Paúl Del Río falleció este domingo 3 de abril. Tenía 72 años, 55 luchando, 3 de ellos desde la cárcel, numerosas esculturas y dibujos, y un seudónimo nacido de sus tiempos de guerrilla: Máximo Canales. Tras sus pasos queda la historia de años de resistencia de una generación que hizo frente, con las armas y con la justicia, a la Cuarta República.
Véase también: Falleció en Caracas el legendario guerrillero Paúl del Río
Prensa MPPC (Marco Teruggi / Fotos: Óscar Arria)
Había nacido en 1943 en La Habana. Sus padres, militantes republicanos españoles, habían escapado de España debido a la guerra civil y el triunfo de la dictadura de Francisco Franco. En 1945 se trasladaron a Venezuela, donde su padre se unió a la lucha contra Pérez Jiménez.
En 1961, con 18 años de edad, Paúl Del Río era integrante el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), y formó parte del alzamiento cívico-militar conocido como El Porteñazo, uno de los principales intentos de derrocar al gobierno de Rómulo Betancourt, “el asesino de la democracia”, como lo denominó el mismo Paúl.
Ese fue uno de sus primeros pasos. En 1963, ya como militante de la Fuerza Armada de Liberación Nacional (FALN), participó de la toma del buque mercante Anzoátegui para denunciar los atropellos de Rómulo Betancourt. También fue uno de los líderes de la captura del jugador de fútbol Alfredo Di Stéfano.
Después de 10 años de lucha, fue apresado y juzgado por culpa de una delación. El tribunal le dictó 3 años y medio de prisión, sentencia que cumplió hasta el último día. “Hoy en día vivimos lo que nosotros soñamos en aquella época, que nunca creímos que fuera posible porque fuimos derrotados. Fuimos muy tercos porque nos mantuvimos durante ocho gobiernos consecutivos de Acción Democrática y COPEI sin dar un paso atrás, y fuimos torturados, asesinados, desparecidos. Ellos nos deben, porque no nos han pagado, entre tres y cuatro mil muertos”, había afirmado en el 2012.
Paúl Del Río, que también fue parte de la lucha en Nicaragua contra la dictadura de Anastasio Somoza, formaba parte en la actualidad de la Fundación Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez, en homenaje a quien dirigió El Porteñazo. Desde ese espacio, situado en el Cuartel San Carlos, venían desarrollando un trabajo de investigación para reconstruir la verdad acerca de los desaparecidos y asesinados por la Cuarta República.
Una de sus últimas intervenciones públicas había tenido lugar el pasado 26 de marzo durante el Foro Permanente de Pensamiento y Acción, espacio en el cual se había referido a las amenazas de Barack Obama contra Venezuela. “Si hay un presidente de una nación superpoderosa, como es los Estados Unidos de Norteamérica, que cree que puede gobernar al mismo tiempo Venezuela, está equivocado”, había afirmado en esa oportunidad.
También había dicho esa tarde en el Cuartel San Carlos: “No me da miedo la muerte”. Su historia de lucha, de resistencia a todos los gobiernos del Pacto de Punto Fijo, quedará en la historia venezolana. En esa del pueblo que nunca aceptó las traiciones a la democracia, la injusticia de gobiernos que siempre buscaron la aprobación norteamericana a costa de días y noches de miseria de millones.