidente, otro titere de las corporaciones, pobrecito EE.UU tienen su propio infierno dentro