Lula prometió restablecer el Ministerio de Cultura y echar atrás graves retrocesos culturales de Bolsonaro

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Foto: Agencias

En su discurso de victoria en la avenida Paulista en Sao Paulo, Brasil, el presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva prometió una vez más la restauración del Ministerio de Cultura en el país, que fue eliminado el primer día de mandato del presidente saliente, Jair Bolsonaro. “Quiero que sepan que vamos a recuperar el Ministerio de Cultura y vamos a crear comités estatales de cultura para que la cultura sea algo a lo que todos tengan acceso, para que la cultura sea una industria para producir empleos y generar ingresos”, señaló Lula Da Silva este domingo en la noche, tras su victoria en las elecciones presidenciales.

Texto: Alba Ciudad, El País y Agencias

“Los que le temen a la cultura son quienes no les gusta la gente, no les gusta la libertad y no les gusta la democracia, y ninguna nación en el mundo será una verdadera nación si no tiene libertad cultural. ¡El país recuperará su cultura!”, aseguró Lula.

En su discurso, Lula que rechazó los ataques a la cultura que marcaron el corazón del gobierno de Bolsonaro, entre ellos el rechazo a la Ley Rouanet para incentivos culturales, intentos de censura en avisos públicos y un discurso de odio a la cultura.

Por ejemplo, el pasado mes de abril Bolsonaro vetó por segunda vez en un mes una ley aprobada por el Congreso que destinaba 600 millones de dólares por año al sector cultural. La ley, aprobada a fines de marzo por el Senado, creaba la Política Nacional Aldir Blanc de Fomento a la Cultura y preveía la transferencia anual de 3.000 millones de reales (600 millones de dólares) de fondos federales para los estados y municipios brasileños a partir de 2023, durante cinco años. Con estos recursos, el proyecto prolongaría un auxilio que fue concedido por el Parlamento a la clase artística durante la pandemia.

Bolsonaro contra la cultura

Durante casi cuatro años, intelectuales, artistas, cineastas y músicos han adoptado “una actitud de resistencia frente a un mandatario de extrema derecha que los considera enemigos, comunistas que viven de un dinero público que no merecen”, y que cerró de un plumazo con el Ministerio de Cultura para convertirlo en una secretaría en la que uno de sus titulares parafraseó, en un vídeo oficial, a Goebbels: “El arte brasileño será heroico y nacional. O no será”. Así lo afirmó Naiara Galarraga Gortázar en un artículo en El País de España.

Ella explicó que el presidente saliente cumplió sus promesas de campaña: redujo el presupuesto cultural a mínimos, debilitó las instituciones de promoción del cine o protección del patrimonio y cambió la ley Rouanet de incentivo cultural —a sus ojos, la encarnación del mal— hasta dejarla casi irreconocible e inviable.

La ley Rouanet

Dicha ley, que tenía 30 años, era la norma de promoción de la cultura más importante de Brasil.  Conocida por el apellido del diplomático que era ministro del ramo cuando fue aprobada, el recién fallecido Sergio Rouanet, creó un sistema por el que las empresas que invierten en cultura se pueden desgravar hasta un 40%. Los particulares se descuentan un 6%. El año pasado fueron aprobados proyectos por 431 millones de euros.

A menudo, Bolsonaro la ha vilipendiado. “Esta desgracia de esta ley Rouanet empezó con muy buenas intenciones, luego se convirtió en esa fiesta que todo el mundo conoce, cooptando a la clase artística, gente famosa para apoyar al Gobierno” de turno, dijo al poco de conquistar el poder.

Su Gabinete impulsó cambios legales que redujeron 600 veces la financiación máxima por proyecto y siete veces el caché por artista, mientras el análisis de los proyectos se demora hasta un año cuando antes eran entre uno y dos meses. El impacto ha sido notable, explica especialista en la citada ley Adriana Donato por teléfono desde Porto Alegre: “En la práctica perjudican a los artistas menores, justo lo contrario de lo que dicen que pretenden porque los grandes tienen experiencia de gestión y además pueden esperar. Al final, desisten los pequeños, lo que más lo necesitan”.

Bolsonaro también advirtió que la ley no sería usada para financiar proyectos artísticos que chocaran con sus valores ultraconservadores, así que se acabaron los incentivos para obras relacionadas, por ejemplo, con la comunidad LGBTI+, mientras aumentan la financiación para música góspel o teatro bíblico. Y una empresa armamentista ha logrado fondos para publicar un libro sobre la historia de las armas.

Marighella, la burocracia como arma censora

La periodista de El País de España recopiló varios casos emblemáticos de censura por parte de Bolsonaro contra obras y fenómenos culturales que iban en contra de su ideología consevadora. Uno de ellos es la película Marighella, el debut como director del actor Wagner Moura. El tortuoso periplo hasta que los brasileños por fin pudieron verla en pantalla grande ilustra los embates del bolsonarismo contra todo lo que queda fuera de su estrecha definición de cultura, es decir, entretenimiento y poco más.

Wagner Moura.

Dicha película es la biografía de Carlos Marighella, un guerrillero comunista que combatió la dictadura. Bolsonaro llevaba menos de dos meses en el poder cuando la Berlinale 2019 invitó a la película. Su director, Moura, de esmoquin, pajarita y fajín, saludó sobre la alfombra roja puño en alto, algo que indignó a los bolsonaristas. Las milicias digitales contraatacaron. La película no había llegado a las salas cuando sufrió una emboscada en IMDB, la web de evaluación de filmes. Hundieron su puntuación cuando todavía nadie la había visto.

Quedaban otros obstáculos. Durante dos años y medio, que coincidieron en parte con la pandemia, el filme estuvo preso de la burocracia, que, según fuentes del sector, fue utilizada como instrumento de censura. Cuando por fin logró recibir las subvenciones y la luz verde para el estreno, ir a verla era todo un acto político. Algunas proyecciones terminaban con una salva de aplausos. Con 300.000 espectadores, Marighella fue la película brasileña más vista en 2021.

Fotograma de Marighella (película 2021)

Brasil, con sus 3.200 salas de cine, estrenó 185 filmes en 2020, dos tercios extranjeros, vistos por 40 millones de espectadores.

Para muchos brasileños fue más sorprendente descubrir que el guerrillero, encarnado por el actor Seu Jorge, era en efecto negro, que los mil avatares del proyecto. Porque Marighella, como Machado de Assis, el gran maestro de las letras brasileñas, fue blanqueado al ser inmortalizado.

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