“La música y el fútbol ocupan un lugar similar en el imaginario brasilero, pero la música nos da muchas más alegrías hoy en día que el fútbol”, dice —entre risas— Pablo Capilé, militante de Fora do Eixo (Fuera del Eje), colectivo brasilero que nació con la música y se convirtió en movimiento social. El camino tuvo varios trayectos: formación de los artistas, giras por las ciudades chiquitas, creación de casas culturales para tocar durante la semana, festivales más grandes, organizar periodistas para cubrir las actividades, presionar al Ministerio de la Cultura para que apoyara a los músicos, fundar estudios de grabación e inventar sellos de distribución para lanzar los productos. “Entonces, creamos una agenda paralela al Ministerio. Conseguimos crear una iniciativa paraestatal, conseguimos tener casi la misma fuerza que el Estado, pero siendo mucho más dinámicos. No tenemos la plata que el Estado tiene, pero tenemos más dinamismo, somos más rápidos”, asegura Capilé.
Texto: Prensa MPPC (Laura Farina)
Ante el problema financiero, inventaron un sistema de trueque a través de monedas sustitutas que varían de nombre según la región, pero se conocen como “Fora do Eixo Card”. Con ella intercambian servicios y productos entre quienes integran el colectivo o con grupos cercanos, lo que les permite sostener los proyectos y fortalecer la producción al mismo tiempo.
Por ejemplo, una banda de música hace un concierto en la Casa Fora do Eixo Pelotas (Casa Fuera del Eje Pelotas), en el municipio Pelotas de Río Grande do Sul. Le pagan en “$opapo”, su moneda, con la cual pueden solventar la producción de un video promocional, el cual está hecho por otro grupo de gente de la misma comunidad o afines, quienes reinvertirán los “$opapo” en otro beneficio.
Ante cada dificultad, una respuesta colectiva. Para resolver la falta de vivienda y de espacios para ensayar, y para aprovechar al máximo el tiempo crearon las casas colectivas. Allí viven, comparten, producen, discuten, crean y, obvio, se pelean, vuelven a armar y desarmar.
“Como vivimos en las casas resolvemos una cosa que la mayoría de los movimientos sociales no tienen, la cuestión del tiempo. Nosotros tenemos más tiempo que la mayoría de los movimientos sociales porque nuestra causa es nuestra vida. Estamos las 24 horas en las casas pensando en cómo hallar una solución para un problema. Entonces, muchas veces prestamos tiempo para quien no tiene tiempo”, afirma el exmúsico, como se define Capilé.
Dieron sus primeros pasos en ciudades “pequeñas”, que en Brasil significa menos de 300.000 habitantes. Hoy, ya están presentes en Río, Sao Paulo y Belo Horizonte, las metrópolis brasileras. Además, según cuenta el militante de Fora do Eixo, hacen vida en 400 localidades de las 27 provincias del país.
“Llegó un momento que pensamos: ‘No podemos ser sólo un movimiento que cuida un nuevo mercado para la música’. Comenzamos a ver a los pueblos originarios siendo atacados, al Gobierno popular siendo combatido por la derecha, y comenzamos a utilizar nuestra plataforma para hacer también un movimiento social”, explica Capilé.
A la hora de construir ese nuevo proyecto, se identificaron con quienes tienen prácticas de vida, formas comunitarias, similares: los pueblos originarios que llegaron desde África, las tribus indígenas, las comunidades campesinas. También tejiendo redes urbanas, orales, mediante internet, la idea no es apropiarse de las reivindicaciones históricas de cada sector, sino sumarse, aportar, apoyar.
“Comenzamos a dar soporte para la causa indígena y comenzamos a hacer los documentales, las trasmisiones en vivo, comenzamos a defender a los indígenas en el Congreso, comenzamos a hospedar a los indígenas en nuestras casas y comenzamos a vivir de forma orgánica las agendas de los indígenas. No tenemos que tener un plan de lucha que es de otro, que ya está hace veinte, treinta, cuarenta, cien, doscientos, trescientos años luchando. Nosotros pegamos nuestra fuerza de trabajo, damos soporte para una lucha que ya está aconteciendo”, agrega.
Aprovechar el fuego, pero sin quemarse
Manifestaciones contra el Mundial de Fútbol en el país más futbolero del mundo puede ser la ironía que resume la situación de miles de brasileros que, sobre todo durante 2013, salieron a las calles a denunciar las escandalosas cifras que financiaron el campeonato internacional, la violenta “pacificación” de las favelas y un show que poco tenía que ver con la magia de la pelota y más con los hechizos del dinero.
Para Capilé, el reciente “descubrimiento” de que los organismos que manejan el negocio del balompié están repletos de mafiosos se parece bastante a una maniobra política. “Estados Unidos no está preocupado por el fútbol, está preocupado por atacar a Rusia que va a organizar la próxima copa, atacar a Qatar (la siguiente sede del Mundial), que se encuentra en Oriente Medio y sobretodo está preocupado en desestructurar a la FIFA, que es más fuerte que la ONU”, denuncia.
En el Brasil de 2013, a las críticas sobre el mundial, se les sumaron las de la corrupción, la visita del Papa y el aumento del transporte público. Todo ese descontento fue expresado en las calles y se difundió a través de una nueva red de comunicadores, NINJA (Narrativas Independientes, Periodismo y Acción), la cual hace vida dentro del colectivo Fora do Eixo.
Según su página web, NINJA está “donde la lucha por la justicia social, el cambio cultural, político, económico y ambiental se lleva a cabo”. ¿Qué tiene de distinto a otras propuestas? “Las nuevas tecnologías y las nuevas formas de utilizar la tecnología han abierto el camino para nuevos espacios de intercambio, en el que la gente no es pasiva ni absorbe información, las personas producen e intercambian información”.
Bajo esta premisa fueron trasmitiendo en vivo —por distintas plataformas de internet— las manifestaciones que se desarrollaron por aquellos días y las que aún siguen exigiendo la profundización de los cambios sociales. La página web donde se puede ver su producción es www.ninja.oximity.com.
Aquí es cuando aparecen las dudas, si hay que apoyar al Gobierno, si no hay que defenderlo, o si se puede encontrar un equilibrio. “Como creamos una estructura autogestionaria, porque no vivimos de la plata del Estado, nuestra relación es de mucha autonomía. No somos invitados, pero nos invitamos, nos imponemos porque defendemos las causas populares”, esboza como respuesta el militante de Fora do Eixo.
La autogestión, la producción colectiva, la no dependencia, el resolver los problemas concretos, el sumarse a las luchas justas incorporando los avances tecnológicos, parece haber sido el trayecto correcto para que estos músicos, periodistas, fotógrafos y demás artistas crecieran en forma y contenido.
Que hay dificultades, escollos, retrocesos, impugnaciones, también. Pero comenzaron con la música, hoy tienen una Universidad, un Banco de monedas complementarias, y casas colectivas donde vivir y desarrollar su arte. Con esa fuerza se paran frente al Estado para reclamar lo necesario o defender lo conseguido.
“La Ministra de Agricultura es de derecha, el de Medio Ambiente también, sólo el Ministro de la Cultura ha venido conectando con los movimientos sociales. Hay gente nuestra dentro del Ministerio, pero eso sólo es posible porque creamos una estructura que permite que nos aproximemos al Estado, pero sin que nos chupe porque nuestra estructura es muy fuerte también”, explica.
Fuerza motriz para la lucha
Si la música es la causa, y la causa es la vida, caminar por la tierra es casi una composición rítmica. A veces el ser humano se detiene para observar, para descansar, para tomar fuerza para el camino, otras veces avanza de golpe, con seguridad o dudas, pero siempre en compañía de otros instrumentos, otras personas.
“La música es en Brasil la energía que más energiza el conjunto de nuestras identidades, la música para Brasil es el mayor atractivo en el mundo, es la principal representación de los deseos de los brasileros. Toda nuestra estructura fue creada a partir de la energía que la música emana, es nuestra materia prima”, expresa su sentir Capilé.
Ésa es la herramienta, que también es contenido, con la cual creen llegar a la mayor cantidad de gente, hablando un lenguaje que sirva de clave confidencial con otras y otros contemporáneos. Entienden que la forma tradicional de hacer política tiene sus limitaciones en tiempos del nuevo milenio. Si el siglo XX avanzó en torno al conflicto derecha-izquierda; cien años después, la diversidad de opiniones con sus narrativas correspondientes marca el escenario.
“Nosotros creemos que el siglo XX es el siglo de los trabajadores, de la industria y de la dicotomía, y entendemos que el siglo XXI es de la polifonía, de la disputa simbólica. Nuestro objetivo es estar en el mismo lugar del espacio-tiempo que los deseos de la generación. La cultura y la comunicación son las mejores alternativas, o tal vez las únicas, para conseguir dialogar con la juventud”, considera el exmúsico.
Así, en la era de las historias contadas en un conjunto de capítulos, este colectivo presenta su andar en clave audiovisual. “Bromeamos que somos una serie que está en la séptima temporada, la primera fue el colectivo; la segunda, la música; la tercera, el circuito cultural; la cuarta fueron las calles; la quinta, la gente; la sexta fue el movimiento social; y la séptima, que estamos viviendo ahora, es el cine”, explica Capilé. Cada temporada duró lo necesario, sin tiempo preciso. “No tiene una temporalidad, es como Lost”, agrega.
En momentos donde el fútbol no trae tantas alegrías, la música es la causa; y la causa, la vida.