El poblamiento de lo que hoy es Venezuela comenzó en Falcón hace 14 mil años

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entrevista-y-recorrido-con-el-profesor-rodrigo-navarrete-1 Todo comenzó con bandas que cazaban, hace varios miles de años, y no con la llegada de las tres carabelas en 1492. El antropólogo Rodrigo Navarrete, profesor e investigador de la Escuela de Antropología de la Universidad Central de Venezuela (UCV), lo dice sin tapujos: “Venezuela es diversa desde sus orígenes”. Los primeros vestigios del poblamiento de lo que hoy es nuestro país son de 13 mil a 14 mil años antes de Cristo en Taima-Taima (Falcón). Ese grupo de pobladores, describe Navarrete al Correo del Orinoco, “eran bandas que no se contaban en más de decenas, con mucha frecuencia organizadas en familias extendidas, nómadas”.


Texto: Correo del Orinoco (Vanessa Davies) / Fotos: Luis Franco

Esas familias tomaban el ambiente lo que necesitaban, refiere el experto. Uno de los recursos principales era la cacería; en este caso, de grandes mamíferos que además “estaban en proceso de extinción”, lo que obligó a las personas a buscar también pequeños mamíferos y pasar de la lanza a la punta de proyectil.

En Taima-Taima hay evidencias no solo de que las familias comían carne, sino de que cazaban con punta de proyectil: “Vemos asociada la punta de proyectil con un hueso de mastodonte”, comenta. Pero también recogían elementos como algodón, miel y frutos silvestres. ¿Se vestían? “El hecho de que haya habido recolección de algodón implica que se hacían tejidos”.

¿Por qué comenzó en Falcón el poblamiento de Venezuela? “Es lo más cerca entrando desde el norte hacia el sur”, explica Navarrete. Pero también hay que recordar que las condiciones ambientales de la zona falconiana, y especialmente del río Pedregal, facilitan el hallazgo de las evidencias de ese poblamiento; lo que en otros lugares se encuentra lejos del alcance humano, en tierras falconianas está a flor de piel.

Se desarrollan otras investigaciones sobre el poblamiento de Venezuela en zonas distintas de Falcón, señala el docente. Cita, entre otras, las recolecciones de la profesora Erika Wagner (de Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas) en el estado Bolívar, así como las emprendidas por José María Cruxent en Zulia y lo que se ha encontrado en La Hundición, en Lara. Sin embargo, insiste en que Falcón es un escenario privilegiado.

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MÁS CAMBIOS

Hace 10 mil a 8 mil años “se produjeron un montón de cambios” en el planeta, asociados con el aumento de la temperatura, la presencia de mayor vegetación y los cambios en las líneas costeras. Navarrete hace alusión a grupos humanos que, en el oriente del país, se especializan en manglares; otros lo hacen en sabanas. También hay quienes se centran en la recolección de moluscos y mariscos en las costas, o en la obtención de productos vegetales en los alrededores del lago de Valencia.

De acuerdo con el antropólogo, mil años a.C. “se producen cuatro fenómenos similares”, que a su juicio “todos son constitutivos uno del otro”. Se refiere a la sedentarización “surgida a partir de biomas específicos”; también, a la tribalización, porque de la banda de decenas de personas se pasa a la tribu de centenares de personas. Reporta, igualmente, la domesticación “de especies vegetales y animales” y el empleo de cerámica como “materia prima básica, porque quizá es la materia prima más plástica y versátil que existe en la naturaleza para construir instrumentos”.

De ahí surgen, puntualiza, “dos tradiciones principales en Venezuela”: la vegecultura, hacia el oriente del país, basada en el cultivo de raíces y tubérculos, con el casabe como estrella; y la semicultura, en el occidente de la nación, con maíz, frijol, calabaza.

Las sociedades “tienden a complejizarse más”, precisa el antropólogo; es decir, los caribes de oriente “mantienen tribus igualitarias” y en occidente “comienzan a generar cacicazgos”. Ese cacicazgo “no es una sociedad de clases”, porque “no hay una propiedad privada sobre los medios de producción”; pero sí “hay una posesión consensual diferenciada”, o lo que es lo mismo, “hay alguien que tiene en sus manos, por consenso, cosas que otros no tienen”.

En su tesis de doctorado, Navarrete se plantea si en oriente hubo un cacicazgo en la depresión de Unare (Anzoátegui). “Si hubo un cacicazgo, fue inducido por presión de la gente de occidente”, sentencia.

LA INVASIÓN

Cuando los europeos invaden Venezuela se encuentran “un fuerte predominio de los grupos caribe en forma de tribus igualitarias vegecultoras en el oriente de Venezuela”, así como “otro grupo en occidente formado por tribus jerárquicas” con caciques.

Esta organización social, detalla el docente, tuvo un gran peso en la invasión y penetración europea. “Los códigos de comportamiento y organización sociopolítica de los caribes eran ilegibles para los europeos; les tocó vivir una guerra de guerrillas como la de Vietnam”.

Por el occidente del país fue diferente. “Las organizaciones estratificales permitían entrar en contacto y buscar al líder directamente, hablar con el líder, negociar y establecer alianzas”, subraya. Los europeos “se encuentran con distintos sistemas de alianzas, de guerras y de confrontación con unos y con otros”.

El profesor Emanuele Amodio, de la Escuela de Antropología de la UCV, lo sintetiza con estas palabras: Cristóbal Colón “estuvo tranquilo en el Orinoco 270 años solo después de la llegada a tierra firme”.

TEORÍAS

Navarrete se detiene en la discusión sobre las teorías del poblamiento de América. Refiere que la primera excavación sistemática del continente -al menos, la documentada- se llevó a cabo en un terreno de uno de los próceres de la independencia norteamericana Tomás Jefferson. Según el docente, Jefferson afirmó que los montículos hallados eran una obra de “los mismos indígenas” de ahora.

El investigador menciona a Alejandro de Humboldt y sus viajes por el continente, con sus descripciones detalladas porque “todo tiene que ver con todo”. No obstante, señala que muchos fenómenos en ese momento eran explicados todavía con la premisa del diluvio universal. “Realmente es en la segunda mitad del siglo XIX cuando se empiezan a sentar las bases en Europa de la arqueología moderna”, que se basa en el sistema de las tres edades: la Edad de Piedra, de Hierro y de Bronce.

“En Venezuela había una preocupación, más allá de lo intuitivo o de la curiosidad, por lo arqueológico”, expresa; en este contexto destaca el rol de Adolfo Ernst, quien “crea el Museo Nacional en el que se exponen restos paleontológicos, fragmentos de minerales extraños, animales disecados, piezas arqueológicas”. Sería Ernst el representante de una forma de entender la investigación que se ocupa, fundamentalmente, de la descripción. La otra, enfatiza Navarrete, es la etnohistórica, que vincula el pasado con el presente y tiene una perspectiva nacionalista.

Tal como lo relata el investigador, “uno de los primeros antropólogos norteamericanos que vino a Venezuela fue una mujer, esposa de un ingeniero petrolero”. Entre 1930 y 1934 llegan cuatro “grandes” de la arqueología estadounidense, “invitados por el asesor cultural de Juan Vicente Gómez, Rafael Requena”. Requena, recuerda, escribió el libro Los vestigios de la Atlántida, en el que intenta demostrar que los últimos atlantes se ubicaron alrededor del Lago de Valencia.

Esos “cuatro grandes” son Wendell Bennett, Alfred Kidder, Cornelius Osgood y George Howard. “Ellos no corroboran lo que dice Requena sobre los atlantes, pero establecen las bases de lo que podría ser la arqueología sistemática en Venezuela”, remarca. Incluso, realizaron trabajos en zonas como Tocorón y al sur de Guárico.

Para Naverrete es fundamental lo que sucedió en los años 50, con la publicación de los libros Estudios de etnología antigua de Venezuela, de Miguel Acosta Saignes (texto que ahora será reeditado por el Centro Nacional de Historia) y Arqueología Cronológica de Venezuela, de Cruzent y otros autores. Son dos líneas, resalta: la de Acosta Saignes, que relaciona pasado y presente; y la de Cruxent, que busca describir lo que se encuentra. “Los latinoamericanos estudiamos la arqueología como un nosotros”, concluye el profesor ucevista, quien insiste en que el país necesita una generación de relevo que asuma la búsqueda de nuevos yacimientos y la reevaluación de las fechas, entre otras tareas.

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