La cifra de participación electoral del 28 de junio en las elecciones primarias del chavismo, que fue de 3 millones 162 mil votantes, es sin duda una cifra de alto valor cuantitativo. Pero más allá de eso, se trata de una cifra de alto valor cualitativo.
Tan alta participación electoral es aleccionadora en muchos sentidos. Intentaremos descifrar tal afirmación reseñando varios ítems:
- Campaña cara a cara: Por cada precandidatura hubo el despliegue de un equipo político que se fue a un casa por casa, dando la cara a la gente, en una modalidad asamblearia de campaña. Esta modalidad genuina y chavista de acercamiento aterrizó la campaña electoral colocando a cada uno(a) de los(as) aspirantes en contacto directo con la población. La lección para el chavismo y para nuestra dirigencia se basa entonces en el reencuentro de la metodología chavista de abordaje de las aspiraciones sociales: “Hay que ir a las catacumbas”, nos decía el Comandante.
- Despliegue: Con cada precandidatura hubo un equipo político movilizador del voto, hubo una capacidad de despliegue poco usual en elecciones internas. Ha servido este evento para aceitar maquinarias, para cohesionar las fuerzas políticas en las coyunturas electorales. Este evento es aleccionador en tal sentido, dado que mide nuestras capacidades y expone nuestras debilidades. Con cada proceso electoral la capacidad logística electoral del chavismo se consolida.
- La pluralización del protagonismo electoral: Nuevos nombres, nuevos rostros, nuevas visiones han asaltado la política chavista. Han sido electos(as) nuevos cuadros políticos, mujeres, jóvenes, liderazgos populares, comunales, provenientes muchos(as) de los movimientos sociales. Han venido a conjugarse con hombres y mujeres de trayectoria en la dirigencia chavista. El liderazgo de base se está atomizando y diversificando, adquiere cuerpo mientras los comportamientos monolíticos (o institucionales) van quedando relegados en medio de la efervescencia.
- Revitalización: El chavismo se está revitalizando desde adentro. Un chavismo más crítico, más joven, más diverso, adquiere cada vez más espacios de protagonismo. El chavismo se atrinchera ideológicamente, adquiere consistencia, adquiere cohesión al calor de nuevos liderazgos que se han forjado a fuego lento de 16 años de Revolución Bolivariana. Se trata de un chavismo que asume las incongruencias, errores y desaciertos de nuestro proceso político con inteligencia, con sentido de identidad chavista. Ya van quedando atrás liderazgos del chavismo que alguna vez formaron parte de partidos socialdemócratas y asumen jóvenes que crecieron en el ascenso del MVR. Se trata de una generación más rigurosa, más exigente, más inconforme.
- Factores provenientes de los movimientos sociales hacen presencia en espacios que hasta hace poco les eran demasiado distantes. Muchas de las candidaturas que han asumido toman lugar al frente con el discurso del empoderamiento popular, la derrota del burocratismo y la radicalización de la revolución como alternativas a las coyunturas económicas y sociales que tenemos como país. Esto nos alecciona, dado que siempre la revitalización y la renovación deben formar parte de las prioridades políticas nuestras como fuerzas revolucionarias.
- La direccionalidad política: Nuestra dirigencia ha asumido sin desparpajos una dirección atrevida de este evento político. Abrieron el Registro Electoral Permanente, abrieron un proceso de postulaciones por la base, abrieron espacios a candidaturas juveniles y femeninas y coordinaron un proceso de campaña de alegría, de movilización, de agitación, de repolitización y reideologización dirigida a sectores identificados en el chavismo que podrían considerarse desmovilizados. Maduro está claro: se trata de asumir el marco de realidades nacionales y entender los peligros de la apatía, del desencanto y de la confusión. Hay que hacerle frente a estos fantasmas.
- La direccionalidad política que ha tenido este evento da cuenta de una dirigencia nuestra siempre en la calle, siempre palpando el pulso político de la realidad nacional. No dirigieron un evento electoral aéreo, impertinente a lo que en las bases sucede. Asumieron la dirección de un evento que, pese a contradicciones puntuales, marcó una diferencia a elecciones internas anteriores. Este evento nos deja la lección de que el espíritu del proceso del 28 de junio debe mantenerse y profundizarse hasta diciembre.
Cuestiones de fondo, más allá de lo electoral
El corazón del suceso político del 28 de junio no está en todos los detalles de la actividad electoral. La cuestión de fondo yace en el chavismo profundo, ese que nos hace una comunidad política, emocional, identitaria. Es imposible entender este resultado electoral y lo que es el chavismo sin colocarlo en un contexto político signado por la agresión de espectro completo que se cierne sobre la Revolución Bolivariana y el país entero. Es imposible comprender la magnitud real de este proceso electoral sin hablar de la guerra económica.
La cifra de más de 3 millones de participantes en una elección interna, en circunstancias tan agudas como las que hoy atraviesa el país a la sombra de la guerra económica, expone la claridad política del chavismo. Quienes han querido vernos en colas, nos vieron en colas de respaldo a nuestra revolución el pasado 28 de junio.
Es este quizás uno de los momentos en que rebrota en el gran espectro de la vida política nacional la práctica constante del chavismo como realidad política. El chavismo profundo se mantiene de manera permanente en movilización, en constante construcción de nuestra subjetividad, de nuestra identidad. Cuando salimos a dar la cara en masa, la política se estremece. Los eventos del 28 de junio expusieron lo que dentro del chavismo sucede; nos mantenemos en resistencia, en rebelión, en cohesión e identidad chavista y revolucionaria.
Hay más de 3 millones de personas que no hemos reducido nuestra identidad política a una cosa que puede ser confiscada por la ausencia de un rollo de papel tualé en un anaquel. Declaramos ante el país que nuestra orientación política no es negociable. Nuestra convicción chavista no es manipulable. No somos chantajeables.
Son hechos, no opiniones: detrás de cada producto en situación de desabastecimiento en un anaquel, hay una empresa privada que lo distribuye o lo comercializa. Detrás de cada producto venezolano en el lado colombiano, hay una mafia paraempresarial apoyada por corruptelas infiltradas políticamente escuálidas y teledirigidas. Detrás de cada boicot empresarial, hay un seudoempresario opositor. Detrás de cada acto de megacaparamiento y megacontrabando, hay un factor seudoempresarial opositor. Detrás de cada anaquel vacío hay una cámara de la mediática opositora manipulando la opinión pública. Detrás de cada discurso demagogo opositor culpando al Gobierno del desabastecimiento, hay un móvil político. El pueblo venezolano no es pendejo, cualquiera se da cuenta de lo que está pasando.
Para muchos “expertos políticos” de la oposición es un hábito subestimar al pueblo venezolano. Nos reducen a una masa incapaz de razonar. La guerra económica la han hecho aquellos que esconden el jabón para que la gente que busca el jabón vote por la gente que esconde el jabón; sencillo. Nosotros entendemos eso. Ellos nos han creído incapaces de comprender eso.
La respuesta del chavismo el 28 de junio no es una cosa inexplicable. Francisco de Miranda, acostumbrado a la política de las cortes europeas, nos llamó “bochincheros” por ser irreverentes. La derecha históricamente nos asumió como “ingobernables”. La historia de Boves, Bolívar y Zamora se forjó en medio de una marejada de pueblo insurrecto, congénitamente rebelde, alzado, arrecho.
Se trata de un compromiso histórico a cuestas, esto de no asumirnos sometidos. Simplemente no queremos vernos doblegados por fuerza alguna que nos robe nuestro destino. Cuando como pueblo infiltramos a Chávez en el poder político nacional, comenzamos a construir una identidad síntesis de lo que siempre hemos sido; somos gente que siempre se rebela contra aquellos que nos quieren oprimir, así de simple.
El pueblo venezolano ya sabe quién es quién en esta coyuntura de extorsión que es la guerra económica. Quienes nos quieren en las colas, en los laberintos de la incertidumbre, en los laberintos de la desmoralización y la confusión, quieren nuestro voto en diciembre. Quieren que les entreguemos el poder político. Los tenemos identificados. Sabemos lo que quieren y no les vamos a dar el gusto.
Como pueblo venezolano estamos preparando un castigo para quienes nos quieren ver sometidos. Lo estamos preparando de manera rigurosa, acuciosa.
El escenario al frente de cara a diciembre traerá consigo la posibilidad de un rebrote de la lucha frontal para el sometimiento de los monstruos de la guerra económica. Esperamos más acciones del Gobierno nacional, que sean de alcance profundo, generalizado y prolongado. El escenario de los atajos de la violencia no están descartados por parte de la derecha. Las cartas están echadas, el chavismo muestra de qué está hecho.