Se hizo justicia a José Petit tras 49 años de silencio

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Desaparecido hace 50 años por un comando del Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas, el caso de José Agustín Petit Colina, reabierto en 2011 tras la aprobación de la Ley para Sancionar los Crímenes, Desapariciones, Torturas y otras Violaciones a los Derechos Humanos por Razones Políticas entre los años 1958 y 1998, está a punto de concluir con la acusación, por parte del Ministerio Público, de su presunto verdugo: el exjefe de la delegación de Coro de la extinta Digepol, José Mercedes Penot Rivas.


Texto: CiudadCCS (Emma Grand)

Dirigente regional del Partido Comunista de Venezuela, José Agustín, a quien sus más cercanos llamaban “Tin”, tenía 29 años de edad cuando fue detenido junto a un amigo el 28 de marzo de 1967 frente a su casa en Barquisimeto, estado Lara, sin ninguna orden judicial.

DESAPARICIÓN FORZADA

El periodista Llamy Race Millán Petit reconstruye con detalles, en un escrito publicado en la web, la desaparición forzada de José Agustín.

“Barquisimeto, estado Lara, 8:15 de la noche del 28 de marzo de 1967. José Agustín Petit Colina se encontraba con su amigo y vecino José Amaro frente a su casa en la calle 17, entre carreras 1 y 2 de Pueblo Nuevo.

Conversaban sobre la jornada; el día anterior, José Agustín celebraba el cumpleaños número 55 de su madre Sixta del Carmen Colina de Petit, quien vivía unas nueve calles más abajo con su esposo Amado Encarnación Petit Petit y sus hermanos menores, en la carrera 3 entre calles 8 y 9 de Pueblo Nuevo”.

Mientras conversaban –asegura el periodista con testimonio de los vecinos– circundaban la zona unos cuatro hombres abordo de un vehículo Jeep identificado con las siglas del Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas, SIFA.

“Rondaron una primera vez frente a la casa de Petit Colina, precisando que se encontraba en la calle con un compañero. A la segunda pasada, repentinamente se detiene el jeep frente a ellos y se bajan los cuatro efectivos fuertemente armados, sometiendo a Petit y a su acompañante José Amaro”, asegura el comunicador en su nota.

En contra de su voluntad, los funcionarios los obligaron a abordar el vehículo y se dirigieron al este de la ciudad de Barquisimeto, narra Millán Petit. Esa fue la última vez que vieron con vida a José Agustín.

Asimismo, relata el periodista que luego de identificar a Petit Colina, los efectivos del SIFA lanzan del vehículo en movimiento a José Amaro, cerca de la carrera 17 con calles 22 y 23, zona donde en la actualidad se encuentra la plaza Jacinto Lara.

Mientras el cuerpo de José Agustín continúa desaparecido, su amigo José Amaro sobrevive al atentado para contar el hecho.

La periodista Yesenia Chapeta, con el testimonio de una de las hermanas de José Agustín, Ana, narra en una nota escrita para la Agencia Venezolana de Noticias que una vez que la señora Sixta, madre de los Petit Colina, se entera de la detención, decide emprender una búsqueda que comienza en el TO5, “el tenebroso” Teatro de Operaciones antiguerrilleras asentado en Yumare, estado Yaracuy.

“Alguien le dijo a mamá, un día, de muy buena fuente, que ‘a esa gente’ la estaban enterrando por el río Aroa (Yaracuy). Nosotros seguimos buscando”, contó la hermana a la periodista.

“Mi mamá murió de 97 años, y la mitad de su vida la pasó buscando a mi hermano José Agustín”, declaró Ana a Chapeta.

“Recuerdo que cuando estaba en sus últimos días nos decía, a los hijos: ‘Ay, dios mío, sigan buscando, por favor, no dejen de buscarlo’. Mamá quería a todos sus 12 hijos, también sufrió mucho con la muerte de Amado (hermano de José Agustín), asesinado en 1962, pero lo de José Agustín… No te sé decir: eso le consumió la vida”.

El comunicador Millán Petit recuerda que “Tin” fue el cuarto de los Petit caídos en la década del sesenta. A él le antecedieron su primo Mario Petit Vásquez (asesinado en marzo 1962), su hermano Amado Antonio Petit Colina (en mayo 1962) y su primo Leonel Petit Vásquez (también desaparecido en marzo 1967).

“El caso de esta familia se califica como emblemático por la cantidad de miembros de un mismo grupo familiar”, señala el comunicador.

Por su parte, Chapeta recuerda que otro primo de José Agustín, Edmundo Hernández, fue asesinado en la masacre de La Victoria, en 1972. Su esposa, Dilia Rojas, “cayó inerme y acribillada en la masacre de Yumare, en 1986. Entre ambos dejaron seis hijos”.

EL PRESUNTO ASESINO

Según la investigación que llevó a cabo la Comisión de la Justicia y la Verdad, junto a fiscales en materia de Derechos Humanos del Ministerio Público, se determinó que el verdugo de José Agustín había sido el exjefe de la delegación de Coro de la extinta Dirección General de Policía (Digepol), José Mercedes Penot Rivas, quien era uno de los cuatro efectivos que obligaron al joven y a su amigo a subir al vehículo identificado con las siglas del Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armada.

La indagación, iniciada tras más de 40 años de la desaparición de José Agustín, arrojó que esa noche del 28 de marzo de 1967 este joven había sido trasladado después de su aprehensión hasta la ciudad de Coro, descartando la versión de que fue llevado en algún momento al TO5 de Yumare.

Por este hecho, el exfuncionario de la Digepol fue detenido el 11 de agosto de 2014 por efectivos del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) en su residencia, ubicada en la capital larense, en virtud de una orden de aprehensión solicitada por el fiscal del caso y acordada por el citado Tribunal de Control.

El 4 de agosto de 2016, el Ministerio Público acusó a Penot Rivas, de 84 años de edad, por su presunta responsabilidad en la desaparición forzada de José Agustín.

Su acusación se basa en la presunta comisión del delito de desaparición forzada de persona, previsto y sancionado en el artículo 180 del Código Penal.

MUERTO DESAPARECIDO

Todavía José Agustín Petit Colina no tiene un obituario, ni lápida que lleve su nombre, cruz, ni trozo de tierra donde llorarlo, como describió hace seis años la periodista Yesenia Chapeta para recordar que los restos de este joven continúan desaparecidos.

Pero desde el pasado 11 de diciembre de 2015, tras una sentencia del TSJ, una persona desaparecida forzadamente entre 1958 y 1998 puede declararse “muerta-desaparecida” aunque no hayan sido recuperados sus restos.

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