El ministro del Poder Popular para la Cultura, Reinaldo Iturriza, se refiere en su blog El otro Saber y Poder al emotivo discurso de Nancy María Arnal González, quien aprendió a leer gracias a la Misión Robinson I, continuó sus estudios de primaria y bachillerato en Robinson II, y actualmente estudia estudia quinto semestre de Medicina Integral Comunitaria en la Misión Sucre. Sus palabras iniciaron este martes un acto en el Teatro Teresa Carreño con graduandos de las Misiones educativas del gobierno bolivariano, con la presencia del Presidente Nicolás Maduro. “Siento pena por aquellos que son incapaces de celebrar las pequeñas victorias de los otros, de los nuestros, de nosotros”, señala el ministro Iturriza, testigo de los hechos. “Poco más que decir, salvo que me siento infinitamente feliz de vivir este tiempo. Afortunado de vivir el mismo tiempo que Nancy Arnal, de luchar a su lado”.
Texto: Reinaldo Iturriza, blog El otro Saber y Poder
“¡Sean productores!”, arengaba Nancy Arnal, y de momento su arenga tenía tono de súplica, como el de alguien que se dirige a un auditorio incrédulo, que no termina de darse cuenta. “¡No nos conformemos!”, agregaba. “¡No desmayemos!”. Clase magistral como pocas veces he visto en estos años de revolución, justo el día en que celebramos el cumpleaños doscientos cuarenta y cinco de Simón Rodríguez.
Inigualable homenaje al maestro y retrato fiel de lo que este pueblo ha sido capaz de hacer de sí mismo durante estos años. Seamos productores. La política como el arte de producir lo nuevo, vaya qué hermoso concepto de política. La política como producción y no como administración de lo dado, de lo existente. La política no para conformarnos, sino como ejercicio de los inconformes. El pueblo chavista se ha dado su propia definición de política, y por momentos uno realmente llega a lamentar que haya quien sea incapaz de verlo. Y no se trata de lamentar nuestra incapacidad de convencer, sino de lamentar la incapacidad ajena para reconocerse en la alegría del otro.
Siento pena por aquellos que son incapaces de celebrar las pequeñas victorias de los otros, de los nuestros, de nosotros. Pero qué se le va a hacer. Poco más que decir, salvo que me siento infinitamente feliz de vivir este tiempo. Afortunado de vivir el mismo tiempo que Nancy Arnal, de luchar a su lado. Un tiempo, unos hombres y mujeres sobre los que querrán saber con lujo de detalles los nietos de nuestros nietos. Sean productores. Sean creadores. ¿Quién dijo que no se podía?