Doce años cumple la Editorial Escuela El Perro y la Rana ratificando el compromiso con el que comenzó a imprimir libros: dar a conocer las voces de la literatura y el pensamiento venezolano que fueron históricamente silenciadas por las grandes corporaciones de la industria editorial capitalista. Así lo relata la presidenta de esta casa editora adscrita al ministerio del poder popular para la Cultura, Katherine Castrillo. Para ella constituye un compromiso y una deuda hacer justicia y sacar a la luz el trabajo de estos autores y de estas autoras en el pasado excluidas, incluyendo a aquellas voces que murieron en el anonimato.
Texto: AVN
“No estamos en una academia o dentro de una burbuja haciendo libros para un público especializado e intelectual -como se pensó durante muchos años, que el acceso al libro y al pensamiento era para un grupo social privilegiado-. Aquí estamos diciendo que el pueblo no es solo lector y autor, sino que tiene también la potencia de generar pensamientos colectivos, que además son transformadores”, explicó.
Y es que cuando se habla de las voces venezolanas invisibilizadas, Castrillo indicó que la casa editora trabaja en varias vertientes. Pone igual empeño en la publicación de autores jóvenes, en la de plumas experimentadas y en la de comunidades que trabajan en colectivo y buscan sistematizar sus experiencias de forma conjunta.
Es así como El Perro y la Rana ha abierto sus puertas para trabajar con colectivos como consejos comunales, movimientos sociales, empresas socialistas o centros penitenciarios que han publicado textos a varias manos. Ejemplos de esas experiencias son los libros de reciente lanzamiento Entre mujeres nos cuidamos y Por mi bien cuídame bien, hechos en el seno de la comunidad de San Agustín, uno sobre violencia machista y otro sobre el abuso contra niñas, niños y adolescentes.
“Terminamos siendo un puente porque aportamos la metodología y la posibilidad de publicación física o digital, pero quien aporta los contenidos y las ideas es la comunidad”, apuntó Castrillo quien informó que la casa editora articula estos esfuerzos con la red de imprentas regionales y que se mantienen a la orden de comunidades y grupos interesados en participar en esta iniciativa.
En esa misma tónica es que la editorial se ha instituido como una escuela, tanto hacia lo interno como hacia lo externo. La escuela hacia adentro refiere a la formación de su propio personal, que ha aprendido a editar libros al calor de la cotidianidad; y la escuela hacia afuera habla de cómo la institución ha perfeccionado sus capacidades pedagógicas para compartir ese conocimiento con gente y comunidades, incluso lanzando un Diplomado en Edición que este mes ya llega a su segunda cohorte avalado por la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte).
Calidad y masividad
Castrillo asegura que las líneas de trabajo de El Perro y la Rana siguen siendo las mismas después de 12 años. Una de esas aristas es la masividad. Publicar muchos libros para que lleguen a muchas manos. Rememora que fue un mandato del Comandante Hugo Chávez, a quien considera un promotor de la lectura de excepción.
Enfatizó Castrillo que en el caso de esta editorial masividad es sinónimo de calidad, dado que cada libro es hecho con extremo cuidado, para que sea realmente un producto con un acabado de primera.
Explicó que hoy cuentan con 4 mil títulos publicados, agrupados en 21 colecciones y bibliotecas. Y que si bien ya no mantienen el ritmo frenético de los inicios cuando la meta era la publicación de un libro al día, han logrado mantener como promedio sacar del horno cien libros anuales. Actualmente la mayoría de esos textos son en formato digital, en lo que la casa editora ha bautizado La Biblioteca Más Liviana del Mundo.
“Los libros de la plataforma del libro (del Ministerio de la Cultura) siempre han tenido precios simbólicos y ahora tienen descarga gratuita, es decir, que no exista la excusa de que se va a dejar de leer porque no hay acceso al libro. Estamos ahora más cerca porque los libros ya no están únicamente en una librería sino a través de un click”, enfatizó.
En el mes de marzo, aún en el marco del aniversario, verán la luz los poemarios Mercancías, de César Panza; Aunque no diga lo correcto, de María Alejandra Rendón; Estos pájaros son míos, de Vanessa Nobile; Escarpines en el agua, de José Miguel Méndez; Antologìa sin somaris, una compilación de José Pérez con poesía Gustavo Pereira; así como el libro de teatro Como ramas quebradas, de Mariluz Suárez y la publicación colectiva Bajo la falda del Ávila, testimonios de la comunidad de Sarría, compilado por Gilberto Parra.