El cacique Simón Bastidas y su hija Carolina, quienes representan al grupo indígena de filiación lingüística Caribe, viajaron a la capital francesa el pasado viernes -acompañados por Benito Irady, presidente del Centro de la Diversidad Cultural- para esperar la determinación del Comité Intergubernamental que podría convertir a su pueblo en Patrimonio de la Humanidad.
Entre los días 24 y 28 de noviembre, el Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco sesionará por novena vez en la ciudad de Paris, Francia, y el voto positivo de esta instancia podría hacer que el pueblo mapoyo, postulado en Marzo de 2013 para ingresar a la lista de Salvaguardia Urgente, se convierta en Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
En rueda de prensa, desde Caracas, el ministro del Poder Popular para la Cultura, Reinaldo Iturriza, manifestó que este importante acontecimiento tiene un efecto catalizador: “Tenemos mucha expectativa respecto a una resolución favorable (…) pero es una decisión que nos compromete como Gobierno Revolucionario con una serie de acciones que ya se han adelantado”. Admite que, aun cuando una parte de la deuda que se tenía con los pueblos indígenas “ya se ha saldado”, todavía quedan algunas tareas pendientes. “Nosotros no tenemos ningún complejo a la hora de reconocer que falta mucho por hacer”, asintió.
Para el presidente del Centro de la Diversidad Cultural, profesor Benito Irady, es un orgullo que después de casi dos siglos de espera, Venezuela, a través de su Gobierno y de la presencia indígena, vaya a tener voz en la Unesco a partir de la experiencia del pueblo mapoyo.
Acompañado por el ministro Iturriza y por tres representantes del pueblo mapoyo, recordó que en 1860 y los años sucesivos, nuestro país fue no menos de 15 oportunidades a participar en las “famosas exposiciones mundiales” que se celebraron en muchos lugares de Europa, como España y Francia, e incluso a distintas ciudades de Estados Unidos.
“En 1899, cuando se cumplían 100 años del triunfo francés de la revolución, Venezuela participó en la exposición de los pueblos indígenas, ¿y que llevó?, llevó un cráneo que tomaron de alguno de los raudales del Amazonas, seguramente del río Atures”, relató.
Según el experto, los pabellones de los países, establecidos “en los alrededores de la gran torre de Paris, en el famoso espacio del Trocadero, en los Campos Elíseos”, llegaron a establecer condiciones para dejar ver a nuestros pueblos indígenas. “Los mostraban en espacios aclimatados, acondicionados, donde ellos podían vestir ese traje que para los europeos era exuberante, y en algunos casos dentro de jaulas”, fustigó.
SOBERANÍA Y CULTURA
Irady asegura que con el debate que va a ocurrir a partir de mañana en la Unesco, donde el voto favorable del Comité Intergubernamental que conforma ese organismo internacional podría declarar al pueblo indígena mapoyo como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, Venezuela está haciendo realidad la palabra que convoca al pensamiento del comandante Hugo Chávez.
“Cuando hablamos del legado que nos dejó nuestro Presidente, uno imagina la profundidad, la dimensión del significado de nuestra soberanía a partir del hecho de la cultura, que no está simplemente en el mundo de la academia”, explicó.
Cuando se habla de culturas populares, de acuerdo con el experto, puede haber muchas variantes. Por eso en esta oportunidad prefirieron abordar en la Unesco el tema de las culturas ancestrales y las culturas vivas que requieren ser atendidas urgentemente.
IDENTIFICAR ELEMENTOS
Durante un encuentro con las y los habitantes de la comunidad de indígena de El Palomo, ubicada en la parroquia Pijiguao del municipio Manuel Cedeño del estado Bolívar, el presidente del CDC explicó que la Unesco surge a partir de las distintas guerras mundiales, “porque era necesario tener en la mancomunidad de naciones una institución que pudiese ver todos los desastres que las guerras pueden originar”.
Mencionó que en estos enfrentamientos bélicos “no solo mueren los seres humanos, sino que también desaparecen elementos de la cultura” de esas sociedades en conflicto que han sido conservados por muchos años, razón por la que el organismo perteneciente a la ONU ha establecido un concepto de patrimonio para identificar a todos esos elementos. “A veces uno habla de patrimonio y la gente piensa que se trata del dinero que se puede tener en el banco, y de hecho ese es un patrimonio financiero, pero en este caso hablamos de patrimonio cultural”, diferenció.
El patrimonio cultural, detalla, está definido por la forma como los pueblos construyen sus culturas. “Todos tenemos una manera distinta de ver el mundo, pero nos une el hecho de estar organizados en comunidades y dentro de cada comunidad hay formas de expresión cultural que son justamente lo que la Unesco valoriza”, apuntó.
PATRIMONIO INMATERIAL
Partiendo de ese concepto, se plantean dos tipos de patrimonios: Uno llamado material, que de acuerdo con Irady puede estar representado por una iglesia, una estatua, o un conjunto arquitectónico de muchas casas, y otro vivo, no edificado, que lo conforman las personas, al que se le denomina patrimonio inmaterial. “Nosotros, los humanos, que transmitimos un conocimiento, representamos ese Patrimonio Cultural Inmaterial”, ejemplificó.
Según el especialista, este también se expresa por medio de todo lo que un conglomerado social interpreta como parte de su cultura; es decir, “su manera de vestir, de cosechar los alimentos, de comer, de comunicarse a través de una lengua y de hacer la música, entre otras acciones”.
Dentro de las culturas, añade, están las creencias, conocidas también como la cosmogonía, que no es más que la manera en que se interpreta la naturaleza para desarrollar los distintos procesos que caracterizan a una sociedad determinada. “Hay personas que cuando van a sembrar miran la luna y a partir de allí saben cuál es el momento más apropiado para hacerlo. Cada quien tiene una manera de interpretar el entorno en el que vive y eso es el Patrimonio Cultural Inmaterial”, reitero.
MEDIDAS DE SALVAGUARDIA
El experto comentó que anteriormente la Unesco solo tomaba en cuenta las edificaciones para la nominación patrimonial. “Por ejemplo, una iglesia que tenía 200 años, 300 años o 1000 años, podía ser declarada patrimonio, pero la gente que habitaba el pueblo donde estaba esa iglesia no era reconocida como patrimonio”, contrastó.
No obstante, refiere que a partir del año 2006 el organismo aprobó una convención para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, la cual fue suscrita por 151 países de los 190 que lo conforman. Dijo que Venezuela comenzó a formar parte del Comité Intergubernamental perteneciente a esa instancia desde el año 2008, motivo por el cual la Asamblea Nacional (AN) tuvo que producir una ley en respaldo a la misma.
Por ser el Centro de la Diversidad Cultural el ente que representa al país ante ese comité, su presidente, Benito Irady, ha visitado varios países del mundo para participar en los distintos debates, experiencia que, en su criterio, le ha servido para “fortalecer los conocimientos” en esta materia y trabajar la cultura con las comunidades que habitan en diversas regiones del país.
Al respecto, recordó el impulso dado a dos importantes manifestaciones culturales venezolanas: Los Diablos Danzantes de Corpus Christi, practica llevada a cabo en los estados Aragua, Miranda, Carabobo, Guárico y Vargas, “que se ha mantenido viva por 400 años”, y la Parranda de San Pedro de Guarenas y Guatire, también de Miranda, cuya data alcanza los 200 años. Ambas fueron declaradas por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en 2012 y 2013, respectivamente, recalcó.
RIESGO DE DESAPARECER
Para este año, informó Irady, se incluyó en la lista de peticiones de la Unesco a la cultura del pueblo mapoyo, la cual, de acuerdo con los estudios que se han realizado, puede estar en peligro debido a la posibilidad de que sus prácticas de alimentación, la metodología para construir sus viviendas y su dialecto, entre otros elementos, puedan desaparecer de forma definitiva.
El primer gran inconveniente que enfrentan los mapoyo, destaca, es que este grupo aborigen no tenía derecho sobre las tierras que siempre le pertenecieron. Otro problema -aún persistente- refiere, es que, por un lado han estado llegando a ese territorio muchos criollos e integrantes de otras comunidades indígenas, mientras que por otro, se han ido muchos de los jóvenes que habitaban en el lugar.
A eso se suma la acción de los “buscadores de riqueza fácil”, acota el funcionario, quienes practican la explotación indiscriminada de diamante, oro, coltán y uranio en la zona, y del propio Estado venezolano quien, a partir de una empresa dedicada a la explotación de la bauxita, ha originado contaminación en el ambiente. “Un dibujo de este tipo indica que hay una situación en riesgo, lo que quiere decir que hay un patrimonio que requiere medidas urgentes de salvaguarda”, acentuó.
EVALUACIÓN POSITIVA
El expediente para solicitar la incorporación de la cultura mapoyo a la Lista de Salvaguarda, indicó Benito Irady, se trabajó durante dos años y este 24 de noviembre va a ser analizado en París para determinar si se incluye o no en la categoría expuesta.
Indicó que luego de haber pasado por una primera evaluación del Comité Intergubernamental, se han obtenido resultados esperanzadores en torno a la propuesta: “Hay un jurado calificador, integrado por representantes de los distintos continentes, que ya evaluó ese expediente y la evaluación, que contempla cinco aspectos, fue positiva en su totalidad”.
De ser aceptada la petición, este sería el primer pueblo indígena de Venezuela que va a ser atendido por la Unesco. Los expertos de ese organismo, acotó, celebraron que en el expediente se haya resaltado que la comunidad mapoyo de El Palomo “sea un ejemplo para otros países de cómo atender y relacionar la cultura con la naturaleza”, y felicitaron al Gobierno venezolano por la calidad con la que este fue elaborado.
Además reconocieron que el documento constituye un ejemplo de valorización intercultural. “Esto quiere decir que la cultura de un país que habla español reconoce el valor de otra cultura que nos pertenece, aun cuando no tengan rasgos que las unan”, explicó.
Por si fuera poco, complementó, el texto cuenta con un valor adicional por ser un ejemplo de aplicación de los Derechos Humanos. “El hecho de que el pueblo Mapoyo esté conformado por 400 personas no quiere decir que no se le va a prestar atención. Hay la responsabilidad de distribuir equitativamente todas las responsabilidades del Estado”, sentenció.
CUMPLIENDO EL COMPROMISO
Argumenta el titular del CDC que el Estado venezolano llevó a la Unesco una muestra de este patrimonio que requiere de medidas urgentes y se ha comprometido ante esa mancomunidad de países a trabajar con el pueblo mapoyo “para superar los problemas existentes”. De acuerdo con lo señalado en el documento, esgrime el vocero, el primer punto que se debía atender era el del territorio y así fue. “El expediente llegó al a Unesco en marzo del año 2013 y para suerte nuestra, ese mismo año el Gobierno venezolano le dio a los mapoyo el documento de propiedad del territorio”, aseveró.
Otro aspecto sobre el cual se trabaja, argumenta, es el de la lengua, puesto que en la comunidad hay pocas personas que la hablan en su totalidad. “Hemos establecido convenios con la Escuela de Antropología de la Universidad Central de Venezuela a manera de abordar ese problema para poder avanzar más allá con los ministerios de Educación, Pueblos Indígenas y otros que tienen que ver con este tema”, anunció.
El centro también se ha propuesto brindar apoyo al museo comunitario indígena levantado en El Palomo, así como la realización de publicaciones impresas, material sonoro y audiovisual, “para difundir en todo el país qué significa ser mapoyo”. Más allá de la obligación gubernamental de apoyar esta tarea, precisa Irady, hay una responsabilidad compartida, por lo que la propia comunidad mapoyo también debe cooperar en la resolución de los problemas que les atañen.
RECUPERAR LA CULTURA
Tras un corto pero intenso viaje hacia el estado Bolívar, que inició en la ciudad de Caracas e implicó el paso por Guárico, Apure, Amazonas, Aragua y Miranda, un equipo reporteril del Correo del Orinoco pudo constatar que el anuncio de la posible obtención de la declaratoria fue bien recibido en la comunidad mapoyo de El Palomo.
Su cacique, Simón Bastidas, señala que llevaban mucho tiempo esperando que se les tomara en cuenta. En este momento ellos ven hecho realidad ese sueño. “Para nosotros significa mucho, porque nunca habíamos tenido ese reconocimiento y ya hoy en día lo tenemos, ahora en todas partes van a saber nuestro nombre, van a saber que existimos”, exclama.
Además, dice que el hecho de ser declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad que requiere medidas urgentes de salvaguardia ratifica el compromiso que tienen los hombres y mujeres de su comunidad de mejorar los procesos organizativos y retomar las viejas prácticas. “Eso nos obliga a organizarnos mejor, porque entre más organizados estemos, más vamos hacia adelante”, comunicó.
Esgrime que con el paso de los años parte de la cultura mapoyo se ha ido perdiendo y uno de los elementos que se ha visto más afectado es el dialecto originario de este grupo aborigen. “Lo que más se ha perdido es la lengua, pero ya la estamos recuperando”, detalló. En la escuela, describe, hay un maestro que da sus clases en español y en lengua mapoyo.
También fue desapareciendo la forma en que las parejas se unían en matrimonio: “Antes, desde pequeñitos, ya los iban nombrando. Ellos no se enamoraban, sino que cuando eran hombres y mujeres el cacique los casaba”. Por tal motivo, agrega, desde muy temprana edad les iban enseñando, “a las muchachitas a cocinar, a tender casabe, mañoco, y a los muchachitos a cazar, a pescar”, para que cuando les llegara el momento estuviesen preparados.
Pese a al esfuerzo que se hace por retomar esa tradición, Bastidas no está seguro de que esa modalidad de unión funcione en los actuales momentos. “La gente perdió esa cosa, ahora las mujeres se enamoran, se van con el que ellas quieren”, expresó. Eso ha generado el cruce entre distintas razas, incluso reconoce que en su propia familia se ha dado. “Uno de los nietos míos, la mamá es mi hija pero el papá es criollo. La gente se ha cruzado, se ponen, como dicen, injertos, se han amestizado”, aseveró.
De igual modo, manifestó que una buena parte de los rituales que practicaban para despedir a quienes fallecían, ya no están presentes, pero también quieren volver a realizarlos. “Antes se hacían cantos para despedir, en la lengua, ahora no. Lo único que todavía tenemos es que no los enterramos, sino que los enrollamos en corteza de palo y los ponemos arriba de unas piedras, en el cementerio indígena”, apuntó.
Otra debilidad, señala el maestro, es que anteriormente el pueblo mapoyo trabajaba de manera unida, pero eso fue cambiando. “Nosotros íbamos a trabajar toditos juntos, comíamos lo que conseguíamos todos juntos, ahora lo hacemos por separado y la comida cada quien por su lado”, aseveró. No obstante, menciona que ya están trabajando para rescatar esa tradición y dejarle ese legado a las nuevas generaciones: “Hay que rescatar esa forma de vida que teníamos antes”.
UNA GRAN OPORTUNIDAD
Lenis Carolina Bastidas, hija del cacique Simón Bastidas y vocera de cultura del Consejo Comunal de la comunidad de El Palomo, admite que este es un hecho sin precedentes para ella y sus hermanos indígenas: “Esto pasa a la historia, es algo que nunca nos había sucedido y tiene un significado muy importante para el pueblo mapoyo”.
A su criterio, es una gran oportunidad que se les da para que mantengan viva su cultura. “Si nosotros dejamos las cosas así, al pasar 10 años, 15 años, vamos a ir perdiendo ese conocimiento, porque los ancianos los saben, más no los jóvenes, y si esos ancianos se mueren eso desaparece”, evaluó. Además considera que la ocasión también es propicia para dar a conocer sus costumbres y tradiciones, no solo a escala nacional, sino en todo el mundo. “Si eso no sucede, quedamos aquí los mapoyo, en este espacio, en esta serranía, olvidados”.
El reconocimiento patrimonial de la Unesco, de acuerdo con su apreciación, también representa una fortaleza para que otros pueblos indígenas en condiciones de riesgo, como los Baré y los Yeral, sigan el ejemplo de los mapoyo y comiencen a trabajar en el rescate de su cultura. “Todo eso depende de las ganas que uno tenga de que eso vuelva, de que se restablezca”, asintió.
ADECUARSE A LA TECNOLOGÍA
Al igual que sus hermanos yukpa, sostiene que hasta ahora la cultura mapoyo “no está perdida, sino dormida, porque el conocimiento está allí”, por tanto, considera que lo que se debe hacer es despertarla, “llevando todos esos conocimientos a las escuelas y a los hogares” para que sean adquiridos por las nuevas generaciones.
La representante indígena reconoce que los proyectos comunitarios impulsados por el Gobierno “son muy buenos, porque ayudan al desarrollo”, pero cree que más allá de eso, es importante mantener vigente su cultura. “¿Qué hacemos con traer luz a la comunidad y todo eso, si nuestra cultura, lo que somos nosotros, la dejamos por debajo?”, cuestionó.
Ella no tema a los retos del modernismo y, en ese sentido, considera necesario adecuarse a los adelantos tecnológicos como el internet y la televisión satelital, entre otros. Sin embargo, asegura que eso no debe estar por encima de su cultura. “Nosotros no podemos desligarnos de todo eso porque es lo actual, hacerlo sería luchar contra la corriente, pero primero está la cultura. Es una debilidad y una amenaza enfocarse a las cosas no indígenas, pero tenemos que enfrentarlas”, resaltó.
Agradeció al Gobierno por el apoyo dado a la comunidad mapoyo a través del Centro de la Diversidad Cultural para la consecución de este logro, así como a todo el equipo de antropólogos y arqueólogos que contribuyeron con el proceso de titularidad de las tierras. “Por medio de eso nosotros vamos a despertar todo ese conocimiento”, acentuó.
Carolina viajará a Paris junto a su padre, el cacique Simón Bastidas, Benito Irady, presidente del Centro de la Diversidad Cultural, y María Ismenia Toledo, coordinadora de la oficina técnica de enlace con la Unesco, con la firme convicción de que Venezuela obtendrá por tercera vez consecutiva el reconocimiento de los países que conforman este organismo.
NUEVA HERRAMIENTA
Como una “nueva herramienta para mantener viva la cosmovisión del pueblo originario mapoyo” interpreta Juan Jairo Bastidas, encargado del comité de educación del Consejo Comunal de El Palomo, la posibilidad de que su pueblo se convierta Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Dijo que la refundación de la República, que se comenzó a desarrollar desde la llegada al poder del comandante Hugo Chávez, parte del reconocimiento, la visibilización y la dignificación de los valores culturales, no solo de los pueblos indígenas, sino en términos generales.
Bastidas, quien también se desempeña como vocero del Consejo Presidencial para los Pueblos Indígenas, indicó que en su comunidad no hay cavidad para que este reconocimiento sea malinterpretado, puesto que ya ellos tienen muy claro lo que significa ser patrimonio de la humanidad.
Incluso, señala que ya han elaborado un programa en el que se indica cómo van a comenzar a salvaguardar su cultura. “Esa propuesta sale del seno de nuestro pueblo, sobre todo de nuestros abuelos, que son el recurso principal que tenemos, ante la necesidad de revitalizar nuestra cultura”, comentó.
Para ejecutar ese plan, refiere, hacía falta tener el hábitat, y en concordancia con esa necesidad, en un acto de reconocimiento, el Gobierno les otorgó los títulos de propiedad de sus tierras. “El territorio es nuestra vida, el componente, los elementos naturales, los ríos, las montañas, y sin eso no podemos salvaguardar nuestra cultura, porque tenemos esa vinculación armónica con nuestro medio ambiente”, ponderó.
NECESIDADES
Destaca el vocero mapoyo que, al igual que otros pueblos indígenas, la comunidad de El Palomo presenta una serie de inconvenientes en tres áreas específicas, que requieren solventar a la brevedad posible para poder avanzar.
En materia de educación, dijo que tienen una escuelita que fue construida hace varios años por orden del comandante Hugo Chávez, la cual requiere ser dotada de materiales e insumos escolares.
En lo que respecta a salud, manifestó que requieren medios de transporte que les faciliten el traslado de algunas abuelas y abuelos a los dispensarios que están distantes “cuando necesitan de la medicina científica”, dado que su pueblo todavía practica la medicina tradicional, “pero en un nivel muy básico”.
Por otra parte, señaló que para seguir manteniendo la esencia cultural de sus antepasados, las viviendas que habitan deben adecuarse al modelo originario. “No queremos que se siga imponiendo un modelo de hogar que no tenga coherencia con la vida del mapoyo”, sentenció.
Bastidas informó que ya fue introducida una propuesta ante el Ejecutivo, que trabajaron en la comunidad, para que desde esa instancia se contribuya con el desarrollo de un diseño propio de viviendas tradicionales.
MOTIVACIÓN JUVENIL
Para las y los jóvenes mapoyo, la posibilidad de resguardar su cultura y fortalecerla para que se mantenga viva en el tiempo, también representa un hecho de suma relevancia. “Yo como joven integrante de la comunidad, además de familiar del cacique de nuestro pueblo, me siento orgulloso por lo que está sucediendo”, manifestó Isbel Manuel García Bastidas.
Dijo que en otros tiempos no se habían visto acciones similares: “Esa ha sido una lucha constante de nuestros abuelos y ahora, en este momento, podemos decir con que somos una comunidad piloto de acuerdo a la organización que hemos venido teniendo”.
En su opinión, es un deber de las nuevas generaciones adquirir los conocimientos que pueden ofrecer los ancianos -a quienes consideran sabios- para aprender, entre otras prácticas ancestrales, a sembrar los alimentos, realizar artesanías y preparar los platos tradicionales.
Por motivos de estudio, Isbel estuvo fuera de la comunidad por algún tiempo, pero recientemente se ha vuelto a incorporar porque tiene mucho interés en aprender más de las costumbres y tradiciones de sus antepasados, e incluso quiere que todo lo que él haga sirva de ejemplo para otros jóvenes de su comunidad y de otros grupos indígenas.
“La idea es motivar a los demás, que nos vean haciendo lo que queremos, cómo queremos ver a nuestra comunidad” y “que seamos nosotros los protagonistas, acompañados de nuestros abuelos, para que ese sueño que se ha tenido desde hace muchos años se haga realidad”, puntualizó.
LA LENGUA NO HA MUERTO
Uno de los principales aspectos a abordar, según el líder indígena Juan Jairo Bastidas, es el idioma. Asegura que, formalmente, el sistema educativo de interculturalidad bilingüe que se imparte en la localidad cuenta con un abuelo, quien se encarga de enseñar la lengua mapoyo a las niñas y niños de la comunidad de El Palomo.
No obstante, sostiene que aparte existen cuatro abuelos más que, rompiendo los esquemas sistemáticos de la cotidianeidad, también imparten esas enseñanzas. “La lengua mapoyo no ha muerto, no se ha extinguido, quizás está un poco dormida, pero nosotros estamos trabajando para retomarla”, reiteró.
El hecho de que en una comunidad indígena de casi 400 personas haya tan poca cantidad de hablantes del dialecto originario significa para el vocero un desafió. Pero a su juicio, dentro de todo esto hay una ventaja, “porque al decidir ser patrimonio, nuestro pueblo demuestra que hay una voluntad para revitalizar la cultura y nuestras tradiciones orales”.
LA MEJOR HERENCIA
De acuerdo con el cacique Simón Bastidas, la educación y la enseñanza familiar son la mejor herencia que pueden dejar los padres a sus hijos. Graduarse de bachiller, de abogado o de ingeniero, permite el avance de los “criollos”, como les llama el cacique Mapoyo a las personas que no pertenecen a los pueblos indígenas, “porque de ahí ellos van a comer, van a darle a la mujer, a los hijos”.
En la comunidad indígena, contrasta, esa herencia vine dada a través de la transmisión de conocimientos ancestrales como la lengua originaria o algún arte u oficio que les permita ganarse la vida. “Que le deje un padre a uno un rebaño de bestias, de ganado, eso no es herencia, eso lo que trae son grandes peleas con los otros hermanos que son más avispados”, reflexionó.
En tal sentido, exhortó a las y los integrantes de su comunidad a darle el valor que se merece al maestro bilingüe que tiene El Palomo. “Candecho es un señor que hay que valorar, él ya está viejo, pero hay que tomarlo en cuenta”, manifestó. El manejo de esa lengua, destaca, “fue una herencia muy bonita que le dejó su mamá”. Dice que esa tradición tiene que seguir siendo practicada por todas y todos los integrantes de esta etnia, “porque al final eso es lo que queda”.