Mensaje del Día Nacional del Teatro, por Armando Carías

Armando Carías (Foto: Ricardo Herdenez, AVN)

Este mensaje fue leído por el equipo de ComuniCalle en el acto realizado este jueves 28 de junio en el Teatro Nacional de Caracas, con motivo de la celebración del Día Nacional del Teatro. Armando Carías, comunicador social egresado de la UCV, es reconocido por su papel como fundador de destacados grupos de teatro infantil, como El Chichón y Los Carricitos.

 Considerando que las niñas y los niños venezolanos, tal y como lo establece la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, son sujetos plenos de derecho y como tales les asisten en ley y justicia todos los artículos establecidos en nuestra Carta Magna, incluidos el derecho a la cultura y a la recreación.

Considerando que la cultura para la infancia es el conjunto de expresiones y saberes especialmente creados y dirigidos hacia las niñas y los niños, así como aquellos que sin haber sido expresamente formulados para la niñez, han logrado interpretar los sueños, motivaciones e intereses de niños y niñas, conectándose con su mundo y acompañándoles en su maravilloso viaje de asombros.

Considerando que dentro de esa aventura repleta de hallazgos, el arte ha de ser leal compañero y cómplice de cada descubrimiento.

Considerando que el teatro, como expresión de la cualidad humana para crear y transformar, puede ser la mano amorosa que la infancia sujete en su tránsito hacia los territorios en donde la fantasía y la realidad se encuentren en el escenario, en la calle, en el parque, en la escuela y en todos los espacios en donde un niño o una niña transiten el camino de su experiencia vital.

Considerando que el 28 de junio se celebra en Venezuela el Día Nacional del Teatro y que en dicha fecha, hace 418 años, un grupo de comediantes recibió el permiso para representar una obra en un espacio público, lo que nos permite pensar que, con toda seguridad, entre los espectadores que acudieron ese día a la función, había niños y niñas.

Considerando que en virtud de todo lo anterior es necesario, prioritario, imprescindible y absolutamente urgente, establecer y hacer respetar los derechos que en su condición de usuarios, partícipes, creadores y protagonistas del hecho cultural tienen las niñas y los niños.

Considerando que la Revolución Bolivariana ha elevado la bandera de la inclusión y el respeto hacia los sectores más vulnerables de la sociedad y que la infancia, históricamente, ha sido uno de los más frágiles y desatendidos.

Considerando que los hombres y las mujeres del teatro venezolano, y la sociedad en su conjunto, debemos asumirnos como defensores y garantes de los derechos consagrados a la niñez y, de manera particular, de sus derechos culturales.

Considerando finalmente, el “interés superior de niñas y niños” en todos los espacios, circunstancias y momentos, y dado que todos los derechos referidos a la infancia deben ser “prioridad absoluta” en las políticas, programas, proyectos y ejecutorias del Estado, así como en el accionar de la sociedad; este Día Nacional del Teatro, orgullosos y orgullosas de la herencia que recibimos de las y los creadores que nos antecedieron, con la mayor de las ternuras, pero con firmeza, convicción y espíritu de lucha, proclamamos a viva voz la presente

Armando Carías este jueves, con el ministro de Cultura Ernesto Villegas. Foto: Ricardo Herdenez, AVN

Declaración Universal de los Derechos de las Niñas y los Niños al Teatro

La cual comprende los siguientes artículos:

Artículo uno: Todas las niñas y todos los niños, independientemente de su raza, credo, lengua, condición social y tamaño de sus orejas, tienen derecho a descubrir el tesoro del teatro, a maravillarse con sus historias, a soñar con ser el héroe o la heroína de la obra, a rebelarse contra la maldad de quienes son injustos y se portan mal en el escenario, a enamorarse perdidamente de ese personaje que les hizo temblar de la emoción y, por supuesto, de aplaudir hasta que se le pongan rojas las manos al momento de agradecer a quienes, con el prodigio del gesto y de la palabra, le han llevado a  cabalgar el corcel alado del arte y de la creación.

Artículo dos: Todos los niños y todas las niñas tienen absoluto derecho a que las obras que se les ofrecen,  les consideren en su diferencia de edad, contexto y condiciones particulares. Las personas responsables de escribir, dirigir, actuar y participar de alguna manera en creaciones escénicas dirigidas a la infancia, deberán saber que existen situaciones que hacen que el tema, el conflicto, la banda sonora y el tratamiento visual y actoral que se le ofrece a los niños y niñas que presencian una obra de teatro, exigen ser abordados a conciencia, con responsabilidad y con el mayor respeto hacia ese público inquieto e impredecible que les abre incondicionalmente su corazón.

Artículo tres: Todas las niñas y todos los niños tienen derecho a ser tratados como espectadores críticos y sensibles, sin concesiones a las imposiciones de la moda y del consumo, sin expresiones que les subestimen, sin historias que irrespeten su capacidad de análisis, sin finales edulcorados y mentirosos, y sin diminutivos innecesarios que reduzcan el mundo a la miniatura de quienes creen que para la infancia todo es “bonitico y pequeñito”, incluso la inteligencia.

Artículo cuatro: Todos los niños y todas las niñas tienen perfecto derecho a que las obras teatrales que se les presenten incorporen y se nutran de los relatos, mitos, cuentos, historias, costumbres, festividades, leyendas y personajes de la tradición de su país, especialmente aquellos que expresen valores de justicia, paz y solidaridad.

Artículo cinco: Las niñas y los niños venezolanos tienen todo el derecho del mundo a conocer la obra de los hombres y mujeres que con su constancia y su talento han escrito la historia del teatro infantil en nuestro país, entre estos, cinco de sus más notables precursores:

-Lily Álvarez Sierra, quien con sus ventiseís maletas llenas de adaptaciones de cuentos clásicos llegó a Venezuela desde su Chile natal en el año 1952, para convertirse en la princesa eterna del teatro infantil venezolano.

– Rafael Rodríguez Rars, quien con el Teatro de Arte Infantil y Juvenil (Taij), inauguró un estilo novedoso y comprometido de hacer teatro infantil, en el que lo social y lo político iban de la mano con “La inimaginable imaginación”.

–  Clara Rosa Otero, promotora de un proyecto de indudable relevancia en el desarrollo y estabilidad del teatro dirigido a las primeras edades, el inolvidable Teatro Tilingo, escuela de cientos de creadores que de allí surgieron.

– Gladys Pacheco, quien con fina mano de costurera vistió a cientos de actrices y actores de la mayoría de las obras teatrales que presenciaron las niñas y los niños de las décadas finales del siglo veinte en nuestro país.

– Jesús Maza Fuentes, quien con su carisma ante el público infantil, probablemente haya sido el actor que a lo largo de la historia participara, hasta la fecha,  en la mayor cantidad de obras de teatro dirigidas a la niñez  en Venezuela.

Y junto a ellos, con el mérito y el honor de ser las y los continuadores y herederos de tan preciado legado: José León, Carmelo Castro, Juan Carlos Azuaje, Diego Sadot, José Luís León, Gilberto Agüero, Lutecia Adam, Ronald Sánchez, Natalia Martínez, Juan Ruedi, Robert Castro, David Blanco, Gabriela Martínez, Milvy Guevara,   Laura Meza, Yorlando Conde, Carlos Sánchez Torrealba, Henry Guerra,  José Manuel Ascensao, Magaly Bello,  Morelba Domínguez, Carmen Violeta Pérez, Dewis Durán, Orlando Rodríguez, Roblan Piñero,  Edgar Paredes, Félix Leal,  Ana Karina Roque, Armando Flores,  Balbi Cañas, Dewis Sotillo, Aida López, Romelia Navarro,  Ramón Aguirre, Judith Colina,  Franklyn Tovar, Heberto Llanos,   Germán Ramos, José Luís Gámez,  Laly Armengol, Mónica Hidalgo,  Omer Quieragua, Mayeli Delfín,  Jaime Barres, Aura Marín,  Gladys Prince, Luzmila Antolinez,  Basilio Álvarez, Yuni González,  Livia Méndez, Raul Rosales,  Gerardo Luongo, Eduardo Rodrígez,  Citlaly Godoy, Javier Moreno, Nestor Caballero, Rubén Martínez, Flaminio Hernández, Salomón Adames, Dairo Piñeres, Oscar Figueróa, Rocio Rovira, Manuel Barreto, Elio Palencia, Luiz Carlos Neves, Mireya Tabuas, Velia Bosch, Armando Holtzer, Xiomara Moreno, César Sierra, Alecia Castillo, Eddy Díaz Sousa, Karín Valecillos y, con toda seguridad, cientos de emergentes artistas de la escena para la infancia que la nueva historia recogerá en su momento.

Artículo seis: Todos los niños y todas las niñas tiene derecho a salas y espacios teatrales diseñados y edificados pensando en sus necesidades, construidos tomando en cuenta su tamaño, con dimensiones adecuadas a sus posibilidades de apreciar el espectáculo, con escenarios cercanos y con butacas “que no se los traguen”. Cuando un adulto sentado delante de un niño o niña, le impida la visión de la obra, el adulto deberá bajar la cabeza hasta el nivel adecuado o, en su defecto, cambiarse de lugar.

Artículo siete: Todas las niñas y todos los niños tienen derecho a que el teatro vaya a su escuela, a su barrio, a su comunidad y a disfrutar, junto a sus compañeros, su maestra, sus amigos, su papá y su mamá, de la maravillosa experiencia de eso que se construye en vivo, en el momento, con personas “de verdad-verdad” que están riendo y llorando y que ellos pueden sentir y tocar porque están delante de sus ojos.

Artículo ocho: Todos los niños y todas las niñas tienen derecho a abrazar y a querer a los actores y actrices de la obra que acaban de ver, a tomarse fotos con ellos y a pedirle a sus padres o representantes que los lleven a volver a verla cuantas veces quieran, en cuyo caso, los adultos o responsables que les acompañen, deberán estar atentos para que no se les adelanten a los actores en sus parlamentos ni respondan anticipadamente las preguntas que estos hagan a los niños que acuden por primera vez.

Artículo nueve: Todas las niñas y todos los niños, así como leen cuentos, tienen derecho a leer obras de teatro y a maravillarse con la palabra y la seducción de la poesía. Del mismo modo, también tienen derecho a exigirle a las editoriales la publicación de textos teatrales y a ponerlos al alcance de sus manos en las librerías y bibliotecas escolares.

Artículo diez: Todos los niños y todas las niñas tienen derecho a entrar sin pagar al teatro, a un programa de mano que les informe de la obra y de quienes intervienen en ella, a que la crítica y los medios de comunicación le dediquen espacio y profundidad al análisis e información de las puestas en escena dirigidas a la infancia y, en fin, a la jerarquización en todos los sentidos de su condición de espectadores.

Artículo once: Todas las niñas y todos los niños cuyos padres, madres, representantes o responsables tengan alma de niños, tienen el derecho de llevarlos a ver la obra de teatro infantil que dicho adulto escoja, procurando que la obra seleccionada le permita al espectador de mayor edad reencontrarse con el niño o la niña que fue y que, gracias al prodigio del teatro, vuelve a aflorar cada vez que las luces de sala bajan, el telón sube y se escuchan una vez más los mágicos cascabeles del teatro.

Artículo doce: Todos los niños y todas las niñas tienen el mejor de los derechos a hacer teatro, a actuar, a cantar, a bailar, a escribir, a dirigir y a hacer todo lo necesario para que brote la magia de la escena. Los adultos encargados de motivarles y orientarles en tan hermosa aventura, tienen el deber de ser respetuosos con los tiempos y procesos de la creación en la infancia, evitando el ego y la vanidad, estimulando el trabajo en equipo y alimentando en ellos y en ellas el amor por el arte, la disciplina y la solidaridad.

DADO, FIRMADO, ENSAYADO Y ESTRENADO EN CARACAS, A LOS 28 DÍAS DEL MES DE JUNIO DEL AÑO 2018

DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS

DE LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS AL TEATRO

¡ DECRÉTESE Y PUBLÍQUESE!

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