Alberto Arvelo Torrealba, el poeta de la llanura

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Estatua de Alberto Arvelo Torrealba frente al edificio de la Alcaldía de Barinas. Foto tomada de barinas.net.ve

Corría el año 1905. Ya desde el mes de marzo el general Cipriano Castro había sido declarado el presidente constitucional de los Estados Unidos de Venezuela y gozaba del título Restaurador de Venezuela. Por allá en Barinas en la tierra de Zamora, ese año, 4 de septiembre nació el abogado, escritor y poeta Alberto Arvelo Torrealba. Sus padres fueron Pompeyo Arvelo y Atilia Torrealba de Arvelo. Alberto nació en casa de poetas, pues su madre, al igual que sus tíos paternos, Enriqueta Arvelo y Alfredo Arvelo Larriva eran poetas; así que fue parte de una familia donde el amor por la cultura, la palabra y la metáfora, tenían un lugar privilegiado.


Texto: Lorena Almarza, CiudadCCS

Educación y vida

Estudió la primaria en Barinas, y además de su interés y habilidad para la poesía, demostró desde pequeño gran entusiasmo por las costumbres propias del llanero, pues fue un excelente nadador, cazador y pescador.

Se fue a la capital del país a continuar estudios, y se graduó de bachiller en 1927 en el liceo Caracas. En ese período inició su participación activa en acciones y protestas contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, influenciado, quizás, por su primo Alfredo Arvelo Larriva, quien además de poeta fue un activo luchador político en contra del denominado el Benemérito.

Estudió Derecho en la Universidad Central de Venezuela (UCV), de donde egresó en 1935 con el título de doctor de Ciencias Políticas y Sociales. Durante una larga temporada se dedicó a la docencia, enseñando Castellano y Literatura en diferentes colegios y liceos entre los cuales destacan: Colegio Sagrado Corazón de Jesús, Los Dos Caminos, Sucre, los institutos pedagógicos San Pablo y San Agustín, y en los liceos Andrés Bello y Fermín Toro, de Caracas; y en Barquisimeto, en el Colegio Lisandro Alvarado. Igualmente ejerció diversos cargos públicos como inspector en Educación Secundaria en el Distrito Federal y de Primaria en los estados Barinas y Apure; secretario de Gobierno del estado Portuguesa, presidente del Consejo Técnico de Educación.

Fue también gobernador del estado Barinas, embajador extraordinario de Venezuela en Bolivia y embajador de Venezuela en Italia, consejero de la Embajada venezolana en Francia, e incluso ministro de Agricultura y Cría desde 1953 hasta 1955. En 1968 ingresó como Individuo de Número de la Academia Nacional de la Lengua, y durante el bienio 1964-1965 se le otorgó el Premio Nacional de Literatura.

El llano en letras

Alberto-Arvelo-Torrealba2En 1928 publicó su primer libro de versos titulado Música de cuatro, a través del cual comenzó a exponer la geografía y el modo de vida del llano. Sobre su obra diría José Ramón Medina: “Es un poeta de la tierra y el más notable de los cultos del nuevo nativismo venezolano (…). Desde Cantos, su primer libro, hasta Glosas al cancionero, el último, mantiene una maestría indiscutible en la recreación de una temática popular propia de nuestros llanos, dándole categoría estética a la copla, a la décima y al romance criollo, y rescatando fecundos motivos de nuestro folclore para la función culta de la poesía”. En 1940 publicó Glosas al cancionero, obra que le permite darse a conocer y en la que aparece la primera versión de su famoso poema Florentino y el Diablo, y en 1952 Caminos que andan.

El bien contra el mal

Florentino y el Diablo es su obra más conocida, en la cual relata el duelo entre un llanero, jinete y coplero, llamado Florentino y el mismísimo Diablo. En este encuentro, un contrapunteo tuvo lugar por allá en el pueblo de Santa Inés, donde Zamora, general del pueblo soberano, triunfó contra el ejército realista, y en el cual, entre verso y verso, Florentino, el catire quitapesares, se enfrentó y venció al Diablo, enviándolo de vuelta al Infierno.

Se dice que el poeta Arvelo Torrealba dedicó 30 años a esta obra, de la cual realizó varias versiones y cuya leyenda recogió de la tradición oral. La primera versión es de 1940 con 280 versos, la segunda de 1950 con 460 versos y formó parte de Glosas al cancionero, con nombres distintos: El reto y La porfía.

La tercera, con 1.500 versos, que fue publicada en 1957 por la editorial Rex bajo el nombre de Florentino y el Diablo. Esta obra magistral fue el punto de partida de la Cantata criolla, obra sinfónica de Antonio Estévez y, a su vez, el escritor Rómulo Gallegos también rindió homenaje a Arvelo y su obra en su novela Cantaclaro.

Se dice que es en el medio del contrapunteo cuando Florentino se da cuenta de que su adversario es el Diablo. Fue así que cruzando hábilmente las coplas, e improvisando, mantuvo al Diablo distraído hasta el amanecer. La luz del día espantó al Maligno y fue derrotado. Esta importante obra sobre el llano y la valoración del llanero y su mundo, se desarrolla en varias escenas: la primera corresponde a El reto; en un paraje desolado el Diablo se cruza con Florentino y lo desafía a un contrapunteo. La segunda, Florentino en el sitio convenido, cantando y a la espera del retador, quien llega y se inicia el contrapunteo con bandola o arpa, cuatro y maracas; y el tercero, en el cual el Diablo es derrotado. Para algunos es la salida del sol, para otros un conjuro de los santos mientras se desarrolla el contrapunteo. Dicen que luego del encuentro, Florentino nunca más volvió a cantar.

El 28 de marzo de 1971 falleció en Caracas el gran poeta y amoroso del llano, Alberto Arvelo Torrealba.

El presidente Chávez fue gran admirador de su obra, quien más de una vez recitó y cantó su prosa, y hasta denominó la campaña del referéndum constitucional en el año 2004 como Florentino y el Diablo, pues, a su juicio, aquel reto se trataba también de un enfrentamiento entre el bien y el mal, en el cual, por supuesto, el bien triunfó desde lo popular.

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