La xenofobia social hay que afrontarla con sinceridad

el-pollo-vallenatoUna mañana lluviosa de 2005, Carlos Echeverri desembarcó en Caracas. Con 21 años ya cargaba en el morral el peso de ser un desplazado. Uno de los millones que corren para salvar su vida de la violencia secular que estigmatiza a la Colombia de Gaitán. Él, no escogió venir a Venezuela porque el cambio de monedas le fuese a representar más dinero. Una cadena de amenazas de grupos paramilitares le marcaron la opción del exilio forzado para preservarse con vida. Así que con la respiración en vilo dejó atrás su vida, la que conocía.

Texto: DesdeLaPlaza / Ernesto J. Navarro – Premio Nacional de Periodismo 2015

Vivía en ese pandemonium del sabor llamado Barranquilla. De niño padecía de la garganta por eso sus vecinos barranquilleros, que en opinión del escritor David Sánchez Juliao (El viejo Deivi) tienen una gran capacidad “para castigar con el verbo a la otra gente”, lo bautizaron como “Pollo Ronco”. Pero cuando creció la ronquera se esfumó y sólo quedó el Pollo.

El Pollo Echeverri estudiaba música en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, además se coleaba en la cátedra de sociología y –como él mismo dice- militaba de chévere en el Partido Comunista. Pero nada para resaltar.

El 17 de septiembre de 2004 será el día que, sin desearlo, marcó la vida de “El Pollo”. Es la fecha en la que un complot entre funcionarios del desaparecido DAS y las Autodefendas Unidas de Colombia (AUC) derivó en el asesinato del “bacán ilustre”, Alfredo Correa de Andréis (1).

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Yo conocí al Pollo una interminable noche de 2007. Estaba en el Callejón de la Puñalada sentado en una mesa apilada de botellas de cerveza junto al periodista argentino Andrés Sal.Lari. Ya por esos días, era un rockstar de ÁvilaTv y saludaba gente a diestra y siniestra en el Guibus. Luego, una maratón de encuentros con amigos comunes promovió la fatalidad de un sentimiento egocida… desde entonces sabemos que somos buenos amigos.

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6 años estuvo como “refugiado” no oficial en la Venezuela Bolivariana. Ahora emprendió ruta a un nuevo destino y como por estos días se habla de colombianos, deportaciones, paramilitares, desplazados y fronteras, compartimos con ustedes su experiencia personal y pasional.¿Qué tiene que ver el asesinato de Alfredo Correa de Andréis en tu vida?

-Él escribía un libro que se llamó “La pérdida de la personalidad jurídica en los desplazados” ¡Fíjate tú! En eso la Seguridad Democrática del Dr. Álvaro Uribe  lo sindicó de guerrillero y le montaron un expediente. Fue preso y a los dos meses lo mató un sicario a sangre fría, en plena calle,  junto a su escolta. Alfredo le grito ‘no me mates, loco’.(2)

Fue así fue como varios de sus  colaboradores tuvimos que huir ante el inminente peligro. Entre ellos, Pedro Carvajalino, el flamante conductor de Zurda Konducta, y Miguel Ángel Rojas, por quienes conocí a ese mítico personaje.

Yo les seguí a Bogotá pues lo paramilitares no dejaban de llamar a mi casa para que revelara el paradero de ellos. Sabían todo yo lo que hacía, me seguían y las amenazas no se hicieron esperar.

En Bogotá la situación no mejoró, pero en realidad partimos hacía Venezuela agobiados por las penurias que afectan a cualquier migrante económico. En Bogotá, como en Barranquilla, como en toda Colombia, no hay trabajo, esa es la verdad. Así que nos parecía una decisión natural. Adicionalmente nos sentíamos atraídos por el sueño bolivariano encarnado por el Comandante Chávez.

En mi caso particular ya conocía Venezuela. Desde chico viajaba frecuentemente hacía allá. Mi madre, colombiana, limpio pisos en Caracas durante 30 años. Y yo, hasta tenía asuntos pendientes allá con una chica y tal…jeje

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Los primeros años fueron muy rudos.

El Pollo comía todo lo que podía durante el día, gracias a un carnet de La Universidad Bolivariana de Venezuela que un pana se lo prestó caleta. En las noches pasaba hambre.

Pero siempre ha sido un tipo entrador y con una labia que asombra. Consiguió trabajo en Fundarte como sistematizador de las experiencias de los promotores culturales del Distrito Capital. Poco después, Miguel Ángel Rojas ofreció chamba como asistente de producción para “El Urbanauta”, en Avila tv.

Allí saltó a la palestra pública, pero también fue así de sopetón. Un día a alguien del canal le pidió que fuera a cubrir una marcha de la oposición. Yo me le mido, dijo El Pollo. Fue, y con tan solo re-preguntar, me lucí, contaría después.

En ÁvilaTv hizo “Pelúos con Curita”, “Cara de Vidrio” y “Caracas En Directo”. Pasó por las radios YVKE Mundial, Radio Nacional de Venezuela y hasta La Radio del Sur.

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¿Sentiste xenofobia en Venezuela?

– Sí, por supuesto. Al billete se le denomina caliche para decir que es falso, el caliche mismo es un gentilicio bastante usado para referirse a los colombianos. Otra, colombiano que no la hace a la entrada la hace a la salida, esas son tan solo algunas cosas que recuerdo al voleo y que me trastocaron.

Sin embargo, pude insertarme socialmente con éxito. Las personas que más admiro, intelectual y sentimentalmente hablando, están en Venezuela.

Por haberme brindado estudio, trabajo y salud, voy a estar eternamente agradecido con el pueblo de Venezuela y específicamente con la Revolución Bolivariana.

Pero también conozco grandes zonas liberadas donde los colombianos no lograron integrarse. Por ejemplo, en Petare. Porque una cosa es la inclusión, que tengas los mismos derechos, algo que en sí es bien recién, y otra es la integración.

¿Por qué te fuiste de Venezuela?

– Yo tenía trabajo, salud, y educación garantizada, como bien he dicho, pero me cansé de no poder ejercer y gozar de esos derechos. Ganar un sueldo digno y no poder disfrutarlo a plenitud; obtener buenos servicios y recreación, y sin que te coma la inflación. Es una paradoja que el chavismo tiene que resolver rápidamente. En definitiva, fueron varias las razones de mi partida, algunas de índole personal, otras de orden profesional, pero la gota que rebozo mi copa fue el tema de la inseguridad. Sin la vida no hay nada. ¿En Colombia te mata el Estado, en Venezuela el hampa? ¡no es negocio! Ahora estoy en Argentina.

Pollo ¿Qué pasa con la migración venezolana en Argentina?

– Acá me encuentro con muchos venezolanos. No paran de llegar, hay un éxodo de venezolanos, eso también hay que decirlo. Muchos de ellos son chavistas. Pero no los siento contrariados, ni derrotados. Creo que es porque entienden que los cambios han sido positivos. El gobierno nacional redistribuyó la riqueza pero no contempló que ello iba a traer más demandas sociales. Es decir, los cambios han sido positivos pero no los suficientes. Arrechos si los noto porque el chavismo se hizo de una verborragia patriotera que no corresponde con sus avances actuales. Entonces la estridencia y la falta de autocrítica desesperan a cualquiera.

¿Te fue fácil instalarte en Argentina o te costó más que en Venezuela?

– La vida del que migra es difícil de por sí. El desarraigo es algo terrible. No se lo deseo a nadie. Sin embargo la coyuntura política en Argentina pareciera más estable. Las reglas están un poco más claras. Su legislación es bastante generosa con el migrante pero falta mucho en el tema de la integración.

¿Te persigue la xenofobia por el continente? ¿Es exclusiva con los colombianos?

– Los colombianos somos doblemente discriminados, eso es una realidad. Aquí y en la conchinchina. Es un karma que prefiero que ignores. Cuando llevas un currículo, cuando solicitas un alquiler ¿Por qué? porque más allá de la estigmatización histórica, uno se muda, pero tu historia personal, tu cultura, se va contigo, te persigue.

Los primeros casos de sicariato en Argentina los protagonizaron colombianos. Y en modalidades y formas de asesinato que acá nunca se han visto. Ahora casi que monopolizan las bandas de apartamenteros, pinchacarros (un modo de atraco y timos en las rutas) y demás.

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También llegaron los prestamistas, los pagadiarios que les llaman. Un particular que te presta a tasas muy elevadas pero te garantiza liquidez inmediata. Viven de los intereses que se generan y las tácticas para presionar posteriormente por los cobros son bastante intimidatorias. Sólo por nombrar algunas cosas que son incipientes pero yo ya sé como termina ese cuento.

Por supuesto que todo esto es incrementado por los medios, pero no es simple coincidencia que seamos siempre los colombianos los aventajados en el ingenio del mal. Algo ha fallado en nuestro sistema de valores republicano que nos encontramos expuestos ante el mundo. Marica el último. Payaya puesta papaya partida. No dar papaya; son mandamientos que te impone la sociedad colombiana.

Entonces hasta uno mismo termina huyendo de los mismos compatriotas, termina uno triplemente exiliado e incluso siendo reflector de esa discriminación, de esa estigmatización.

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En líneas generales, los colombianos saben poco o nada de Venezuela… hasta que apareció el Comandante Chávez. A pesar de la extensa frontera que se comparte, el desconocimiento es lo que reina en los centros urbanos de la Colombia profunda. Dicho de otra manera, Colombia y Venezuela son siameses pero que se dan la espalda.

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¿Cómo ven a los venezolanos en Colombia?

– Por lo menos en los últimos 50 años no ha habido tal encuentro de los pueblos. Las relaciones son como si se tratara de transfusiones de sangre. No me refiero a los llanos compartidos o la Guajira, allí no hay encuentro, allí hay una unidad consolidada que ha sido dividida ficticiamente. (Aún así, se puede notar la diferencia entre las administraciones, como en el caso de los wayuus, que se mueren de hambre y de sed del lado de Colombia).

Con la revelación Chávez como figura internacional, Venezuela irrumpió en nuestro imaginario como en un país malvado, torpe o bruto.

En los medios el ataque es diario, incesante. Es una política editorial muy clara y tajante. Entonces nadie habla de Guaco o de los grandes ligas. El venezolano es una caricatura distorsionada. La imagen que tienen los colombianos en lo interno de los venezolanos, me duele confesar, en bastante peyorativa.

No obtstante, en vez de reclamar a su propio gobierno, le reclaman a Maduro. Al inepto, al bruto, y no a quién permitió que tales males se originaran. Prácticamente les estamos pidiendo que se dejen chulear. El alcalde de Cúcuta invoca la solidaridad bolivariana pero el 80% de la cuidad vive del contrabando. Es un despropósito.

¿Está siendo despiadado el gobierno venezolano deportando a tus compatriotas? ¿Es diferente en Colombia?

– Eso de las deportaciones el gobierno de Colombia lo tiene bien aceitado y son bastante estrictos. No se niega la entrada a nadie, pero son 90 días los que tú puedes estar y cuando los cumples debes pagar una renovación, que depende exclusivamente de ellos y normalmente son bastante estrictos. Si no te vas, debes pagar una multa y si la incurres tres veces, te deportan. El sistema es bastante sencillo, pero bastante puntual.

¿La revolución Bolivariana ha roto la “hermosa relación entre ambos países” como dicen en la prensa?

-Nunca hubo tal relación armoniosa. A la pseudo-burguesía venezolana le convenía la migración para encontrar mano de obra barata, para que se realizarán los trabajos que nadie quería tomar. Porque se suponía que el pueblo estaba contento con las dádivas del petróleo.

Yo recuerdo que cuando era chico, mi madre trabajaba de conserje en un edificio en Bello Monte. En diciembre los propietarios tiraban electrodomésticos y muebles casi nuevos a la calle, y así cada año hasta el Caracazo. Nunca vi tal cosa en mi país.

Y a Colombia siempre le convino la dependencia de Venezuela a su aparato productivo. De resto, nunca hubo políticas de integración real. Por lo tanto siempre hubo tensión, solo que se reconoce como tal ahora, con la llegada de la revolución que azuza las esperanzas de un futuro mejor y habla del proyecto bolivariano con valentía.

¿Son nuevos los cuentos de la frontera sobre la gasolina, la comida y las divisas?

-Mira, viajar de Colombia a Venezuela o viceversa era un infierno. Lo recuerdo claramente. Decenas de puestos de control y cada uno te trataba peor que el otro. La gente lloraba en los buses. Un viaje que dura normalmente 16 horas, de Barranquilla a Caracas, podía extenderse a 24. No era la mejor bienvenida. Una vez en Caracas las requisas eran constantes y te pedían la cédula en todos lados. Los viernes de quincena la subida al barrio era carnaval dantesco. La policía colocaba un puesto de control y hacia bajar a todos. Buscaban colombianos indocumentados para poder extorsionarlos. La gente acostumbrada ya, separaba parte del dinero. Una especie de tarifa, pues lo peor que te podía pasar era que te requisaran y se llevaran todo tu dinero. Estas vivencias por supuestos traen roces como podrás imaginar. Roces que te quedan impregnados ¿entiendes? Siembran resentimientos. Pero por qué prefería la gente ésto, pues porque en Venezuela había trabajo, la posibilidad real de conseguir dinero y mandarle a una remesa su familia. Una de las entradas principales de la renta nacional es el envío de remesas. Colombia se acostumbró a traficar con el dolor de sus migrantes. ¡Es un negocio!

PELUOSLo de los pimpineros siempre fue común, junto con la especulación en el cambio de la divisa. Como en toda frontera. Y Cúcuta siempre vivió del contrabando pero nada como ahora.

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El paramilitarismo es la forma como se le conoce ahora. Pero en realidad estamos hablando de una cultura mafiosa que tiene mucha raigambre en buena parte de la cultura popular colombiana.

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¿Qué cosa cambió?

– A los colombianos se les legalizó con la revolución en su mayoría. Cesó la persecución y en buena parte la xenofobia. Es curioso pero Colombia ha ganado todo el dinero que no ganó jamás en la historia de su comercio con Venezuela. Pasa que la oligarquía colombiana entiende que es una ganancia transitoria. Si Venezuela se emancipa, se acaba la gallina de los huevos de oro. A su vez, a lo interno, Uribe aprovechó su estadía en el ejecutivo para afianzar a los paramilitares, la mano negra, como un verdadero ejército irregular. Esto fue acompañado de un tejido social que hilvanó la Seguridad Democrática en Colombia con los valores fascistas. Los desplazados, esta vez causa directa del accionar paramilitar, fue la excusa y el vehículo perfecto para sabotear la seguridad social en Venezuela y a la vez, el conducto ideal para infiltrar a los mismos paramilitares.

Llegó entonces a Venezuela la vacuna, la extorsión, la seguridad privada, los pagadiarios, los sicarios, el regenteo de la prostitución a gran escala. Y con ello traen un compendio de valores que sostienen y patrocinan la cultura paramilitar. Las novelas, la música, la vestimenta, las creencias etc.
¿Qué modificó el panorama ahora?

– ¡Ah bueno!!! Ahora te mataron y torturaron a un diputado de la Asamblea Nacional en las narices. Que te balean soldados en la frontera, que planean atentados y magnicidios, que organizan el contrabando a gran escala…

El director de “Ciudad de Dios”, alguna vez comentó que una película como esa jamás se podría filmar en Caracas, puesto que en cada cuadra de los barrios afectados hay un pran distinto. Pues eso está cambiando. El paramilitarismo está controlando zonas de considerable tamaño, algunas muy sensibles para la seguridad nacional. Los paracos están homogenizando el mando y afilando un sistema de control y acción a través de sus empresas delictivas.

Pollo, ¿Te parece agresivo, irracional o xenofóbico el accionar del gobierno venezolano en la frontera Táchira-Cúcuta?

– Quiero ser claro en esto, aunque me duela un montón. Como colombiano que ha migrado a Venezuela y ahora a la Argentina, estoy más que de acuerdo. Considero que el país que me dio realmente asilo y refugio, que me devolvió una vida, está por perderse en las garras del imperio que actúa a través de Colombia.

Yo no estoy dispuesto a callarme más las críticas contra la negligencia crónica del chavismo en éste y otros temas ¡Total quien mierda es uno! Pero me atemoriza de sobre manera la situación. Venezuela está contra las cuerdas y los problemas más urgentes y principales tienen que ver con su relación con Colombia. Contrabando, divisas, especulación, bachaqueo, saboteo, infiltración etc. Venezuela cuenta con 30 millones de habitantes y 4-5 millones de ellos son colombianos. A este ritmo no habrá tal integración, sino que un país se devorará al otro. Y allí es donde coincido con las más profundas y respetuosas manifestaciones de nacionalismo venezolano.

El combate tiene que ser contra la delincuencia en general y velar porque todo sea acorde a la ley. Asegurar y presionar para sea una medida realmente transitoria ¡A la migración no la para nadie! Pero debe realizarse con planificación y mejores controles. Hay que sanear las instituciones involucradas en el fenómeno pero esto lleva tiempo. Por otra parte a esas personas en el Táchira se le indicó hace años que estaba ocupando de manera ilegal esos terrenos, que debían regularizarse lo antes posible… y no lo hicieron.

¿Por qué? Con lo fácil que es legalizarse en Venezuela

– Pues no, resulta que esos predios se prestaban para la proliferación del delito. Entonces, ¡Ojo pela’o! Ahora las fotos causan sensación. Pero el mismo amarillismo, hace tan solo unos meses, hacía extensos reportajes sobre drogas, prostitución y delincuencia en esa misma zona. ¡Hipócritas! Tal vez justos paguen por pecadores como dicen, pero el principio democrático prevé que el bien común no puede estar supeditado a una minoría que afecta o actúa por encima de las mayorías. Además creo que se pierde de vista, que el migrante, decente, que tiene ganas de salir adelante, está de acuerdo con que se resuelva tal situación.

Él es el principal afectado, el que se queda entre fuego cruzado y también hacen parte de esa mayoría. Son 4 millones y tantos que se ven afectados por unos miles. En todo caso es el derecho soberano de un país de preservarse y controlar su frontera. Aunque el romanticismo nos hiera. Inclusive me parece honesto que Venezuela reconozca que no está en las mismas condiciones de atender tal éxodo. Imagina que Venezuela colapsé. Entonces tendrás dos países sumergidos en el caos. Hay que ser muy responsable con la proyección y con el alcance real de nuestros ideales. No pueden prometer cosas que después no se podrán cumplir.

Colombia debe hacerse cargo de una vez por toda de su tragedia nacional, no exportarla más y afrontarla. Yo, en lo particular estoy cansado de huir psíquicamente, de que Colombia no se haga cargo, por lo menos moralmente, institucionalmente ¿Sabes?

Gran parte de mis amigos y familiares nunca han visto mi proceso como caso de desplazamiento forzado. Es como si estuvieran de alguna manera agradecidos con el destino porque entienden que en el extranjero me alberga un futuro mejor! ¡Una locura! Pues no fue mi decisión.

¿Qué hacer con la xenofobia?

Nene-en-Cafe-Bogota-272x400-No negarla, asumirla, nombrarla, afrontarla con sinceridad. Colombianos radicados y venezolanos tienen que saber dónde están parados. La discriminación aún existe pero es un fenómeno social, no es una política pública. Me parece demasiado injusto que la patria que albergó a 4 millones de nuestros compatriotas ahora sea juzgada de xenófoba por defender el interés nacional. Falta, como dije, planes de integración real, no puedes dejar que 4 millones de persona se instalen en tu territorio y dejar que se integren a la buena de dios.

En tu experiencia ¿Cuál es el impacto del paramilitarismo en Colombia?

-El paramilitarismo ha logrado introducirse en las altas esferas del poder, en el Congreso, en el Ejecutivo, en las Fuerzas Armadas Colombianas, en las empresas privadas, etc. El paramilitarismo nos ha dejado ofrendas del oprobio para la posteridad. Como 3.000 fosas comunes, 5 millones de desplazados. Junto México y Honduras es el país donde más se asesinan periodistas, atrás vienen los sindicalistas, robo de elecciones, asesinatos selectivos. El catálogo de crímenes es espeluznante, pero además, heredamos una sociedad enferma y negacionista.

Utiliza nuestra juventud, desempleada y sin expectativas, como carne de cañón para una guerra que representa cuantitativas ganancias para la clase dominante y los intereses foráneos. Colombia funciona como una especie de laboratorio del terror y el paramilitarismo es la serie moderna que ahora se transforma en Bacrim’s. Pero el paramilitarismo también es un monstruo abstracto que sirve para expiar nuestras culpas. Eso debe ser dado vuelta.

¡El paramilitarismo no se infiltró! ¡Al paramilitarismo lo infiltraron! Tanto así que ya es como preguntarse quién fue primero, si el huevo o la gallina. En resumidas, es una de la novedosas formas que encontró la oligarquia colombiana para gobernar. Por eso se habla de un Estado-narco-parmilitar. ¿Difícil de digerir, no?

Pollo, ¿Volverás a dónde naciste?

– Oiga viejo man, no depende de mí. Depende de quienes me hostigan. Yo voy a Colombia de vacaciones pero al pasar un tiempo me vuelven a llamar para amenazarme. Es decir, eso está intacto. Veo una luz en túnel con los Diálogos en la Habana pero habrá que esperar que la sociedad colombiana acompañe al compás el proceso y haga la paz consigo misma.

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1.-Asesinato de Alfredo Correa fue una “tenebrosa alianza criminal entre el DAS y las AUC”

2.-Se cumple una década del asesinato de Alfredo Correa de Andréis

 

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