El pasado martes, la antropóloga Silvia Vidal ofreció una visión atípica de la historia donde se evidencia la maestría del General del Pueblo Soberano, Ezequiel Zamora. Ofrecemos el texto de su investigación, titulada “Las Raíces de Ezequiel Zamora”, en la cual estuvo basada su ponencia.
El General Ezequiel Zamora fue asesinado el 10 de enero de 1860, pero fue la Revolución Bolivariana la que rescató su memoria y le ha dado su lugar en la historia. El Instituto de Artes Escénicas y Musicales (IAEM) decidió honrar al prócer a través de un conversatorio que llevó por nombre Las Raíces de Zamora, en donde participaron historiadores, curiosos y entusiastas.
La investigadora Silvia Vidal, doctora en antropología, fue la encargada de conducir el espacio realizado en el salón de Mapas del Centro Simón Bolívar, piso 16, Torre Norte. Destaca el diario CiudadCCS que, desde el inicio de la intervención se pudo notar los años de estudio que había dedicado a la vida del General Ezequiel Zamora, mientras hablaba imprimía admiración por el personaje, cuya fantástica vida ha estado relegada por la historia eurocentrista que ha rodeado la vida del venezolano, convirtiendo al General del Pueblo Soberano en un personaje olvidado.
Ezequiel Zamora murió al ser alcanzado por una bala en las adyacencias de la actual Casa Zamora, en la avenida Bolívar de la capital cojedeña, diagonal a la iglesia San Juan Bautista, el 10 de enero de 1860.
Nació el 1º de febrero de 1817 en Cúa (hoy estado Miranda). Fue un militar, dirigente popular y un revolucionario defensor del legado idealista del Libertador Simón Bolívar y líder de destacada participación en la Guerra Federal. Estuvo al frente de un importante movimiento militar y enarboló las consignas del liberalismo radical, como “¡Respeto a los Campesinos!” “¡Horror a la oligarquía!”.
A continuación, su investigación.
Raíces de Ezequiel Zamora
Ezequiel Zamora Correa, 1817 – 1860
Nace en Cúa, estado Miranda, el 1º de febrero de 1817. Sus padres fueron Alejandro Zamora, quien luchó en la Guerra de Independencia bajo las órdenes directas del Libertador y murió en 1821, en la Batalla de Carabobo; y Paula Correa, extraordinaria mujer patriota que supo defender a su hijo y la causa federal en la calle y ante los poderes públicos de la oligarquía.
Con la desaparición de la Gran Colombia, y la aprobación de una nueva Constitución (1830), se sientan las bases del poder de una oligarquía latifundista y traidora de los ideales de libertad de Simón Bolívar, que retrocede al país a la esclavitud y desigualdades del período colonial, violentando los derechos humanos del pueblo.
El joven Ezequiel Zamora y su familia viven de la agricultura y cría, así como poseen un comercio en Villa de Cura. En esta pulpería popular, Zamora es frecuentado por hombres y mujeres del campo y la ciudad, indígenas, afrodescendientes y campesinos, con quienes lee periódicos del partido liberal y discute de la situación política nacional.
Numerosos movimientos armados se inician en el país, principalmente de esclavos, indígenas, campesinos y, a partir de 1840, de soldados patriotas sin tierras. Las luchas por la tenencia de las tierras, se había agudizado por la apropiación de tierras provenientes de haberes militares y la adjudicación de grandes porciones de tierras baldías a connotados personajes de la oligarquía civil y militar (Páez, Monagas, etc.).
Para 1846-1847, a este proceso de rebeliones populares se sumó Ezequiel Zamora, como máximo líder revolucionario, acompañado de la lanza con la cual su padre, Alejandro Zamora había luchado en la Guerra de Independencia. Por su participación en estas rebeliones, Zamora es encarcelado en Maracay y condenado a muerte, pero las protestas públicas de su madre, Paula Correa, ante los tribunales y sus demandas al presidente José Tadeo Monagas, éste le conmuta la pena de muerte por diez años de cárcel. Sin embargo, Zamora logra evadirse de prisión, con el apoyo no sólo de su madre y otros familiares, sino del General Santiago Mariño, quien ya estaba residenciado en La Victoria, estado Aragua.
Posteriormente, Zamora se incorpora a la vida ciudadana y por breve tiempo, participó activamente en el Ejército durante gobierno de José Tadeo Monagas, durante el cual hizo el traslado del prisionero General José Antonio Páez. Páez había sido su principal enemigo en la lucha por la liberación de las tierras de la patria. Poco después, Zamora comprendió que se seguían violando los derechos del pueblo, y renunció a su cargo para retirarse a Coro, desde donde elaboró su plan de refundar una República Federal. Estando en Coro, es expulsado del país y se asila en Curazao.
El 20 de febrero de 1859, Zamora regresó al país para dar inicio a la Guerra Federal desde Coro (estado Falcón), la cual se extenderá por los estados Lara, Yaracuy, Portuguesa y Barinas. El 10 de diciembre de ese mismo año, en Santa Inés, Zamora y su Ejército del Pueblo logran la máxima victoria sobre el Ejército Oligarca. La Batalla de Santa Inés, por las brillantes y novedosas estrategias y tácticas militares, ha pasado a ser ejemplo para los pueblos oprimidos del mundo.
“Yo obedezco al llamamiento con que me honráis; hijo del pueblo e idólatra de la Libertad yo, me hago un deber con otros; yo os ofrezco el sacrifico de mi existencia, si fuere necesario, para restablecer la República, para plantear la Libertad, para hundir a los tiranos” Ezequiel Zamora, San Felipe, 29 de marzo de 1859.
En San Carlos, el 10 de enero de 1860, la más vil traición ciega de un disparo la vida del Valiente Ciudadano Ezequiel Zamora, General del Pueblo Soberano. Con él, mueren los altos ideales de la Guerra Federal que se verán definitivamente traicionados con la firma del Tratado de Coche de 24 de abril de 1863.
LAS RAÍCES DE EZEQUIEL ZAMORA
En las fuentes bibliográficas sobre Ezequiel Zamora, se puede apreciar que, después de un largo período de invisibilidad, tergiversación y subestimación histórica, una de las principales inquietudes es sobre de donde, por qué surge Zamora, y más aun cómo, quién o quiénes son los responsables de su educación formal y política, que expliquen el origen de su formación filosófica y de la extraordinaria brillantez de su pensamiento expresado en sus discursos y estrategias militares.
Por ejemplo, se hace énfasis en que su educación formal fue corta mediante método Lancasteriano en Caracas, y que su preparación filosófica y política probablemente se deba a su cuñado Juan Caspers. Sin negar la importancia de su cuñado o de su corta instrucción formal, quiero que revisemos los ambientes y contextos donde se crió y formó Ezequiel Zamora: su familia, sus clientes y socios comerciales, y sus aliados políticos y compañeros de luchas.
Zamora fue considerado como una de las más importantes raíces de la Ideología de la Revolución Bolivariana por nuestro Comandante Hugo Chávez, por eso queremos hurgar en las raíces de Ezequiel Zamora, para desde lo profundo entender a este gran venezolano de todos los tiempos. Primero veremos algo de la historia de los Zamora Correa, como un sentido homenaje especial a su madre Paula Correa, y a todas las heroínas desconocidas del siglo XIX.
Con la Revolución Bolivariana, se han incrementado los diálogos e intercambios de saberes que nos han traído de vuelta al estudio y reconstrucción de nuestra historia patria. Hemos podido tener acceso a importante información histórica, desde académicos de renombre hasta interesantes cronistas de pueblos, antes olvidados, pero que siempre han manejado los detalles minuciosos y precisos de fuentes escritas en archivos parroquiales y de valiosas historias orales locales y regionales.
Los Zamora Correa
Generalmente se mencionado que la familia Zamora Correa eran blancos de orilla que se dedicaban al comercio en Villa de Cura. Esto no es tan cierto. Sí en verdad fueron una familia muy trabajadora y de hábitos sencillos, pero sus orígenes en el siglo XVIII se remontan a familias de Aragua, con haciendas cafetaleras y cacaoteras en los estados Aragua, Guárico y Apure.
El padre de Zamora, José Alejandro Zamora y Pereyra, nació en Villa de Cura en 1774, hijo del canario Juan Samora de León y de la villacurana Margarita Pereyra de Araña (o Arana). Don Juan Samora de León era un hombre adinerado, dueño de hatos en Calabozo, y había sido alcalde de las ciudades de Calabozo y Villa de Cura. Doña Margarita Pereyra descendía de la familia Pérez de Araña, quienes habían sido de los primeros pobladores de Villa de Cura, Calabozo, San Mateo y conquistadores del Bajo Apure, fundadores del legendario hato La Candelaria (de donde Rómulo Gallegos tomó información para configurar Doña Bárbara y Cantaclaro). Por la vía materna a Doña Margarita le corría sangre de don Antonio de Bolívar y Rojas, pariente paterno del Libertador Simón Bolívar y uno de los fundadores de San Mateo.
La madre de Zamora, Doña Paula Correa Rodríguez, nació y fue bautizada en Maracay en 1780, sus padres fueron Juan Víctor Correa de Quiñones y María Bárbara Rodríguez, ambos oriundos de Choroní, en dónde su abuelo Don Domingo Correa poseía unas haciendas de café y cacao. Los Correa Rodríguez se mudaron a Villa de Cura para 1778. Para el 21 de Noviembre de 1806, Paula se casa en la Iglesia de San José de Maracay con José Alejandro Zamora y Pereyra, y tuvieron 6 hijos, de los cuales el penúltimo fue Ezequiel.
Paula y Alejandro Zamora se mudan a Villa de Cura, en donde ella trabajaba como maestra de aula para niños vecinos y sus hijos, así como después en una escuela que Paula regenta hasta 1808 en la Casa Parroquial. Posteriormente, Paula y Alejandro se unieron al bando patriota y republicano, participando de manera activa. Alejandro se marcha como soldado y oficial del Ejército Libertador, fue uno de los oficiales de confianza de Simón Bolívar (era su pariente lejano), y hombre diestro en el manejo de la lanza. Paula participó como enfermera, cocinera, y como apoyo en la obtención y compra de pertrechos, armas y municiones para la tropa (al igual que Concepción Mariño, la hermana del General Santiago Mariño, en el Oriente del país y la Isla Chacachacare en Trinidad).
Por estas acciones patrióticas, Paula y su familia son perseguidos por los realistas, les expropiaron sus bienes, y tuvieron los Zamora Correa que abandonar Villa de Cura y huir hacia Cúa, donde el hermano de Alejandro, Matheo Zamora y Pereyra, entonces pro realista, tenía una casa. Matheo Zamora les facilitó un salvoconducto para que pudieran pasar las líneas enemigas y llegar a Cúa, donde nacieron tanto Ezequiel como su hermano menor Gabriel, y vivieron allí hasta que se mudaron de nuevo a Villa de Cura.
Paula siguió activa en la causa patriótica hasta 1821, cuando muere el Tte. Alejandro Zamora en la Batalla de Carabobo. En 1825, empobrecidos Paula Correa y sus hijos se mudan a Caracas, buscando educación para los varones, dado que las hijas se habían casado todas.
Durante las rebeliones entre 1846 a 1848, los hijos y sobrinos de Paula se involucran en las acciones militares y de conflictos rebeldes, especialmente su hijo Ezequiel. Entre los sobrinos de Paula figuran José Manuel García Correa, abogado, quien frecuentemente intercambiaba opiniones y lecturas con Ezequiel sobre filosofía moderna, historia universal y fundamentos de derecho romano, hablándole también de los principios republicanos de igualdad y de la necesidad de su implantación en Venezuela.
Zamora es capturado en 1847 y sometido a un juicio criminal, fuera de toda lógica y fundamento legal. Esto impulsa a Paula a liderar un movimiento de presión popular, por medio del cual logra que el presidente José Tadeo Monagas, le conmute las sentencias a muchos de los reos, entre ellos a su hijo Ezequiel, al cual se le cambia la pena de muerte impuesta, por tan solo diez (10) años de presidio.
Posteriormente, ante los continuos intentos de asesinato contra Ezequiel en la cárcel de Maracay, Paula le escribe a Monagas en los siguientes términos:
Excelentísimo señor Presidente de la República.
Paula Correa, viuda, legítima madre del desgraciado joven Ezequiel Zamora, llena de respeto y anegada en lágrimas, que expresan el dolor más fuerte de naturaleza, elevo hoy la triste y compasiva súplica al padre general de los venezolanos, el Supremo Poder Ejecutivo, cuya clemencia esmalta sus heroicas virtudes.
Existe Exmo. Señor, mi desventurado hijo en la cárcel de Maracay, casi privado de comunicación, arrastrando enormes y pesados grillos, que más que la seguridad contra la fuga, trabajan el tormento y el aniquilamiento de su vida.
En tan dura y desesperante situación, tres veces se ha atentado contra la existencia, empleándose aleves e insidiosos medios, de cuya prueba siempre sabe salvarse el asesino.
Primero, se fingió que una partida quería acometer en una noche al pueblo para sacarlo de la cárcel. En efecto se hizo correr la noticia, se alarmó el vecindario, y, en confianza, la más criminal, se solicitó del oficial de la guardia de la cárcel, a quien se reveló el plan, que con el pretexto de los confabulados en motín, se le quitase la vida en esa noche a mi hijo. Para persuadirlo, se le decía por el hombre más descarado y cruel, que tiene Venezuela, que era un servicio distinguido que se hacía a la República, matándose a Zamora, para que no se gastase más en custodiarlo, ni en su juicio. La virtud del oficial de la guardia salvó en tan horrible noche, la vida de mi hijo, pues se negó a la criminal maquinación de aquel hombre execrable.
En la vez segunda, un oficial aprovechando el momento, en que el de la guardia no se hallaba en la cárcel, entró a ella, y desnudando su espada se dirigió al calabozo donde estaba mi hijo. En el acto, quiso el cielo que entrase el oficial de guardia y sorprendido el asesino, no pudo consumar su crimen.
Frustrados estos medios, se echó mano, Señor Exmo. de otro más infame y aleve.
A pocos días se logró meter en la comida de mi hijo una hallaca con solimán (veneno corrosivo). La casualidad de haber notado aquél, al dividirla con una cuchara, que ésta se había ennegrecido, lo salvó de la muerte.
En tan agovioso suplicio ha permanecido mi desgraciado hijo.
El 29 de agosto último se ha aparentado en Maracay grande alarma, suponiéndose, que varios amotinados en Tacasuruma invadiesen el pueblo. Guardias dobles, patrullas, quién vives, y un tren estudiado de temores agitaron la población. Mi hijo, esperaba de un momento a otro la pérdida de su vida, como fruto del aparato.
Temo señor, y con sobrada razón, aunque no puedo dar las pruebas de tan abominable y criminal historia, que un asesinato oportunamente perpetrado me quite la esperanza de la clemencia, y de la misericordia del Gobierno de mi patria, y de la humanidad del piadoso corazón de V . E.
El perverso, que asecha infatigablemente la vida de mi hijo se prepara a burlar la clemencia nacional, dejando a la anciana que suplica en el último desespero, que la arrojará al sepulcro.
Ya por estas razones, y por la de que la causa de mi hijo será hoy sentenciada en 2a Instancia y se aproxima su término. Y más que todo porque en las escaseces del Erario, no hay con qué sostener la guarnición que custodia la cárcel de Maracay, y porque a ser lícito el temor y el alarma en que se halla aquella villa, no está seguro mi hijo, y según se aparenta está expuesto al asalto de los facciosos. Suplico entrañable y humildemente a V.E. se sirva mandar se traslade inmediatamente a esta cárcel pública, que ofrece más seguridades con la correspondiente custodia, la persona de Ezequiel Zamora; ¡que sea, Exmo. Señor; la ley, y la justicia, y no otro crimen más feo, los vengadores de los errores de mi joven hijo!
Caracas: Septiembre 4 de 1847.
Exmo. Señor.
Paula Correa
Paula le vuelve a dirigir otra carta a Monagas pocos días después al no recibir respuesta del presidente. Las líneas finales de esa segunda misiva concluye:
Ante el Areópago, una de las maravillas del mundo judicial, ante aquellos doce ancianos, reputados como divinos.
Ante el Senado de Roma, que era una asamblea de Reyes, en el concepto de los embajadores de Pirro.
Y ante las Audiencias Españolas, que representaban la majestad del Monarca, comparecían, y tuvieron el derecho de ser oídos los ciudadanos acusados por delito de muerte.
Quiere nuestra Constitución que el ciudadano sea oído, antes de ser condenado.
Dígnese, pues, V.E. padre general de los venezolanos también para que sea oído mi hijo, acordar inmediatamente su traslación a esta cárcel.
Caracas, septiembre 10 de 1847.
Paula Correa
El historiador aragüeño, Federico Brito Figueroa, señala que durante el traslado de Zamora de una cárcel a otra en mayo de 1847, Paula Correa ante el sistema oligarca, desplegó su carácter de mujer venezolana, valiente y patriota, al ver a su hijo torturado, amarrado y arrastrado por un burro por las calles:
“La madre de Zamora, ahí estuvo, (físicamente destruida, envejecida por la tortura de saber que el hijo se debatía entre la vida y la muerte en manos de sus verdugos, los verdugos del pueblo) moralmente altiva refutaba los agravios, agrediendo verbalmente al comandante Juan Pereira para que le permitiera colocar un sombrero en la cabeza del hijo amado y como aquel energúmeno no se lo permitió, corrió detrás del escolta, no menos de una milla, hasta lograr su objetivo entregando al prisionero un modesto sombrero de cogoyo…”
Después de la muerte de su hijo Ezequiel, Paula se mudaría a Caracas con una de sus hijas casadas, en donde continuaría su lucha por reivindicar el nombre de su hijo y el de su familia, buscando incluso el reconocimiento de su esposo como ilustre prócer de la independencia de Venezuela y el de su hijo como líder máximo de la Guerra Federal.
Paula murió en Caracas en 1868.
De socios comerciales y aliados políticos a combatientes del y por el pueblo soberano
La historiografía tergiversada ha definido a Zamora como asesino, ignorante, arbitrario, y a las tropas que lo acompañaron, como simple grupo de bandoleros y criminales. Se han empeñado en hacer ver que “Zamora y sus bandoleros” se enfrentaban contra la República de Venezuela y los generales patriotas, como Páez y Soublette.
Se ha pretendido desvirtuar el proyecto zamorano de Guerra Federal, como movimiento de hondo contenido revolucionario, y de profundas raíces en el sentir del pueblo venezolano, el cual hizo suyos sus principios y consignas, las cuales sentaron las bases que darían origen a un vasto movimiento popular. Si leemos las proclamas, arengas y discursos de Zamora, veremos que su fundamento principal es la Doctrina Bolivariana-Mirandina, lo que él llamó la doctrina de los padres libertadores del 5 de julio de 1811.
Esta doctrina había sido perseguida, abandonada y tergiversada por los gobiernos del país desde 1830.
Los Zamora Correa provienen de una familia involucrada en la causa patriótica, relacionados directamente con el Libertador Simón Bolívar y afectados por las injusticias de los traidores a la Gran Colombia que se habían adueñado de Venezuela y habían usurpado las tierras a los soldados de la patria.
Provisto de estas ideas bolivarianas y simpatizante del cambio social, el joven Zamora comienza a viajar por el Guárico con el objeto de comerciar con ganado, y se establece en Villa de Cura (Edo. Aragua) donde abre una pulpería. En este contexto, y a través de contactos e intercambio de conocimientos y prácticas con el pueblo soberano, Zamora profundiza y fortalece su educación política. La tienda prospera por la seriedad que pone en sus tratos comerciales, dedicados al menudeo de reses, caballos y productos agrícolas, hasta las aledañas localidades de Cúa, San Francisco, San Juan, San José, El Pao, Calabozo y algunas aldeas de Apure. El desarrollo de su prestigio de comerciante honesto y de hombre respetuoso en las transacciones con sus modestos clientes, lo convierten en una referencia en los negocios locales.
Este prestigio comercial de Zamora coincide con la situación conflictiva que comienza en Caracas, con el enfrentamiento entre los militantes godos del grupo dirigente político, que se escinde aparentemente en dos bandos, el sector oficial y los liberales (Partido Liberal), que se fortalece con la apertura del periódico El Venezolano en 1840.
El general José Antonio Páez es la cabeza del sector oficial y Antonio Leocadio Guzmán desde las columnas de El Venezolano, lidera el bando liberal. Las críticas y el debate a través de la prensa impulsan un interés cada vez mayor por los negocios públicos, que propicia el nacimiento de un movimiento popular liberal dentro el cual se inscribe el joven pulpero Zamora.
Zamora se convierte en dirigente regional y en lector asiduo del periódico oposicionista. Quienes ya lo conocen, se aproximan confiados a escuchar el mensaje que comenta siguiendo las pautas de la prensa liberal. Mas su discurso no es idéntico al de los voceros liberales. A los editoriales políticos, agrega comentarios sobre la injusticia predominante, sobre la mala distribución de la tierra y sobre la explotación del pueblo por los «godos», en un lenguaje tan llano como el del pueblo. Los campesinos que sienten seriamente la crisis agrícola y el peso del latifundio, encuentran con quien compartir ideas, un nuevo líder de la gente humilde.
Mientras en Caracas crece el prestigio de Antonio Leocadio Guzmán, de cuyas prédicas surgen simpatizantes en todo el país.
A partir de 1843, se profundiza la crisis económica y brotan signos de malestar que anuncian la proximidad de una rebelión. Con la presidencia del general Carlos Soublette, recrudecen las críticas a los godos y se incrementan las usurpaciones de tierras. Zamora se constituye en jefe regional del liberalismo, y lanza su candidatura a las elecciones de 1846. Se presenta en ellas como candidato por el cantón de Villa de Cura, pero su nominación es obstaculizada.
Zamora se constituyó en la figura política más importante del Cantón y muy pronto, de todo el Estado Aragua y de toda Venezuela.
Sus bases programáticas estaban constituidas por principios muy sencillos:
- Comunidad de tierras;
- Hombres libres.
- Elección popular, alternabilidad;
- Horror a la oligarquía.
Estos postulados diferían en mucho del pensamiento liberal, liderizados por terratenientes arruinados, militares sin cargos públicos y demagogos al estilo de Antonio Leocadio Guzmán. Sus principios de contenido claramente revolucionario, propiciaban la eliminación de las trabas establecidas para el ejercicio de los derechos ciudadanos impuestos por la constitución de 1830. “Horror a la oligarquía” significaba expulsar del poder a la clase responsable de los grandes males que padecía el pueblo.
Ante la crisis nacional, y para evitar mayores enfrentamientos, se propone una entrevista entre Páez y Guzmán, representantes de los dos bandos en pugna. Zamora forma parte de la comitiva y guardia de honor de Guzmán, pero la reunión de los 2 líderes es despreciada por Páez y Guzmán no se presenta. Simultáneamente ocurren alzamientos de campesinos en el Centro del país, que obligan al séquito liberal a dispersarse. Ante esta grave traición al pueblo soberano, Zamora convoca a “hacer la guerra a los godos” en beneficio de los pobres, y se levanta en armas el 7 de septiembre de 1846, en la localidad de Guambra. Sus consignas son: “Tierra y hombres libres”, “Respeto al campesino”, “Desaparición de los godos”, y la gente comienza a llamarlo “General del pueblo soberano”.
Los principales líderes populares reconocen su jefatura, el Indio Francisco José Rangel, quien antes había asaltado la hacienda Yuma de Ángel Quintero, figura clave del oficialismo; Zoilo Medrano y José de Jesús González, el Agachado, que ya han propuesto la libertad de los esclavos y la muerte violenta de los blancos. Se trata de líderes analfabetas de procedencia genuinamente popular, que ven en su nuevo jefe un factor de cambio real, un jefe que rememora a los Libertadores, que vuelve a hablarles de Libertad e insiste en cambios que favorezcan a los pobres. Con un ejército de base campesina, indígena, afrodescendiente, Zamora entra en San Francisco de Tiznados y libra las acciones victoriosas de Los Bagres y Los Leones.
Con estas acciones se concluye la formación de Zamora como líder y jefe del pueblo soberano, y se abre paso a otra etapa, la de su educación en la carrera militar, pues ingresa en la Academia Militar, en donde fue destacado estudiante. Esto sucede luego que el presidente Monagas lo coloca a su servicio en el batallón de Villa de Cura. Entre enero de 1848 y septiembre de 1849, Zamora participa en las campañas del gobierno contra el paecismo alzado. Barinas, Quisiro, Cabimas y San Carlos, son los sitios en los que demuestra su valor y su talento militar. Le corresponde entonces la responsabilidad de conducir prisionero a Páez, el mayor de los latifundistas godos, de Valencia hasta Caracas.
En adelante, ocupa la comandancia de las siguientes guarniciones durante el monagato: Maracaibo, Ciudad Bolívar, Barcelona y Cumaná. Se le asciende al grado de general de brigada en 1854. Durante este período se consolida carrera en el arte de la guerra, e incrementa sus contactos castrenses, sin perder sus vínculos con el pueblo soberano. Sin embargo, también comprende que los “liberales” no son diferentes sino son otra clase de godos.
En 1856, se casa con Estefanía Falcón, la hermana viuda con muchos hijos, de Juan Crisóstomo Falcón, y se retira del servicio militar, para mudarse a la Provincia de Coro, donde se dedica al trabajo agrícola. Durante este período, junto al trabajo en el campo, se dedica a pensar y planificar su proyecto de fundar una República Federal. Para 1858, cuando estalla la Revolución de Marzo, lo persiguen y tiene que huir del país a Curazao.
En Curazao anima inmediatamente clubes federales y establece contacto con sectores subversivos de Occidente de Venezuela.
El 23 de febrero Zamora desembarca en La Vela de Coro, denominándose jefe de operaciones de occidente, hace que Coro se constituya en estado federal (25.2.1859) y organiza un gobierno provisional de Venezuela (26.2.1859). Aquí junto al pueblo inaugura un proceso de elecciones populares inéditas en el país: todos (hombres, mujeres) votan y eligen todas las autoridades, incluyendo las del sistema judicial. Resulta victoriosa la campaña que realiza, gracias a la movilidad y disciplina que imprime a un ejército popular que crece constantemente, tanto en número como en entusiasmo, debido a su influencia personal.
Y así continuó triunfante por Lara, Yaracuy, Portuguesa, hasta llegar a Barinas, donde ocurre la más brillante de sus maniobras y estrategias militares, la Batalla de Santa Inés. En esta batalla, Zamora y su Ejército del Pueblo Soberano, vencieron y destruyeron al poderoso Ejército Godo, ganando el control de casi todo el país. Con este triunfo prácticamente se ganó la Guerra Federal, pero que con el asesinato de Zamora en San Carlos, se vio prolongada por 5 largos y trágicos años, porque Venezuela se quedó huérfana, sin el gran líder que sabía perfectamente hacia donde debía llevar a su pueblo.
Zamora en su intercambio de saberes y experiencias con el pueblo soberano, aprendió sus tradiciones y códigos, así como a valorarlo, oírlo, y unirse a él, pero también le enseñó sus máximas revolucionarias tomadas de la doctrina bolivariana y republicana: bien común, libertad, fraternidad, igualdad, justicia, en el marco de un profundo amor por la patria. A pesar de las políticas godas de invisibilidad, ocultamiento, tergiversación y desvalorización, todavía siguen vivas en el corazón de los venezolanos el legado de Zamora.
Para Pérez Arcay, una de las principales consecuencias de las acciones zamoranas durante la Guerra Federal fue que Venezuela logró consolidar la conciencia de la libertad y de la igualdad (o igualitarismo), que yo diría que forman parte de las copas de un árbol zamorano.
En palabras textuales de Pérez Arcay: “En naciones excepcionales, como Venezuela, donde no existen profundas pautas de asilamiento entre los hombres, aunque se nazca pobre se nace en grande, perteneciendo al país y no a grupos sociales. Ello constituye su fuerza estructurante, bastión para el Poder Relativo de Combate Nacional.” (1999). El autor recurre a Carl G. Jung y su herencia psico-social, para explicar la herencia igualitaria dejada por el triunfo federal, y nos dice que el venezolano común conoce esta herencia prendida en su Inconsciente Colectivo [Arquetipo/Código Cultural] y por eso es humilde, pero que nadie debe confundirse con esta humildad! Yo diría confundirla con debilidad, con servilismo o con derrota porque somos no somos cualquier pueblo soberano, somos hijos de libertadores, el glorioso bravo pueblo que el yugo lanzó, respetando la ley, la virtud y el honor!
Pensamientos de Ezequiel Zamora:
“Convídolos, pues, a que se vengan a incorporar a estas filas de hombres todos resueltos a ser libres o morir, pudiendo asegurarles que el triunfo de los liberales por medio de las armas será infalible, y la patria agradecida y libre de sus tiranos nos bendecirá, y la posteridad nos cubrirá de gloria. Somos de ustedes El Jefe del pueblo soberano-EZEQUIEL ZAMORA. Coronel FRANCISCO J. RANGEL. El Secretario del despacho, José B. Masabé.”
Cantón en Corralito a 19 de septiembre de 1846. 36° de la Independencia y, 6° de la Oposición.
“Creí como antes he dicho, que debía atacarse un Gobierno que había infringido la Constitución y leyes de la República; y esto lo decían todos los periodistas de Caracas y otras partes.”
Ezequiel Zamora. En Piezas del Proceso del Juicio Criminal contra Ezequiel Zamora. 1847.
“Con tan bellas dotes y la santidad de la causa que sostenemos, que no es otra que la verdadera causa de los pueblos, la República genuina, la Federación, vuestro heroísmo debe ser premiado con el triunfo de los principios y el derrocamiento consiguiente de la tiranía.
¡Viva la Federación! ¡Viva la verdadera República!
¡Viva, y para siempre, la memoria de los Patriarcas de nuestra Independencia, de los hombres del 5 de julio de 1811, los que, en el acta gloriosa, dijeron a los pueblos, federación!
Que se cumpla pues, después de tantos años.”
Ezequiel Zamora, 23 de febrero de 1859
“Al Ejército y a la Armada Federal.
¡Compatriotas! El 20 de febrero de 1859 forma época en nuestra historia; él ha abierto una página de lauros, una campaña de heroísmo, una cruzada de libertad.
El 20 de febrero es un grande acontecimiento; él determina una situación, despeja un porvenir: ¡él trae las palmas de la victoria! No más sombras siniestras en el horizonte de la patria; enarbolemos el estandarte de nuestros padres, de los patriotas de 1811.
¡Corianos! Vuestra patria, la tierra del heroísmo, el oasis de la libertad, se alza a la faz de sus tiranos y dice Federación; y a tan noble, a tan sublime, a tan grandiosa idea, se une la palabra de paz, de perdón, de olvido del pasado, no como lo dijeron los enemigos de la patria, sino con pruebas, con la lógica elocuente de los hechos.”
Ezequiel Zamora, 7 de marzo de 1859.
“Barineses: En la memorable acta de independencia del año de mil ochocientos once, vuestra provincia tuvo la gloria de ser una de las siete unidas de Venezuela, que por medio de sus representantes juró ser independiente y constituirse en Estado Federal. Cruentos y estériles sacrificios habéis hecho para plantearlo, pero ya estáis en la época de la FEDERACIÓN; y sobre las ruinas de la dictadura que el cinco de Marzo del año próximo pasado, os impuso Julián Castro con la envejecida oligarquía, levantaréis el Gobierno Federal que asegura para siempre la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, dogma de la República genuina, que proclamaron los patriarcas de vuestra Independencia.”
Ezequiel Zamora, 21 de mayo de 1859.
Bibliografía Recomendada
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BOTELLO, OLDMAN. Genealogía del general Ezequiel Zamora: apuntes para su estudio. Villa de Cura: Asamblea Legislativa del Estado Aragua, 1994
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TAPIA, JOSÉ LEÓN. Por aquí pasó Zamora. 6ª ed. Caracas: Ediciones Centauro, 1992.
VILLANUEVA, LAUREANO. Vida del valiente ciudadano general Ezequiel Zamora. Caracas: Monte Ávila, 1992.
Que tal más feo
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