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Volvió a sentirse la centenaria tradición, que esta vez llegó a los 146 años y al ritmo generalizado de los presentes se escuchó, en medio del entusiasmo las tradicionales palabras “Ya se murió, hay que enterrarla”.
Texto: Prensa MPPC
Para este martes 28 de febrero, desde el mediodía, hasta finales de la tarde, se dio inicio a la tradicional festividad o Baile de La Hamaca que marca el final de las fiestas de Carnaval en el municipio Puerto Cabello.
El recorrido comenzó con la asistencia de la máxima autoridad municipal, el alcalde Juan Carlos Betancourt y la primera dama María Daniela de Betancourt, acompañados de Hermán Villanueva, presidente del Grupo Rescate Folklórico San Millán y de centenares de personas, entre nativos de la zona como visitantes de otras regiones.
La caminata se hizo por las calles del Casco Histórico hasta El Malecón, luego por los sectores Juan José Flores, Rancho Grande, Rancho Chico hasta retornar al barrio San Millán.
“Es un momento mágico donde los porteños elevamos nuestra idiosincrasia, que ha pasado de generación en generación”, expresó Betancourt.
Agregó que el gobierno municipal seguirá apoyando este tradicional baile, el cual seguirá creciendo y manteniéndose en el tiempo por las futuras generaciones de la ciudad.
Manifestó que “en este momento represento a cada uno de los integrantes del ayer y el hoy, que han impulsado y transmitido la hermosa herencia del sentimiento parrandero y cultural de San Millán”.
Nathaly Bustamante, directora del Ministerio del Poder Popular para la Cultura en el estado Carabobo expresó que la respectiva manifestación cultural se trata de una tragicomedia que se inicia con la muerte de un miembro muy querido por la comunidad y quien es velado por la noche bajo el son de los tambores, cachos y sirenas. Posteriormente, el día Martes de Carnaval lo colocan en una hamaca, que es envuelta en trapos y sábanas que son adornadas con flores de colores.
En el transcurso del recorrido se origina una serie de acontecimientos, entre ellos los hombres pelean con palos de vera, acción que viene a representar los celos que sentían hacia el difunto, cuando ven a sus esposas llorar desconsoladamente por la persona que reposa en el interior de la hamaca.