Documental sobre escritor Francisco Massiani se estrena este viernes

El próximo viernes 13 de febrero el cine nacional completará su cuarto estreno de este 2015 cuando llegue a las salas comerciales el documental Francisco Massiani: Breve y arbitraria historia de mi vida, primer largometraje del realizador de 28 años de edad, Manuel Guzmán Kizer, producido por Factor RH (La hora cero; Azul y no tan rosa; Piedra, papel o tijera) y terminado gracias al apoyo del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC).

Texto: Correo del Orinoco (Luis Jesús González Cova)
Fotos:  Cortesía Cameo Marketing

Según contó Guzmán al Correo del Orinoco, la obra audiovisual que cuenta parte de la historia de la vida de Francisco “Pancho” Massiani, uno de los escritores más importantes de Venezuela y de Latinoamérica, tendrá un minúsculo estreno, inicialmente con proyecciones solo en dos salas de Caracas.

Como se dice al inicio del documental, más que una biografía, el filme ofrece una radiografía de una buena parte de la vida de Massiani, cuya obra incluso es de lectura obligatoria en los liceos del país.

AL DESNUDO

El documental usa de manera precaria pero muy efectiva el formato conocido como road movie, por medio del cual lleva al espectador a recorrer, desde el punto de vista físico, varios lugares donde el novelista vivió, estudio, donde fue “inmensamente feliz” y donde padeció.

Así, en el documental Massiani cuenta, en el lugar de los hechos, lo que vivió en el Liceo Andrés Bello, en la Universidad Central de Venezuela (UCV) donde estudio arquitectura, en el bulevar de Sabana Grande, en un burdel, en la Librería Suma, en el bar Royal, en el hospital al que lo llevaron luego de sufrir un coma etílico y al hogar donde fue inconmensurablemente feliz junto a su amada Belén Huizi.

Al mismo tiempo, el filme es también un viaje hacia el interior de Massiani, hacia ese genio que mezcla la inspiración con la realidad para transformarla en literatura. Abre una ventana hacia sus temores, sus vicios y sus preferencias. Le da la oportunidad al escritor de revelarse como Corcho, el protagonista de Piedra de mar, su obra capital; de confesar que odia “los finales de cualquier cosa”; de reflexionar sobre ese pintor que todos llevamos dentro; de mostrar el amor que siente por su hija y sus nietas; de sus ganas de vivir y, sobre todo, de declarar su amor eterno a Belén Huizi.

En este trabajo de Guzmán, Pancho Massiani se desdobla casi hasta sus últimos pliegues, tanto que incluso el director tuvo miedo de mostrarlo a la familia del escritor. “Pensé que no les gustaría, porque tiene cosas muy fuertes, hay de todo, tiene cosas muy duras. Creí que me iban a perseguir para que no lo mostrara. No es una película fácil. Afortunadamente les gustó, les pareció bonita y eso es un aval para el documental”, reveló el joven comunicador social.

En general, a parte de algunas entrevistas a su hija, Alejandra Massiani de Guzmán, a sus amigos, al profesor de Literatura venezolana Rodrigo Blanco Calderón, intervenciones puntuales de terceros y algunos datos en títulos sobre la pantalla, el documental está contado en primera persona.

“Es él (Francisco Massiani) en su silla de ruedas contando su historia, que al final es una historia de amor. Nos vamos acercando a su vida, al hombre que se enamoró de Belén Huizi, quien murió de cáncer poco antes de que murieran los padres del escritor. Nos cuenta del coma etílico que vino después, seguido del accidente que le provocó una fractura de cráneo. Hay un arco dramático donde el escritor tiene picos emocionales muy fuertes. Por ejemplo, cuando visitamos el apartamento donde vivió con Belén tuvo un brote psicótico y dice cosas muy duras, fue muy dramático”, contó Manuel Guzmán.

DEL PIZARRÓN A LA PANTALLA

El novel director confiesa que el documental tiene serias carencias desde el punto de vista estético. Francisco Massiani: Breve y arbitraria historia de mi vida, se grabó en dos semanas hace cinco años, para presentarla como una tesis de grado en la Escuela de Comunicación Social de la UCV.

Precisamente se demoró tanto tiempo en llegar a la gran pantalla por la inexperiencia del director en el ámbito relacionado a la introducción de postulaciones ante el CNAC para solicitar apoyo. Finalmente, fue posible su terminación gracias al productor Rodolfo Cova quien, según Guzmán, en un año hizo que la película llegara a las salas.

Manuel Guzmán. Foto: Héctor Rattia

“Me hubiera gustado hacerla mejor desde el punto de vista estético, pero cuando la hice no tenía la experiencia en esto de hacer películas, no contaba con los equipos técnicos, no tenía un director de fotografía, tiene planos muy extraños, pero la historia tiene cosas muy bonitas y el documental no se puede volver a hacer con un buen equipo”, reconoció Guzmán.

No obstante, la producción “tiene cosas muy bonitas” que vale la pena mostrar. El mismo Massiani hizo una declaración que se tomó para el afiche: “la película no es fea, es desgarradora y me encanta, es bella”, dijo el Premio Nacional de Cultura 2012, mención Literatura.

“Con el documental creo que viví la experiencia más hermosa del mundo. Y creo que conté, de alguna manera, parte de la historia de mi vida. Hay una desesperada necesidad de confesarse al prójimo. Significó mucho para mi la posibilidad de verme a mi, como si yo fuera otro. Es un viaje a través de todos los lugares donde el escritor ha vivido, estudiado, padecido. Un viaje siempre significa enriquecimiento del espirito, una maravilla de experiencia. Y creo que es una gran película… y cuando te enriquecen más la vida, amas más la vida y a todo ser que se te acerque y sobre todo a la mujer que tu amas”, se escucha a Massiani en el tráiler promocional del filme.

A juicio del autor, lamentablemente no es una película para todo público, en primer lugar, por el contenido y en segundo lugar, “porque es necesario tener cierta experiencia de vida para entender en su justa dimensión algunas confesiones que hace Massiani”.

Más allá de los detalles técnicos de los que al autor no está del todo satisfecho, el documental tiene la virtud de ofrecer una panorámica muy amplia del autor con el que varias generaciones de venezolanas y venezolanos se iniciaron en la lectura e incluso en la escritura, le pone rostro concreto y personalidad avasallante a ese escritor que todos nos imaginamos de una manera diferente, a ese admirado creador que forma parte de nuestra identidad como pueblo.

Además, la pieza tiene el potencial de conectar con el público que seguramente saldrá de la función con ganas de amar, de abrazar a Massiani, de leer todos sus libros y de vivir.