“La igualdad étnica que hoy nos parece tan elemental como correcta, cinco décadas atrás residía entre las cosas inexistentes, inimaginables e imposibles”, afirmó el titular de la cartera de Cultura, Freddy Ñáñez, en alusión a la lucha reivindicativa que impulsó el expresidente y premio Nobel de la Paz sudafricano, Nelson Mandela, de cuya desaparición física se cumplen 3 años este 5 de diciembre.
Texto: Prensa MPPC
A través del artículo Jonker y Mandela, publicado el pasado 18 de julio en su blog personal Lucha Almada, y que reproduce este lunes a través de @luchaalmada, destacó que este líder sudafricano es recordado por sus ideas, su martirio, su inquebrantable moral y su victoria en la búsqueda incansable por la justicia y la igualdad en el mundo.
“Fue gracias a su fidelidad que el mundo le reconoció como sujeto de un pensamiento que no se agotaría en la lucha contra el inefable apartheid, sino que trascendía como apetito universal por la justicia y la igualdad”, escribió Ñáñez.
Señaló que tanto Sudáfrica como el resto de los pueblos oprimidos deben a este héroe la posibilidad de un futuro emancipado, pues fue capaz de romper con cualquier finitud, vencer su propia muerte y con ello anular la de su gente, ampliando de forma definitiva la existencia humana.
Destacó que Mandela, siendo prisionero del régimen racista y de sus primeros fracasos, alimentó su gana libertaria con los versos de la poeta sudafricana Ingrid Jonker, quien siendo blanca e hija de una conocida figura del gobierno de ese país, se opuso fervientemente al régimen segregacionista.
“Su rebelión familiar fue más que una ruptura doméstica: abrazó desde adolescente la poesía como un combate íntimo emprendido contra todo sesgo y por fidelidad a los propósitos de la misma poesía entró en la deliberación política, estremeció la indolencia y continuó su curso hacia la belleza”, comentó el ministro.
Resaltó que Jonker traspasó los límites de la literatura castiza y del orden espurio de la raza, posición que le costó el desprecio de su padre y la pobreza, al punto de terminar suicidándose el 19 de julio de 1965.
Pese a su personalidad atormentada por la mala relación con su familia, la cual marcó toda su vida, el poder de su poesía ha sobrevivido el paso del tiempo. Precisamente, el propio Nelson Mandela leyó uno de sus poemas más famosos”The child is not dead” (El niño no ha muerto) en la primera apertura democrática del parlamento en mayo de 1994.
Ingrid Jonker compuso este poema después de ver una manifestación en la localidad de Nyanga, donde un grupo de personas que reclamaba el derecho a trasladarse en libertad, sin usar pases, fue agredida por la policía, lo que ocasionó la lamentable muerte de un niño.
Para Ñáñez, “el triunfo de Mandela fue el de Jonker”, por ello, la mejor manera de recordarlos juntos es recitando su poema:
“El niño no ha muerto
levanta el puño contra su madre
que grita ¡África! grita el olor
a libertad y a brezo
en los emplazamientos del corazón acordonado
El niño levanta el puño contra su padre
en la marcha de las generaciones
que gritan ¡África! gritan el olor
a justicia y a sangre en las calles de su orgullo armado
El niño no ha muerto
ni en Langa ni en Nyanga
ni en Orlando ni en Sharpeville
ni en la comisaría de Philippi
donde yace con una bala en la cabeza
El niño es la sombra oscura de los soldados
en guardia con fusiles blindados y porras
el niño está presente en todas las asambleas y legislaturas
el niño escruta desde las ventanas de las casas y dentro del corazón de las madres
el niño que sólo quería jugar al sol en Nyanga está en todas partes
el niño hecho hombre recorre toda África
el niño hecho gigante recorre todo el mundo
Sin un pase”.