“Nosotros no estamos pidiendo, sino que le estamos exigiendo a la empresa que cumpla con la Ley”, dice Juan Rodríguez, el presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Territorio Centro Llano Polar (Sintraterricentro). Cuando habla, explica, lo hace como vocero de quienes conforman el Sindicato: “Recibo órdenes de lo que los trabajadores deciden en Asamblea”. Las exigencias son dos: el reconocimiento de la organización obrera que han puesto en pie, y el contrato colectivo que han presentado a Empresas Polar. Para lograr sus objetivos llevan 19 meses de lucha, buscando el diálogo, presionando jurídicamente en el Ministerio del Poder Popular del Trabajo, en los medios de comunicación y en la Asamblea Nacional. Las respuestas hasta el momento han sido inexistentes, y en caso de haberlas fueron para amedrentar.
Texto: La Cultura Nuestra (Marco Teruggi)
Ilustración: César Mosquera
Fotos: Johan Nieves, trabajador de Polar
El punto de inflexión sucedió el 30 de diciembre del año pasado cuando Polar avaló el contrato colectivo del sindicato histórico, “patronal”, como lo definen los trabajadores actualmente en huelga. Allí quedó sentada la posición de la empresa: no negociaría con Sintraterricentro, ni tampoco avalaría lo dictado por la Inspectoría Nacional del Trabajo en varias oportunidades: sentarse a negociar.
De esa postura no se movió más Polar. El nuevo Sindicato sí: el pasado 7 de abril, cinco agencias de cuatro estados del país comenzaron una huelga:
“Hemos aguantado 78 días siempre llamando al diálogo, de una u otra manera, a Empresas Polar y a su presidente ejecutivo Lorenzo Mendoza, ellos siempre dan una respuesta negativa llamándonos violentos, minoritarios, retando al mismo Estado y a los afiliados del Sindicato”, narra Rodríguez.
Y en la resistencia ante el silencio de la empresa, los trabajadores fueron sumando solidaridad y apoyo de otras plantas y agencias, que comenzaron a discutir la posibilidad de realizar huelgas solidarias por 24 horas. Eso fue lo que anunció Rodríguez el miércoles 17 de junio, dando un plazo de 48 horas para que Polar accediera a dialogar. La respuesta fue la prevista: las declaraciones en boca del abogado de Polar, Gustavo Guzmán, para atacar a Sintraterricentro, y el rechazo a dialogar.
“Llegó el día viernes, y a las cuatro de la madrugada deciden los trabajadores que van a parar, y en Carabobo comienzan la huelga en cinco almacenes: Guacamaya, la Isabelita, Guacara, La Quizanda, Puerto Cabello, y son, según la empresa, 410 000 cajas diarias que deja de despachar Polar. También nos acompañaron las plantas Polar Los Cortijos, Barcelona y Maracaibo, junto con las distribuidoras Vargas, Miranda, Distrito Federal, Zulia, Anzoátegui, con más de cuarenta distribuidoras de cerveza y Pepsi-Cola, y a su vez se sumó la planta Pepsi-Polar de Caucagua”, asegura el trabajador.
Violencia y clandestinidad
Por una parte, Empresas Polar declara públicamente su desconocimiento del Sindicato y se niega al diálogo; y, por otra, viene llevando sistemáticamente prácticas violentas contra quienes están en huelga.
“El sábado a la noche llegaron unas personas en la agencia Guacamaya, y despojaron de los teléfonos según porque ahí tenían unos videos, y les dijeron: ‘Si siguen aquí vamos a venir y les vamos a caer a tiros porque es una orden de la empresa’ ”, cuenta Rodríguez, y no se asombra, sabe los métodos de Polar, la verdadera Polar que se esconde detrás del oso y las publicidades de felicidad deportiva.
Ya el mismo viernes 19, también en la agencia Guacamaya, habían comenzado las amenazas: “En los servicios mínimos se determina quién puede entrar y quién no, y se determinó que entraría la enfermería y el mantenimiento. Como hicimos uso de la Ley, los señores gerentes, conjuntamente con un grupo de trabajadores fiscalizadores y terciarizados usaron la fuerza para golpear a los trabajadores en huelga, hubo armas largas, amenazas, y con un montacargas decidieron tumbar el portón. Lo denunciamos ante PTJ, Sebin, Fiscalía, Defensoría, porque hubo heridos”.
Así también pasó en la agencia Turmero, una de las que había iniciado la huelga el 7 de abril, y en otros casos de organización sindical, en particular en los galpones de almacenamiento clandestinos, aquellos públicamente no les pertenecen a la Polar, pero sí lo son en realidad.
“Tenemos conocimiento de que hay centros de almacenamiento clandestinos, tenemos pruebas de facturaciones, ahorita en Carabobo estamos en una huelga, pero hay en conocimiento tres centros de almacenamiento de cerveza clandestinos que cargan los mismos camiones que cargábamos nosotros”, cuenta Rodríguez. Se trata de la estrategia Mendoza: una de sus herramientas para pasar por encima de la Ley, vulnerar derechos laborales, acaparar y desviar alimentos.
Por eso, Rodríguez afirma que la empresa ha entrado en guerra con quienes conforman Sintraterricentro. Por ser chavistas, creer en el socialismo, y desplazar a un sindicato que históricamente fue una correa de transmisión de las necesidades de la empresa, y no un espacio de y para los trabajadores y las trabajadoras. Y también porque conocen la empresa desde dentro, sus juegos para lograr mantener la producción al tiempo que generan desabastecimiento, los laberintos ocultos de la guerra económica que se han propuesto investigar.
Entonces, siguen. Con la fuerza de la medida del pasado viernes, ya con el próximo paso organizado: el martes 23 de junio, cuando se reúnan en Caracas con otros sindicatos para decidir qué nuevas medidas tomar:
“Si la empresa no reacciona ahí vamos a decidir qué vamos a hacer, si vamos a tomar la calle, denunciar esto ante la Presidencia, buscar la manera en que se obligue a Polar a que cumpla la Ley, porque hay una Ley, un Estado, trabajadores y un pueblo que tiene que respetar”, dice el presidente del Sindicato que comienza a acorralar a Lorenzo Mendoza.