Miles de personas de religión católica participaron este miércoles de Semana Santa en la tradicional procesión del Nazareno de San Pablo, congregándose en la Plaza Diego Ibarra, en los alrededores de la Basílica de Santa Teresa de Caracas, para acompañar al hijo de Dios en su recorrido por las avenidas de la ciudad.
Texto: Últimas Noticias / Fotos: Oswaldo Rivero y Luigino Bracci Roa
Personas de todas las edades, clases sociales y religiones se unen en este acto de fe, vestidos con túnicas moradas se convierten en los principales protagonistas de este momento histórico en la religión católica, cuando el también llamado el Limonero del Señor se cruce en la esquina La Pedrera con la Virgen de la Soledad, dos de las imágenes más veneradas de la ciudad capital.
Los feligreses fueron testigos del encuentro de Nuestra Señora de la Soledad de Caracas con el amado Nazareno de San Pablo, después de casi 30 años, porque estas imágenes no salían juntas en procesión desde los años 90. La imagen de Nuestra señora de la Soledad, venerada en el Templo de San Francisco, cumple 450 años y es una advocación mariana que representa a María en su dolor tras la crucifixión de Jesús.
En 1696 la Virgen de la Soledad fue declarada Patrona de Caracas. Su devoción se remonta a la época colonial y está estrechamente vinculada a la identidad religiosa de Caracas. Entre tanto, la imagen del Nazareno de San Pablo llegó en 1674 a Venezuela y en cada Semana Santa miles de personas se congregan para caminar junto a él, pagar sus promesas y dar gracias por los favores recibidos.
Fotos: Oswaldo Rivero
Un símbolo de esperanza y un legado cultural
La procesión del Nazareno de San Pablo envía un mensaje de esperanza para el pueblo católico venezolano; además de ser una tradición que forma parte del patrimonio cultural. Este recorrido fue diseñado para permitir el encuentro con miles de creyentes a lo largo del trayecto.
El limonero del señor
Según la popular leyenda, la población de Caracas sufría de la peste del vómito negro o escorbuto en 1597. Durante su recorrido, justo en la esquina de ‘Miracielos’, la santa imagen tropezó con un árbol limonero, enredándose su cruz. Es así como, si fuera lluvia sagrada, comenzaron a caer un sin fin de estos frutos al suelo.
Las personas empezaron a recogerlos e hicieron infusiones para todos los devotos que asistieron a dicha procesión. A partir de ese momento, el escorbuto paró y los enfermos sanaron rápidamente.