Asistimos hoy a la expresión de múltiples y dignos ejemplos de lucha anticapitalista, con diversas formas organizativas y de acción política. Expresiones que van desde movimientos revolucionarios, independentistas, autonómicos, de resistencia a ocupaciones militares de sus territorios, hasta luchas obreras por la pérdida de las conquistas laborales, por el derecho a la tierra emprendidas por indígenas, afrodescendientes y campesinos, las protestas contra la minería y los megaproyectos que apuntalan las transnacionales, de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos y movimientos antiglobalización.
Estas resistencias dan cuenta además, de propuestas de un orden radicalmente alternativo y transformador del modelo civilizatorio neoliberal.
La dominación responde con terrorismo a los movimientos emancipatorios. El capitalismo acude a sus tradicionales métodos de represión diseñados para doblegar la rebelión. Como el torturador que abre su maletín de instrumentos para aterrorizar a su víctima, la tiranía tiene la prisión entre sus formas de amedrentamiento. Para esto se apoya en la criminalización de la oposición, el etiquetamiento de terrorista, el desconocimiento de los conflictos armados y de clase. En suma, todo lo anterior le resulta útil para desconocer e invisibilizar la existencia de prisioneras y prisioneros políticos y de guerra, y mantenerlos en condiciones miserables. Y como si esto fuera poco, dar muestras ejemplarizantes motivando el repliegue de las luchas populares y antisistémicas. O dicho de otra manera, para que otros no tomen el digno camino de la rebeldía.
En la actual coyuntura, en el caso colombiano encontramos un buen ejemplo de lo que venimos diciendo. El Estado se ha empeñado en señalar de terrorista las justas luchas del pueblo, en el desconocimiento del conflicto social y armado, y en consecuencia, en el desconocimiento de los prisioneros políticos y de guerra.
Tal terquedad se presenta incluso, cuando vemos a diario los lamentables resultados de la confrontación y de los combates, una legislación que reconoce la existencia de rebeldes y del delito político, pero sobre todo la realidad de 9.500 personas detenidas por razones políticas que recientemente realizaron una huelga de hambre en varias prisiones.
Así mismo esta realidad de represión, combate y resistencia, se repite en Palestina, Euskal Herria, Sahara, Chile, Paraguay, México, Puerto Rico y en general por todo el mundo. Finalmente, está vigente la doctrina de seguridad nacional y la supuesta lucha contra el “terrorismo”, la cual tiene hoy miles de hombres y mujeres recluidos en las cárceles, bien sean combatientes o bien por el hecho de hacer oposición política al Estado que sirve de instrumento al capitalismo y al imperialismo.
Lugar: Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG) Caracas
Fecha: 15 de junio de 2012.
Objetivos:
- Denunciar los marcos legales que criminalizan las Luchas Anticapitalistas el derecho de los pueblos a la rebelión etiquetándolos de terroristas.
- Denunciar la situación de las y los prisioneros y prisioneras políticas y de guerra y generar mecanismos de solidaridad internacional.
- Presentar el reconocimiento y la liberación de los prisioneros y prisioneras como parte del camino hacia la paz y la reconciliación.