La limpia voz de Alejandrina Reyes rasga de canto, espontáneo, a capela el silencio y la tensión que han precedido el momento del hallazgo de los restos del Comandante Carache, en el acto de exhumación ordenado, como parte del protocolo legal previsto antes del traslado de Argimiro Gabaldón al Panteón Nacional. Ella, poeta y cantora popular, es ahora la Ministra del Poder Popular para la Cultura, vibra al lado del pensamiento y acción de Argimiro Gabaldón, desde muy temprana edad, cuando estudiaba en la Escuela de Sociología y Antropología, en la Universidad Central de Venezuela.
Semanario TodasAdentro 669 (Texto y fotos: Iván Padilla Bravo)
Alejandrina estremece a los presentes con su canto firme, cuya letra y música es de su autoría. En el segundo verso de la canción por Argimiro, se le incorpora la voz de Gromansky Lameda, quien está a su lado. Lameda es un cantor, poeta y ejecutor del Cinco larense, instrumento que siempre lleva en bandolera, luego de que sustituyera el fusil M-2 que le acompañaba por el camino del Comandante Carache, bajo el mando del Comandante guerrillero Juan Carlos Parisca, en el Frente Simón Bolívar, a comienzos de los años 60 del pasado siglo.
Primero el corazón
La mañana del miércoles 12 de julio se dejaba acariciar por un sol radiante y muy temprano acudimos, junto a la Comisión Presidencial, para el traslado de los restos de Argimiro Gabaldón al Panteón Nacional. Llegamos y ya estaban allí Tatiana y Alejandro, dos de los hijos de Chimiro. Entretanto, el personal profesional y técnico de medicina legal forense, desplegaba sus equipos de trabajo y preparaba la mesa para colocar en ella los hallazgos de osamentas de la familia Gabaldón, allí enterrados en diferentes momentos.
Las cajas funerarias fueron extraídas una a una ante las miradas expectantes de los presentes. Tatiana fija su interés, de manera muy especial, cuando la fosa más profunda bosteza de esperanza con un tercer sarcófago. Estoy a su lado y lleva buen rato sin pronunciar palabra, le pregunto: ¿Tú qué crees? Y me responde serena y puntual: “¡Es mi papá!”.
Su corazón de hija se adelanta a la llamada “verdad científica”. Dos fémures, los peronés calzan todavía un par de medias utilizadas como parte de la vestimenta para su sepultura en 1964, luego de que fuera asesinado en las montañas de Humocaro, el 13 de diciembre de aquel año. El cráneo, en manos de los expertos forenses, hace visible la ausencia de un diente superior, en el occiso. Ya los hijos habían advertido de ese rasgo que ahora confirmaba estar ante el cadáver del Comandante Carache.
Al altar de la Patria
Una a una, las piezas óseas que sostuvieron la humanidad del revolucionario que fundó el Frente guerrillero Simón Bolívar en las montañas de Lara y Trujillo, fueron limpiadas cuidadosamente y colocadas sobre el mesón de auscultar.
El cuerpo del Comandante Carache, de un metro 70 de estatura, pies pequeños de calza 38 y espaldas muy fuertes, parecía levantarse ante las miradas de familiares, amigas y amigos, militantes e integrantes de la Comisión Presidencial quienes observaban a discreta distancia todos los movimientos previos al honroso traslado de Argimiro Gabaldón, comunista, padre ejemplar, pintor, poeta y maestro de escuela, asesinado en Humocaro por “bala intencional” -como lo señala Gromansky Lameda en los versos que canta para el Comandante Carache- hasta el panteón de los héroes de la Patria y, ahora más que nunca de la Patria socialista.
bravo que bueno